El optimismo ha estado ausente de la narrativa económica del mundo posterior a la crisis del 2008. Ante una recuperación que no termina por consolidarse, las voces pesimistas que alertan sobre nuevos riesgos se han convertido en una constante.
Sin embargo, el hecho de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) sea el más reciente portavoz de un discurso de cautela ofrece una idea de cuál es el sentimiento económico prevaleciente.
Christine Lagarde, directora gerente del FMI, dijo en una conferencia en Fráncfort, Alemania que las condiciones económicas actuales son propias de una etapa que podría bautizarse como la “nueva mediocridad”.
Lagarde sostiene que el bajo crecimiento se está conjugando con un deterioro del balance de riesgos. Si bien, hay una recuperación en marcha, ésta es “demasiado lenta, demasiado frágil y los riesgos respecto de su duración se están incrementando”.
Aunque se descarta el resurgimiento de una crisis global, la desaceleración de la economía de China, la potencial salida de Reino Unido de la Unión Europea, el ascenso de liderazgos populistas, el incremento gradual de la carga de deuda pública, la polarización política que inhibe la realización de reformas estructurales y la amenaza de un nuevo episodio de incertidumbre con epicentro en Grecia son factores de desestabilización que preocupan al FMI.
Menor crecimiento
El consenso de analistas prevé que el FMI reduzca su pronóstico de crecimiento de 3.4 por ciento para la economía global.
Si bien, los mercados se han adaptado gradualmente a los vaivenes económicos, tal como un menor crecimiento chino, Lagarde hace énfasis en el potencial que tienen los riesgos políticos para minar el sentimiento de confianza. Por ejemplo, los efectos de una posible salida de Reino Unido de la Unión Europea aún son inciertos, pues podría sentar un precedente con ramificaciones inéditas.
Asimismo, gran parte del discurso de Lagarde se concentró en advertir sobre los peligros que representa el populismo que ha caracterizado a las campañas de Donald Trump, Bernie Sanders e incluso el líder del Partido Laborista inglés Jeremy Corbyn.
“Para algunos, la respuesta es mirar hacia adentro, cerrar fronteras y retirarse en el proteccionismo. Tal como nos ha enseñado la historia, caso tras caso, esto podría devenir en un curso trágico de las cosas”, dijo Lagarde.
Respuesta urgente
En el mundo de la “nueva mediocridad”, la política monetaria se ha destacado por ser el principal canal de respuesta al escenario de bajo crecimiento posterior a la crisis. Desde el punto de vista del FMI, las políticas como el uso de tasas de interés cercanas a cero están agotadas y no deben ser el único pilar de política pública.
Lagarde llamó a las autoridades de política económica a utilizar todas las herramientas a su disposición. Esto incluye desde medidas coyunturales como la ampliación moderada del déficit fiscal para incrementar el gasto público y estimular a la economía, hasta la implementación de reformas estructurales que hagan crecer el potencial de crecimiento económico.
A pesar de que el diagnóstico económico del FMI exige la realización de reformas estructurales, esto podría ser poco viable. Es la percepción misma de Lagarde que la creciente desigualdad y polarización política son variables que han hecho imposible el avance de cambios de fondo por parte de las élites.