La amenaza en casa
La deuda privada de las economías emergentes se ha convertido en un foco de alarma para la economía global. Después de la crisis financiera de 2008, en medio de una nueva realidad estructural de bajo crecimiento, el nivel de endeudamiento se incrementó de manera generalizada a lo largo del mundo.
La deuda privada de las economías emergentes se ha convertido en un foco de alarma para la economía global. Después de la crisis financiera de 2008, en medio de una nueva realidad estructural de bajo crecimiento, el nivel de endeudamiento se incrementó de manera generalizada a lo largo del mundo.
La respuesta a la Gran Recesión se basó en un activismo sin precedentes de los principales bancos centrales del mundo, los cuales llevaron las tasas de interés a mínimos históricos; así como en una política fiscal expansiva que fungió como estímulo. Ante la caída de la renta a nivel global, la recaudación tributaria colapsó y el estímulo tuvo que ser financiado con deuda pública.
Sin embargo, estas condiciones también condujeron a un ciclo alcista en el crédito dirigido al sector privado. La tendencia presenta un crecimiento exacerbado entre las economías emergentes.
El crédito otorgado a entidades privadas no-financieras en estos países pasó de representar alrededor de 60 por ciento del producto interno bruto (PIB) en 2009 a más de 100 por ciento del PIB actualmente, de acuerdo a cifras del Banco de Pagos Internacionales.
La razón de deuda privada en relación al PIB de las economías emergentes superó la cifra presentada en el 2012. Desde entonces, ambos grupos han tomado direcciones divergentes en este sentido. Mientras que las economías avanzadas han incurrido en una política de reducción de deuda, patente en sus anémicas tasas de crecimiento; la tendencia en los países emergentes continúa al alza.
Dos ejemplos notables de este fenómeno son Brasil y Rusia, las otrora promesas emergentes del grupo de los BRIC. En ambos casos, el boom en su ciclo de crédito dio pie a que la deuda privada per cápita creciera a más del doble que el ingreso per cápita en la última década. Hoy, frente a la debacle de los precios de las materias primas, principal producto de exportación de los dos países, Brasil y Rusia se enfrentan a perspectivas de recesión profunda.
México no está exento
No obstante, esta tendencia no es exclusiva de países con desbalances estructurales evidentes. México, referido como un país con sólidos fundamentos macroeconómicos y con una paleta de exportación diversificada, no es ajeno a esta tendencia.
El crédito doméstico al sector privado como proporción del PIB pasó de 13.4 por ciento en el 2001 a 34 por ciento en el 2015, un nivel que no se había registrado desde 1971. Además, una tendencia de crecimiento de la deuda privada de esta magnitud no se observaba desde los años previos a la recesión de 1995.
A diferencia de lo sucedido hace dos décadas, es poco probable que esto dé origen a una crisis bancaria dados los altos niveles de capitalización de los bancos que operan en el país. El sistema bancario mexicano fue el primero en adoptar los nuevos estándares globales de capacidad financiera, Basilea III.
Pero, la expansión de la deuda privada en México aún podría conducir a un periodo de desapalancamiento, con implicaciones negativas para el consumo, la inversión y el crecimiento.
Turker Hamzaoglu, economista de Bank of America-Merrill Lynch, dijo al diario The Wall Street Journal: “Esto no necesariamente significa que habrá una crisis de gran magnitud, pero la implicación será un menor crecimiento”.
El ciclo alcista del crédito privado en los mercados emergentes coincide con un periodo sin precedentes de laxitud monetaria en los principales bancos centrales del mundo.
Ahora que el discurso de la Reserva Federal de Estados Unidos se encamina hacia un proceso de normalización monetaria, gran parte de las economías emergentes tendrán que ajustar sus tasas de interés al alza para evitar fugas de capitales. México es el ejemplo más claro de este fenómeno, el cual podría marcar el inicio de un proceso de desapalancamiento.
Riesgo global
El hecho de que el endeudamiento privado en países emergentes sea generalizado, supone una amenaza para la frágil recuperación de la economía global. Adrian Helfert, director de renta fija en la firma de inversión Amundi Smith Breeden, señala que la alineación del ciclo de crédito de estas economías podría convertirse en un riesgo considerable.
El último Reporte Global de Estabilidad Financiera del Fondo Monetaria Internacional (FMI) se refiere explícitamente a la “elevada vulnerabilidad emergente” como uno de los tres mayores peligros para la economía mundial. El organismo expone que China, el caso más representativo de endeudamiento privado, emerge como un desbalance con implicaciones sistémicas.
Mientras que el ingreso per cápita en China se multiplicó por tres entre 2004 y 2014, la deuda privada per cápita creció a una razón de cuatro veces en el mismo periodo.
En ese sentido, en medio de la mayor transición económica de China en los últimos años, el FMI llama a establecer un “plan integral que atienda el problema de la excesiva deuda corporativa y asista en un proceso de desapalancamiento gradual”.
Por otra parte, el FMI también expresa su preocupación por la salud de las empresas de materias primas, que suelen tener un papel significativo en los mercados emergentes, considerando el posible impacto de un default de alta magnitud en el sistema bancario global.