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Los grandes productores de petróleo global no habían sufrido una crisis tan severa desde la gran recesión mundial del 2008.
El precio del crudo ha sufrido una caída de más de 30 por ciento en los últimos seis meses. Esto se atribuye tanto a condiciones de la oferta como a condiciones de la demanda.
El boom energético de Estados Unidos, caracterizado por un incremento significativo en la producción de gas shale, ha recortado las importaciones del país, principal consumidor de petróleo mundial.
Además, analistas ven factible el fin de una política estadounidense que prohíbe la exportación de crudo.
Por otra parte, la debilidad de la demanda global de importadores de petróleo, como China y Europa, presiona el precio del crudo a la baja.
Un escenario de precios bajos obliga a países como Arabia Saudita, Rusia y Venezuela a replantear su estrategia de producción petrolera.
El dilema de la OPEP
Hoy se reunirán en Viena los ministros energéticos de los 12 miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), responsables de un tercio de la producción global.
Los intereses de los principales productores petroleros del mundo se ven encontrados dentro y fuera de la OPEP.
Al interior de la organización existe un conflicto entre la decisión de cortar o no la producción para elevar los precios del petróleo a rangos que ronden los 90 dólares por barril.
Arabia Saudita, primer productor mundial de petróleo y responsable de un tercio de la producción de la OPEP, ha ostentado históricamente el liderazgo del cártel.
Las intervenciones públicas de su ministro de petróleo, Ali al-Naimi, dan señales de que el país no pretende recortar su producción.
El ministro de los Emiratos Árabes Unidos hizo señalamientos similares al declarar que el mercado se va a estabilizar eventualmente.
Tras una reunión con Ali al-Naimi, ministros iraníes viraron su postura desde una demanda abierta por recortes de producción hacia un discurso en que instaban a la unidad entre los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo
Venezuela, Iraq y Nigeria buscan hacer frente al consenso que intenta dejar caer los precios del petróleo para mantener participación de mercado ante una inminente inundación de exportaciones estadounidenses.
La precaria condición de las finanzas públicas de estos países, particularmente las reservas internacionales disponibles, no les permitiría lidiar una eventual guerra de precios.
Venezuela, Iraq y Nigeria necesitan que el petróleo cotice entre 115 y 120 dólares para alcanzar el punto de equilibrio en sus presupuestos fiscales.
Robert Yawger, director de análisis de valores de petróleo en la firma Mizuho Securities, estima que el tope de producción debería estar situado en 29.5 millones de barriles diarios para ofrecer un impulso significativo al precio del crudo.
Datos de la Agencia de Energía Internacional (IEA por sus siglas en inglés) muestran que la producción de la OPEP en septiembre promedió 30.7 millones de barriles diarios.
El tope de producción oficial del organismo está situado en 30 millones de barriles al día.
El banco Goldman Sachs considera que el establecimiento de un tope debajo de los 29.5 millones de barriles diarios llevaría el precio del petróleo a un rango de entre 85 y 90 dólares.
Sin embargo, agrega que esta postura incentivaría la producción de recursos no convencionales en Estados Unidos.
La disyuntiva de la OPEP tiene implicaciones desfavorables en ambos escenarios. En caso de recortar la producción, el alza en el precio del crudo estimularía la producción de recursos poco convencionales en Estados Unidos.
Este tipo de proyectos tiene un alto punto de equilibrio, por lo que en la medida de que el precio se incremente, existirá un mayor nivel de producción estadounidense que compita por participación de mercado de la OPEP.
En cambio, una caída en el precio del crudo arrebataría la rentabilidad a los recursos poco convencionales de Estados Unidos, aunque a costa de una pérdida de ingresos entre los miembros de la OPEP.
Cooperación global
Los líderes de la OPEP han hecho un llamado a la cooperación internacional entre los principales productores mundiales de petróleo para estabilizar el mercado.
En este sentido, se organizó una junta entre funcionarios de los miembros Arabia Saudita y Venezuela con autoridades energéticas de Rusia y México, países que no son miembros de la OPEP.
La reunión no proporcionó acciones significativas, pero convenció a Rusia, responsable del 11 por ciento de la producción global, de cambiar su discurso inicial.
El país, que se ha involucrado fuertemente en los últimos eventos de la OPEP, dejó a un lado su discurso donde propugnaba por recortes a la producción. Rusia anunció que dejaría el precio caer incluso si el valor del barril cae debajo de los 60 dólares.
Argumentó que un escenario de bajos precios provocaría la debacle de la industria shale en Estados Unidos, lo cual podría reflejarse en un eventual rebote de precios de crudo.
La OPEP estima una sobreoferta de un millón de barriles diarios durante el primer semestre de 2015. Esto alienta los pronósticos que calculan un precio de 60 dólares para el largo plazo.