La paradoja mexicana

¿Cómo debe calificarse el desempeño de la economía mexicana? Todo depende del cristal con que se mire.

El tipo de cambio alcanzó un máximo histórico en ventanilla que amenaza con tocar los 17 pesos por dólar. Por otra parte, la inflación registró el mes pasado un mínimo histórico de 2.7 por ciento anual. 

Rodrigo Carbajal Rodrigo Carbajal Publicado el
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2.6
por ciento es el pronóstico de crecimiento del Banco Mundial para la economía mexicana en 2015, cifra cercana al promedio de 2.3 por ciento de los últimos 30 años
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¿Cómo debe calificarse el desempeño de la economía mexicana? Todo depende del cristal con que se mire.

El tipo de cambio alcanzó un máximo histórico en ventanilla que amenaza con tocar los 17 pesos por dólar. Por otra parte, la inflación registró el mes pasado un mínimo histórico de 2.7 por ciento anual. 

Ante la caída de los precios de petróleo, el gobierno anunció un programa de recortes al presupuesto de 259 mil millones de pesos para los dos siguientes años. No obstante, la expectativa de crecimiento del país  (2.6 por ciento) continúa siendo un faro de luz en un contexto de bajo crecimiento global. América Latina crecerá 0.5 por ciento este año, según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).

Ciertamente, a pesar de las dificultades para estimular el crecimiento estancado o aliviar la pobreza, México no está enfrentado una recesión profunda como sus contrapartes emergentes de Brasil y Rusia.

El desempeño económico nacional es, en gran medida, una cuestión de enfoques.

México es un país cuyas políticas se han enfocado en mantener la estabilidad macroeconómica con el fin de diferenciarse respecto a otras naciones emergentes.  En niveles relativos, México cuenta con una déficit fiscal moderado, un bajo nivel de deuda en relación al Producto Interno Bruto (PIB), ausencia de recesiones constantes, inflación controlada y una estructura productiva diversificada.

Dadas estas características y el emprendimiento de las reformas estructurales, la calificadora Moody’s otorgó el grado de inversión A3 a los bonos soberanos mexicanos. En América Latina, únicamente Chile y México cuentan con esta calificación, dos escalones debajo del máximo nivel posible, asignado a los activos más seguros del mundo.

Además, desde finales de la década de los ochenta, el país abrió sus fronteras , quitó controles a la salida de capitales y apostó a un crecimiento basado en las exportaciones.  México cuenta con diez tratados de libre comercio con 45 países y 30 acuerdos para la protección recíproca de inversiones. Asimismo, el peso es la divisa emergente más operada del mundo, la octava con mayor liquidez a nivel general.

La diferenciación respecto a otros países emergentes se reflejó en la predilección de los inversionistas para elegir a México como destino de su dinero.  El mercado de capitales le abrió la puerta al país para que se financiara mediante la colocación de deuda a largo plazo en más de una ocasión. La confianza llegó a tal nivel que México colocó un bono a cien años en libras esterlinas. La respuesta del mercado fue un exceso de demanda: el interés en el país era una realidad.

México se ganó la confianza de los inversionistas internacionales, quiénes motivados por el nuevo proceso reformista dieron origen al Mexican Moment. La apertura del sector energético, después de 70 años de monopolio estatal, transformó el interés en frenesí. Tan solo en la Ronda Uno de la reforma energética, la iniciativa privada  tendría acceso a yacimientos que, de acuerdo al diario Financial Times, contienen potencialmente 107.5 mil millones de barriles de crudo, equivalente a las reservas prospectivas de Kuwait.

Las expectativas crecieron desmesuradamente. El gobierno federal declaró que a finales del sexenio el país crecería a tasas del 5 por ciento.

Sin embargo, los recortes a los pronósticos de crecimiento se volvieron una rutina trimestral. El año pasado la economía creció apenas 2.1 por ciento y este año el Banco Mundial espera que el PIB se expanda 2.6 por ciento.

El estancamiento del crecimiento se volvió evidente. En los últimos treinta años, desde que se transitó hacia un modelo de apertura, el país ha crecido 2.3 por ciento anual.  

Mientras tanto, el 46.2 por ciento de la población se encuentra en una situación de pobreza, según el Coneval.  El nivel es semejante al de hace veinte años. El avance en el combate a la pobreza ha sido prácticamente nulo.

En cambio, la desigualdad de riqueza y de ingresos se ha exacerbado. El Global Wealth Report 2014 del banco Credit Suisse estima que el 10 por ciento de la población más rica de México concentra cerca del 65 por ciento de la riqueza del país. México es el segundo país con el mayor nivel de desigualdad (medido por el coeficiente de Gini) entre los países de la OCDE, únicamente detrás de Chile.

Alza del dólar: ¿efecto coyuntural o de largo plazo?

El peso se ha depreciado casi un 26 por ciento frente al dólar  en el último año. El tipo de cambio en ventanillas bancarias alcanzó un máximo histórico de 16.77 pesos por dólar el jueves pasado.

Más que un deterioro de los indicadores económicos de México, el fenómeno obedece a un fortalecimiento generalizado del dólar. En lo que va del 2015, frente a la moneda estadounidense, el real brasileño ha perdido el 22 por ciento de su valor, el peso colombiano el 17 por ciento, la rupia de Indonesia el 27 por ciento y la lira turca el 15 por ciento.

Los inversionistas globales están retirando sus posiciones de activos emergentes para repatriarlos a activos denominados en dólares. La tendencia se debe a que el mercado espera que la Reserva Federal de Estados Unidos, el banco central de ese país, eleve las tasas de interés, volviendo más atractivos a los activos estadounidenses.

La Reserva Federal ha mantenido su tasa de interés en niveles cercanos a cero como una política de estímulo. Ahora, la recuperación estadounidense está en marcha (la economía creció anualmente 2.3 por ciento en el último trimestre) y la expectativa de alza de tasas se ha intensificado.

La moneda mexicana es una de las divisas más líquidas y operadas del mercado, por lo que el peso resulta ser el primer activo vendido cuando los inversionistas desean reducir su exposición a activos emergentes.

Sin embargo, la rapidez con la que el peso se ha depreciado sorprendió a los inversionistas.  La mayoría de los pronósticos sitúan a la divisa mexicana en un nivel de entre 16 y 16.5 pesos por dólar para final de año.

Analistas consideran que si el peso continúa perdiendo valor rápidamente, podría ocurrir un éxodo de inversiones que ocasione un desbalance en la cuenta corriente, poniendo en jaque a la estabilidad financiera del país.

Mientras tanto, el Banco de México ha tomado medidas para asegurar la liquidez del mercado y evitar una depreciación más profunda. El monto de subastas diarias de dólares se incrementó de 52 millones de dólares a 200 millones de dólares.

Baja Inflación : ¿control o debilidad económica?

En la segunda mitad del siglo XX, la inflación significó el mayor problema económico de México. 

Sin embargo, el cambio en el nivel de precios se ha mantenido estable en los últimos años. La inflación tocó un mínimo histórico de 2.76 por ciento en la primera quincena de julio. La cifra se encuentra debajo del objetivo del Banco de México de 3 por ciento.

El comportamiento de la inflación en México contrasta con la experiencia de Brasil. 

El país sudamericano, cuya economía es la más grande de América Latina, enfrenta un cambio en el nivel de precios de 9.75 por ciento anual. La semana pasada, el banco central de Brasil determinó un alza en la tasa de interés de referencia a 14.25 por ciento con el fin de combatir la creciente inflación.

La coyuntura brasileña está marcada por una desaceleración  profunda de la actividad económica, la cual será exacerbada por el incremento en los tipos de interés. El país sudamericano enfrentará una contracción de 1.5 por ciento de su PIB este año según estimaciones de la CEPAL.

No obstante, el fantasma de la inflación aún ronda a México. La fuerte depreciación del tipo de cambio no se ha manifestado en el nivel de precios. Un encarecimiento del dólar vuelve más caras las importaciones para los mexicanos, por lo que el precio de los bienes con componentes importados suele elevarse significativamente en estos casos. Según datos del INEGI, las importaciones de 2014 fueron equivalentes a alrededor de un tercio del PIB.

Analistas explican que la transmisión de la depreciación del peso frente al dólar no ha ocurrido ya que las empresas se han abstenido de subir los precios para mantener su participación de mercado. Dada la debilidad actual de la demanda, las firmas optan por asumir el costo del incremento en el tipo de cambio para no perder su base de clientes.

¿País de pobres o de clase media?

¿México es un país de pobres o un país de clases medias? El último reporte sobre combate a la pobreza del Coneval revivió este debate. El organismo detalla que en México existen 55.3 millones de personas en situación de pobreza, es decir el 46 por ciento de la población.

Lo alarmante es que, en términos relativos, la cifra es similar a la de hace veinte años. La política social abocada a combatir la pobreza en las últimas dos décadas ha fracasado.

La CEPAL reporta que entre 2005 y 2012, México fue el país con los peores resultados de reducción de pobreza en América Latina. En este lapso, los niveles de pobreza en México pasaron de 43 por ciento  de la población a 41 por ciento. En el resto de los países de la región, la cifra evolucionó, en promedio, de 39 por ciento a 28 por ciento.

El economista Luis de la Calle argumenta que si se utiliza un enfoque de medición de pobreza a través del gasto y no del ingreso, el escenario pintaría muy diferente. Los datos que muestran un aumento de las salas de cine, el alza del consumo de bienes finales, así como el incremento en el uso de teléfonos inteligentes y televisión restringida corresponde a un mercado para un país de clase media.  

De la Calle afirma que aún utilizando la metodología del Coneval, el 54 por ciento de la población, quitando a los ricos, es de clase media. Señala que la gran mayoría de los estados de la República avanzaron en la reducción de pobreza, destacando que el incremento de personas en esta situación es explicada en un 72 por ciento por Veracruz y Estado de México.

Sin embargo, el Coneval sostiene que únicamente uno de cada cinco mexicanos no es pobre ni vulnerable a padecer alguna carencia social o de ingreso. Existen 8.5 millones personas que están en riesgo de caer debajo de la línea de bienestar si no mejoran la situación de sus ingresos en poco tiempo. Dicha línea, rebasada por el 54 por ciento de la población que refiere De la Calle, es de 2 mil 542 pesos al mes para zonas urbanas y mil 615 pesos al mes para zonas rurales.

Ronda Uno: ¿Éxito o fracaso?

Cuando el presidente Peña Nieto promulgó la esperada reforma energética en septiembre del año pasado, nadie esperaba que el barril de crudo fuera a perder la mitad de su valor para cuando se inaugurara la apertura del sector energético en la Ronda Uno.

Las firmas energéticas globales estaban listas para aprovechar el fin del monopolio estatal en el sector y desarrollar los campos a licitarse que cuentan  potencialmente con 107.5 mil millones de barriles de crudo, equivalente a las reservas prospectivas de Kuwait.

El nuevo escenario de bajos precios del petróleo redujo el atractivo que la reforma había generado a nivel global.  La consultora energética Wood Mackenzie estima que las grandes firmas petroleras globales han suspendido 200 mil millones de dólares en inversiones de nuevos proyectos como el desarrollo de los yacimientos de aguas profundas del Golfo de México.

El gobierno federal esperaba licitar exitosamente entre 30 y 50 por ciento de los 14 campos de la primera fase de la Ronda Uno.  La Secretaría de Energía detalló que en caso de que se asignaran todos los bloques, el país recibiría una inversión de 18 mil millones de dólares.

El resultado contrastó fuertemente con las expectativas: únicamente se asignó el 14 por ciento de los campos a un solo consorcio. La inversión esperada será apenas de mil millones de dólares.

Sin embargo, la transparencia y la logística de la Ronda Uno fueron elogiadas por los actores de la industria. Se sentó un precedente para las licitaciones futuras, particularmente para la cuarta fase donde se buscará asignar los campos de aguas profundas, los yacimientos de mayor potencial que han llamado la atención de las grandes firmas globales.

No existe un consenso respecto a cuánto va a durar la coyuntura de bajos precios o cuál es el mínimo que tocará el barril de crudo. Algunos analistas esperan que la recuperación del valor del petróleo llegará hasta 2020.

Mientras tanto, la Secretaría de Energía anunció que retrasará la licitación de los campos de agua profunda. Se aprendieron las lecciones de la primera fase y se esperará a que se presente un mejor escenario de precios.

Esta licitación representa la gran oportunidad para revertir la racha de once trimestres consecutivos de pérdidas en Pemex y la tendencia a la baja de los ingreso petroleros, los cuáles siguen financiando un tercio del presupuesto federal. 

¿Estabilidad macroeconómica en juego?

La Secretaría de Hacienda insiste en sus posicionamientos oficiales en que México es un país que se ha sabido diferenciar respecto a otros países emergentes. Los fundamentos macroeconómicos de México le han abierto la puerta a los mercados de capital de todo el mundo y han hecho de los activos mexicanos un destino predilecto de inversión.

Sin embargo, desde el 2012, el déficit y la deuda bruta han seguido una tendencia de crecimiento que amenaza el terreno ganado en los últimos años. El CIDAC señala que el déficit creció más del 40 por ciento en febrero de este año en relación al mismo mes del 2014.  Esto es explicado por una profunda caída en los ingresos petroleros (49 por ciento) y un ligero aumento en el gasto público.

Por otra parte, según estimaciones del CIDAC, la deuda bruta del gobierno federal pasó de alrededor del 42 por ciento en el 2012 a casi 50 por ciento en 2014.

Los riesgos de seguir dependiendo del petróleo para financiar gran parte del presupuesto del gobierno federal quedaron en evidencia con la caída del precio del curdo que inició desde finales del año pasado.

Ahora, el gobierno federal ha anunciado un recorte al gasto público de 124 mil millones de pesos para 2015 y 135 mil millones de pesos para 2016.

Cuando la calificadora Moody’s otorgó la calificación de A3 a la deuda mexicana argumentó que las reformas estructurales se verían reflejadas en un  mayor crecimiento y éste a su vez incidiría positivamente sobre los niveles de recaudación y los fundamentos fiscales.

El consenso de analistas refiere que en este sentido, el país vive una tormenta perfecta. Las reformas estructurales no han sido implementadas en su totalidad, por lo que el flujo de inversión esperada se retrasará. Asimismo, el recorte al gasto público tendrá un efecto negativo en la actividad económica, mientras que la caída en el precio del petróleo podría reflejarse en un desbalance fiscal y un incremento significativo de la deuda.

Los fundamentos macroeconómicos que le han dado a México su lugar privilegiado entre países emergentes están en juego. 

 

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