Las expectativas de crecimiento global se vuelven cada vez más pesimistas. Ayer, el Fondo Monetario Internacional hizo un llamado a las mayores economías del mundo a tomar “acciones decisivas” para impulsar el crecimiento económico.
La preocupación yace en que la turbulencia de los mercados financieros podría trasladarse a la economía real de manera concreta. En lo que va del año, 40 índices accionarios alrededor del mundo han perdido más del 20 por ciento de su valor respecto a sus precios máximos.
Ésta no es una advertencia solitaria. En el último mes ha crecido el consenso de que son necesarios una serie de estímulos fiscales que incentiven la actividad económica.
La recuperación no se ha consolidado y la nueva normalidad de bajo crecimiento se ha convertido en la constante de la coyuntura económica en el periodo post-crisis.
En ese sentido, Citigroup reafirmó su postura de que las probabilidades de que el mundo enfrente una recesión próximamente son altas y se encuentran en ascenso. Willem Buiter, economista en jefe del banco estadounidense, expuso en una nota para clientes que la relativa calma que ha prevalecido en los últimos dos años podría llegar a su fin.
En septiembre del año pasado, Buiter circuló una presentación titulada “¿China está llevando al mundo hacia la recesión?”. A pesar del estancamiento económico, no existía una percepción generalizada de que las condiciones de la economía global se estaban deteriorando rápidamente.
Sin embargo, Buiter afirmó que la recesión era el escenario más factible, al cual le asignó una probabilidad de ocurrencia de 55 por ciento.
Meses después, las preocupaciones en relación al desempeño económico, tanto de países desarrollados como emergentes, se han vuelto más comunes. Los problemas estructurales de la nueva normalidad de bajo crecimiento han sido señalados públicamente por miembros de la iniciativa privada, como el asesor en jefe de Allianz Mohamed El-Erian, así como por economistas renombrados como Nouriel Roubini y Larry Summers.
Los argumentos de Citi toman una mayor importancia en un contexto en el que las perspectivas de crecimiento han sido recortadas constantemente desde el año pasado. En enero del 2015, Citi esperaba que las economías desarrolladas crecerían a una tasa de 2.4 por ciento en 2016. El pronóstico actual es de 1.6 por ciento.
Esto representa la expansión más débil desde que surgió la crisis de la eurozona en el 2012. Bajo las medidas de Citi, si el mundo converge hacia la tasa de crecimiento pronosticada, esto significará que la economía global se encontrará en recesión, de acuerdo a las medidas del banco.
Escenario complicado
El argumento más citado para explicar la reciente turbulencia en los mercados financieros es el de una menor actividad económica en China. Citi refrenda esta postura al señalar que existen “crecientes preocupaciones sobre la habilidad del mundo para enfrentar una pausa en el robusto crecimiento de China”.
Las autoridades del país asiático han realizado una serie de políticas cambiarias, monetarias y fiscales para asegurarle al mercado de que la economía china tendrá un aterrizaje suave que no repercutirá negativamente en el resto del mundo. El éxito de estas medidas es poco claro.
Estados Unidos, que era visto como el único pilar de crecimiento de la economía mundial, se encuentra en un punto de inflexión. La senda de la recuperación estadounidense ya no es tan clara como lo era a principios del año pasado.
Citi considera que la incertidumbre que rodea al futuro de la economía de Estados Unidos se ha incrementado recientemente. Larry Summers, exsecretario del Tesoro de Estados Unidos, calcula que existe una probabilidad de un tercio de que la economía de ese país caiga en recesión este año. Las probabilidades aumentan a 50 por ciento para el 2017 y el 2018.
El banco argumenta que si prevalece la característica generalizada de bajo crecimiento, se podría reforzar la tendencia de deflación de las economías avanzadas, exacerbando la desaceleración económica, creando un círculo vicioso de una menor actividad económica.
Deuda y riesgos políticos
Por otra parte, Citi expone que el alto apalancamiento que prevalece en la mayoría de los países y en algunos sectores clave de la economía representa otro factor de riesgo.
Después de la crisis del 2008, el mundo vio crecer los niveles de deuda pública sustancialmente.
Además, compañías privadas de sectores como el energético, podrían enfrentar una serie de defaults que impliquen un riesgo sistémico para los mercados financieros.
Debido a la baja considerable del precio del petróleo, las firmas energéticas presentaron el peor desempeño entre los diferentes sectores que componen el índice de acciones estadounidense S&P 500.
Finalmente, Citi hace énfasis en la existencia de riesgos geopolíticos relevantes que podrían traducirse en incertidumbre para los mercados.
En un análisis independiente, Nouriel Roubini advierte sobre las implicaciones económicas de las guerras civiles de Medio Oriente, la rivalidad de Irán y Arabia Saudita, la creciente tensión en el Mar de China del Sur, la crisis de identidad de Europa, así como el peligro de que Rusia se vuelva cada vez más agresiva hacia occidente.
El problema, señala Roubini, es que los mercados no han descontado este factor de riesgo político. Pero inevitablemente uno de estos eventos se verá reflejado negativamente en las decisiones de inversión.