Una contracción económica es una mala noticia para cualquier país en términos absolutos, pero hay de malas a peores noticias en términos relativos. Es por eso que los últimos indicadores económicos brasileños deben resultar de cierta forma alentadores para el emproblemado país sudamericano.
La mayor economía de Latinoamérica registró una contracción de 0.3 por ciento durante el primer trimestre del 2016 en comparación con el último trimestre del año pasado. Con esto Brasil hila cinco trimestres consecutivos de contracción – su peor recesión en casi un siglo.
Pero dentro de lo malo, la cifra representa una mejoría: en los tres trimestres previos la tasa de contracción fue de entre 1.4 y 2.1 por ciento. Esto quiere decir que la profundidad del actual declive es menos de una quinta parte de lo experimentado en tres cuartos del 2015.
La cifra además superó las expectativas de los economistas encuestados por Reuters, que pronosticaban una caída de 0.8 por ciento en el producto interno bruto (PIB) de Brasil.
De forma interanual, la tasa de contracción de 5.4 por ciento también rebasó las expectativas de los analistas encuestados por Reuters, que pronosticaron un declive de 6 por ciento.
Grandes retos
A pesar de la mejora en el desempeño económico, el consenso respecto a Brasil sigue siendo pesimista, subrayando los retos a los que se enfrenta el gobierno del presidente interino Michel Temer.
Un punto clave que apaga las esperanzas de una rápida recuperación económica es el hecho de que el gasto público vio su mayor incremento desde el 2013 durante el primer trimestre del año, un nivel de estímulo percibido como insostenible en el mediano plazo debido al enorme déficit fiscal que mantiene Brasil, el cual equivale al 10 por ciento de su PIB.
“Las cifras no cambiaron la percepción de que la economía caerá significativamente este año”, dijo José Francisco Gonçalves, economista en jefe de Banco Fator, en entrevista con Reuters. “La economía sólo se estabilizará y dejará de caer entre el cuarto trimestre (del 2015) y el primer trimestre del próximo año”, agregó Gonçalves.
Por si fuera poco, los retos económicos no son el único problema con el que tiene que lidiar Temer: su gobierno enfrenta fuerte escrutinio por parte de investigadores legislativos y judiciales, y dos de sus ministros han renunciado en las últimas semanas ante acusaciones de corrupción.
Temer espera lograr un mejor desempeño económico que su predecesora, Dilma Rousseff, quien se encuentra esperando un juicio político en el senado brasileño. Sin embargo, la combinación de escándalos políticos con la peor recesión en la historia de Brasil puede hundirlo tal y como le sucedió a Rousseff.