Lecciones emergentes

La economía global se ha asentado en una dinámica en la que, si bien no denota fortaleza, crece a tasas muy moderadas. Desde el 2010, la expansión del producto interno bruto del mundo se ha situado en el rango de entre 2 por ciento y 3 por ciento.

Willem Buiter, economista en jefe de Citigroup, resume el estado de la economía global diciendo que “ningún país está particularmente fuerte, pero, por el momento, tampoco hay alguno con una posición particularmente débil”.

1.6%
es el pronóstico de crecimiento del Fondo Monetario Internacional para Europa en el 2016
“Muchas compañías no sobreviven con el tiempo. ¿En qué se equivocan fundamentalmente? Usualmente no tienen consideración por qué pasará en el futuro”
Larry PageEmpresario estadounidense
Después de la crisis de 2008, las economías avanzadas han crecido moderadamente  debido a la falta de efectividad de sus políticas económicas.  En este nuevo escenario, la experiencia de economías en desarrollo puede ser útil para revertir el estancamiento global
Mohamed El-ErianAsesor económico en jefe de Allianz SE y ex director general de PIMCO

La economía global se ha asentado en una dinámica en la que, si bien no denota fortaleza, crece a tasas muy moderadas. Desde el 2010, la expansión del producto interno bruto del mundo se ha situado en el rango de entre 2 por ciento y 3 por ciento.

Willem Buiter, economista en jefe de Citigroup, resume el estado de la economía global diciendo que “ningún país está particularmente fuerte, pero, por el momento, tampoco hay alguno con una posición particularmente débil”.

La crisis financiera del 2008 dejó como legado una nueva normalidad de bajo crecimiento que ha sido prácticamente inmune a los esfuerzos de políticas económicas, especialmente en las economías avanzadas. La respuesta a la recesión que siguió al colapso de Lehman Brothers hace ocho años se ancló en la política monetaria de los principales bancos centrales del mundo.

La Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco Central Europeo y el Banco Central de Japón recurrieron a medidas heterodoxas para estimular sus economías: tasas de interés de referencia en niveles cercanos a cero, así como la implementación de programas de compras masivas de activos.

Hoy las limitaciones del alcance de la política monetaria han quedado patentes. Mientras que Europa y Japón aún no logran consolidar su recuperación, Estados Unidos registró una tasa de crecimiento de 2.1 por ciento entre 2009 y 2015, la más baja en toda la posguerra.

De acuerdo a Mohamed El-Erian, asesor económico en jefe de Allianz SE y antiguo director general de PIMCO, las economías avanzadas han transitado hacia una nueva condición estructural, similar a la de sus contrapartes emergentes.
 
Voltear a la periferia
 
El argumento de El-Erian sugiere que la política económica de los países avanzados se diseñaba en función de tres premisas: un entorno institucional estable y funcional, cambios estructurales claros y graduales, así como el hecho de que estas dos consideraciones se mantenían a pesar de los ciclos políticos cambiantes.

En resumen, la elaboración de políticas económicas partía del entendido de que ‘las reglas del juego’ eran constantes. A consecuencia de esto, las autoridades fiscales y monetarias de los países avanzados se limitaron a controlar los ciclos económicos con medidas apegadas a la ortodoxia.

Lo anterior contrasta con la experiencia del grueso de las economías emergentes. La debilidad institucional, la fugacidad de los ciclos políticos y la rapidez con la que se llevan a cabo cambios estructurales en la economía son variables que se toman en cuenta para la elaboración de políticas públicas en los países emergentes.

La transición de la economía estatista de México de principios de los ochenta a la economía liberal de principios de los noventa, la administración del colapso de la Unión Soviética y la reconstrucción de las economías del sudeste asiático después de la crisis de deuda de finales del siglo pasado son ejemplos claros de cómo se han diseñado políticas que incorporan el enfoque de inestabilidad institucional y el que atiende la coyuntura económica inmediata.

Aunque ninguno de estos cambios ha estado exento de turbulencia e incertidumbre, las respuestas de política económica en estos casos han generado resultados efectivos en el mediano plazo.

Mohamed El-Erian insiste en que la respuesta de los países avanzados al escenario posterior a la crisis del 2008 se ha abocado a controlar los ciclos económicos. Hasta el momento, argumenta, con poco éxito.

Esto se explica en gran medida porque se ha ignorado el efecto de cuatro consecuencias de este marco de política económica que tendría cabida en cualquier análisis de alguna economía emergente: el creciente nivel de deuda que permite mantener el sentimiento de estabilidad financiera, la asignación ineficiente de la inversión, un incremento  en los niveles de desigualdad de ingreso y de riqueza, además de una creciente polarización que deriva en un mayor riesgo político.
 
“Nueva mediocridad”
 
El-Erian sugiere que la crisis de deuda europea, los altos niveles de desempleo y subempleo de las economías avanzadas, así como la persistencia de bajas tasas de crecimiento son eventos poco familiares para estos países, pero forman parte de la narrativa usual de las economías emergentes.

La percepción de que las condiciones económicas de la post crisis están sustentadas en un cambio estructural que se ha vuelto inamovible crece entre las voces más respetadas del debate económico.

Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, se refirió a estas condiciones como “la nueva mediocridad”. Por otra parte, Larry Summers, ex secretario del Tesoro de Estados Unidos, utiliza el término “estancamiento secular” para explicar este fenómeno.

Holger Sandte, analista en jefe para Europa en la firma Nordea Markets dijo a Bloomberg: “Todavía nos encontramos en un proceso de ajuste posterior a la crisis y estaremos en esta posición por algún tiempo, tal vez de tres a cinco años”.

Te puede interesar