Cuando el mundo se vio afectado por la crisis económica en el 2008, todos los analistas apuntaron a que el colapso fue ocasionado por el comportamiento desordenado y, en algunos casos, ilegal de las grandes instituciones financieras.
Al final, los bancos responsables del problema tuvieron que ser rescatados por su importancia en el sistema financiero y los consumidores promedio tuvieron que pagar la factura.
Este desenlace provocó una fuerte protesta y evidenció la necesidad de tener una regulación más estricta para evitar abusos en el futuro.
Sin embargo, en opinión del premio nobel de economía Joseph Stiglitz, esta lucha por conseguir una regulación bancaria efectiva ha fracasado y las instituciones financieras continuan haciendo de las suyas.
El profesor de la Universidad de Columbia afirma que todos los días se cometen abusos por parte de los bancos que manipulan el mercado con el único fin de incrementar sus ganancias.
Las prácticas que desencadenaron la crisis económica siguen en boga, mientras que los funcionarios de gobierno responsables de imponer el orden han cedido a las presiones de lo banqueros.
Cabildeo excesivo
Stiglitz señala que la principal causa por la que no se ha creado una nueva regulación es el cabildeo que realizan los bancos en el Congreso estadounidense.
Gran parte de las leyes propuestas para prevenir una crisis similar no han conseguido la aprobación de los legisladores y las iniciativas aceptadas sufrieron tantas modificaciones que no representan un cambio importante.
Si se pudiera mencionar algún aspecto positivo de la crisis, sería la puerta que abrió para regular un sector que se ha caracterizado durante años por ser fácilmente manipulable.
Sin embargo, esta ventaja fue desaprovechada y gran parte de los especialistas aseguran que vivimos en peligro de volver a cometer los mismos errores.
A pesar de que el sistema bancario es más seguro que hace 5 años, Stiglitz asegura que esto no significa un gran cambio, ya que las condiciones en el 2008 eran desastrosas.
Asimismo, los esfuerzos realizados hasta el momento no han atacado los problemas estructurales y no se puede esperar mucha diferencia.
Tanto el sector bancario como las instancias gubernamentales se han empeñado en realizar una propaganda positiva para persuadir a las personas y convencerlas de que todo ha cambiado y los riesgos de la crisis fueron superados, pero los hechos indican lo contrario.