Los escombros de la Unión
No sólo por ser la capital de Bélgica sino también la sede de algunas de las principales instituciones de la Unión Europea (UE), los ataques terroristas en Bruselas se presentaron en un momento difícil para la integración del bloque de 28 países.
Y es que la recuperación económica de la UE posterior a las recesiones del 2009 y 2012 continúa a un paso lento y desigual.
Rolando Hinojosa
No sólo por ser la capital de Bélgica sino también la sede de algunas de las principales instituciones de la Unión Europea (UE), los ataques terroristas en Bruselas se presentaron en un momento difícil para la integración del bloque de 28 países.
Y es que la recuperación económica de la UE posterior a las recesiones del 2009 y 2012 continúa a un paso lento y desigual.
Algunos países permanecen estancados y el espectro de la deflación persiste como una amenaza latente a través del continente. Esto a pesar de los esfuerzos de estímulo sin precedentes emprendidos por el Banco Central Europeo (BCE).
Las prolongadas y repetitivas crisis de deuda desatadas por los países de la periferia europea, particularmente Grecia, mantienen viva la tensión acerca del funcionamiento de la eurozona, la unión monetaria de la región.
A esto se agrega que el incremento masivo en el flujo de refugiados que buscan escapar de los conflictos en el Medio Oriente, particularmente la guerra civil de Siria, han impulsado una ola de éxito electoral para los partidos de extrema derecha.
Estos organismos políticos en su mayoría escépticos de la efectividad de la UE, debilitan la voluntad política por mantener los compromisos de integración económica y territorial de Europa.
Por si fuera poco, la crisis de seguridad que la UE vive desde noviembre pasado, cuando París también se vio sacudida por letales ataques terroristas, incrementa la aversión al riesgo de los inversionistas.
Lo anterior vuelve más atractivos los activos refugio como los bonos gubernamentales de Estados Unidos o Alemania, y en el proceso incrementa los costos crediticios para los países de la periferia europea como Portugal.
En suma, el proyecto de integración europea se enfrenta a una tormenta perfecta que podría deshacer las décadas de trabajo cuyo resultado justificó el otorgarle a la UE el Premio Nobel de la Paz en 2012.
Europa sin Schengen…
Si desapareciera la libertad de tránsito transfronterizo en la UE creado a través del Acuerdo Schengen de 1985, los países miembros de la unión sufrirían un costo económico significativo.
El centro de investigación belga Bruegel estima que los costos económicos totales derivados de la eliminación del Espacio Schengen alcanzarían entre 3 y 4 mil millones de euros anuales, repartidos entre quienes tendrán que enfrentar mayores dificultades para trabajar (1.7 millones de personas en Europa ganan su salario en un país diferente al de su domicilio) y los retrasos en el comercio terrestre transfronterizo.
Esto sin tomar en cuenta los costos que podrían derivarse de imponer mayores dificultades a los aproximadamente 200 millones de viajes que ocurren anualmente entre países de la UE; Guntram B. Wolff, director de Bruegel, indica que esto podría incluso doblar los costos.
De igual forma, el centro de investigación francés Strategie estima que el desmantelamiento del Espacio Schengen reduciría en alrededor de 0.8 por ciento el producto interno bruto (PIB) de la UE en la próxima década; una reducción de 110 mil millones de euros.
… Y sin el euro
Si se elimina el Espacio Schengen, la unión territorial de la UE, el próximo blanco lógico sería su unión monetaria: la eurozona.
La eurozona y su moneda, el euro, se encuentran vigentes desde 1999 y han reducido los costos de la incertidumbre cambiaria tanto para los negocios como para los gobiernos de los países que se adhieren a ella.
Sin embargo, el mismo Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea (el brazo ejecutivo de la UE), señaló recientemente que “sin Schengen y el libre movimiento de los trabajadores, de los ciudadanos el euro no tiene sentido”.
Los mecanismos de la moneda común y la rendición del control individual de la política monetaria de cada país también han sido señalados como un factor que contribuye en las crisis de deuda y bajo crecimiento económico a las cuales se han enfrentado países como Grecia, Portugal, España e Italia.
A pesar de esto, deshacerse del euro no llegaría sin costos: al igual que en el caso del desmantelamiento del Espacio Schengen, los costos para los consumidores y las empresas podrían alcanzar miles de millones de euros durante la próxima década.