El crecimiento económico no está garantizado para las nuevas generaciones. El Instituto Global McKinsey alerta sobre una tendencia global: los jóvenes podrían ser más pobres que sus padres.
Después de la Segunda Guerra Mundial, las economías de Europa, América y Asia reportaron crecimiento económico, de empleo y aumentaron los ingresos en las economías familiares.
Sin embargo, entre 2005 y 2014, los ingresos de esas mismas economías fueron estables o disminuyeron entre el 65 y 70% de los hogares, aproximadamente 540 millones de personas.
El estudio “¿Más pobres que sus padres?” proporciona una nueva perspectiva sobre la desigualdad de ingresos. “Nuestro análisis detalla el fuerte aumento de la proporción de hogares que simplemente no están avanzando. Los más afectados son los jóvenes, los trabajadores menos educados… una generación que crece más pobre que sus padres”, señalan.
El impacto económico y social es potencialmente corrosivo. Los factores que influyeron en esta desalentadora tendencia son: el envejecimiento de la población, la caída de los salarios y la pérdida de derechos en el mercado laboral.
Más de un tercio de los encuestados por El Instituto Global McKinsey ha perdido la fe en el sistema económico global. Piensan que sus hijos vivirán en un entorno más complicado y expresaron opiniones negativas sobre el libre comercio y la inmigración.
“Si continúa el bajo crecimiento económico de la década pasada, la proporción de hogares con ingresos decrecientes podría aumentar hasta 70 u 80 por ciento. Incluso si el crecimiento económico se acelera, el problema no desaparecerá, sólo se reducirá en 10%. Las cifras de bajos ingresos podrían duplicarse por la rápida automatización del trabajo”, reporta la investigación.
Los expertos llaman a mejorar las oportunidades de empleo para las nuevas generaciones.