El comercio es una de las actividades más importantes para la economía mexicana, mientras que la nación azteca es una de las que cuenta con un mayor número de acuerdos para incentivar el intercambio de mercancías.
La red se extiende a 13 pactos comerciales con 52 economías o países del mundo a los que se suman acuerdos para la promoción con 32 naciones y otros más sobre protección de inversiones. Asimismo, México es miembro de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI).
Sin embargo, pese al gran número de acuerdos comerciales en todo el mundo, México no logra romper su dependencia comercial con Estados Unidos, mercado al que envía el 80 por ciento de los productos de exportación, desde materias primas hasta mercancías de manufactura nacional, que impulsan la inversiones.
Raymundo Tenorio, investigador de economía del Tecnológico de Monterrey, comparte que para poder dar vuelta a la moneda y lograr cortar el lazo de comercio que nos une con Estados Unidos el país no necesita más acuerdos, sino la participación activa del empresariado nacional, sobre todo, de las pequeñas y medianas empresas (pymes).
Los acuerdos otorgan preferencias arancelarias entre los países que los signan con el objetivo de crear un marco jurídico para facilitar el intercambio de mercancías entre empresas.
Cambiar de dirección
La actual administración tiene entre sus prioridades impulsar la diversificación de los mercados de importación y, de acuerdo con la opinión de Raymundo Tenorio, la tarea no será sencilla.
Las autoridades comerciales en el país deberán virar el timón para mantener el rumbo y deberán sortear algunas tormentas como la desaparición de ProMéxico, sin reducir las cifras de exportaciones.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y el Banco de México (Banxico), el país cerró 2017 con un aumento anual de 9.5 por ciento, que representa el mayor crecimiento desde el año 2011, al alcanzar una cifra récord de 409 mil 494 millones de dólares, de las cuales la mayoría fueron de tipo manufacturero.
Con estas cifras, la nación azteca se posiciona como una puerta de acceso a un mercado de más de mil millones de consumidores y 60 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) a nivel mundial.
El primer desafío que el Gobierno federal deberá enfrentar con miras a la diversificación de mercados es la capacitación de los promotores que se ubicarán en las embajadas, quienes deberán acercar a las empresas mexicanas con sus posibles clientes en otros países para estimular las inversiones.
Esta labor de enlace, que correspondía a ProMéxico, institución que desapareció debido a la política de austeridad, podría ser más lenta debido a la curva de aprendizaje de quienes ahora deberán sumar esta labor a sus actividades, de acuerdo con Tenorio, del Tec de Monterrey.
De acuerdo con las proyecciones del especialista, esta organización afectará en un primer lugar a las pymes, ya que son las que dependen de las cadenas productivas ligadas a los pactos de pre-exportación, mientras que las medianas y grandes compañías con vocación de exportación podrían optar por contratar a expertos que se encarguen de realizar las actividades como investigación de mercados, asambleas de negocios y buscar inversiones.
No obstante, Raymundo Tenorio advierte que la actual administración federal deberá mantener sus esfuerzos para modernizar algunos tratados con otros países, como sucede en la actualidad con naciones como China.
“El gobierno ha hecho su tarea desde las pasadas cuatro administraciones para forjar el músculo negociador, pero no puede obligar a las empresas a realizar exportaciones, son ellas las que tienen que dar el paso para sobrevivir a un mercado de mayor competencia y de mayores requerimientos de calidad”.
El gran reto
Estados Unidos es el mayor socio comercial de México, pero no es el único. La red de acuerdos comerciales del país le permite tener vínculos con economías altamente competitivas en todo el mundo.
Sin embargo, durante años el gobierno mexicano se ha enfocado más en fortalecer la relación bilateral con su vecino al otro lado de la frontera norte, situación que ha impedido fortalecer su posición frente a otros países.
“El mayor desafío de México en materia comercial es que no ha sabido sacar provecho a otros tratados más allá del que tiene con la región de Norteamérica, necesita abrirse paso a la diversificación”, dice José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC).
El Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) es el rey de todos los entendimientos. Esta región conformada por una población de 444 millones de habitantes comercializa más de 2 millones de dólares (mdd) cada minuto y al día mueve trilateralmente 2 mil 800 mdd, de acuerdo con los últimos datos disponibles en el portal de la Secretaría de Economía (SE).
Aunque el 30 de noviembre de 2018 los jefes de Estado de los tres países miembros firmaron el documento, aún existen varios puntos que pueden complicar su aprobación en los órganos legislativos de cada socio.
En este momento Estados Unidos es la mayor preocupación, debido a que el cierre de gobierno por el tema presupuestario ha confrontado a los demócratas con el presidente Donald Trump.
El mundo en la mira
Otro de los documentos que destacan en la lista es el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP), que entró en vigor el pasado 30 de diciembre
El CPTPP es un tratado de integración económica plurilateral que reúne a algunas naciones de ambos lados del Pacífico, como Australia, Canadá, Chile, Malasia, Japón, Singapur, Vietnam, Perú y México, entre otros.
A pesar de que en los últimos 10 años las exportaciones mexicanas a los países CPTPP han crecido dos veces más rápido que los envíos al resto del mundo y que es una región de gran dinamismo que ofrece oportunidades importantes de comercio e inversión, el director del IDIC advierte los riesgos que existen.
“Este tratado abrió vulnerabilidades para algunos sectores. Lo que debe hacer el gobierno mexicano es garantizar una competencia justa porque algunos de los países apoyan a sus empresas mediante subsidios, lo que permite llevar sus productos a cualquier parte del mundo, situación que genera preocupación entre los productores nacionales”, detalla De la Cruz.
Desde julio de 2000 entró en vigor el Tratado de Libre Comercio (TLCUEM), que forma parte del Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación México-UE.
El acuerdo cobró relevancia porque fue el primero en concretarse entre el continente americano y el europeo abriéndole la puerta al territorio azteca a mercados como el alemán y el francés.
En 2013, México y la UE acordaron explorar opciones para actualizar el documento con el objetivo de reducir aranceles y cuotas. El año pasado concluyeron con éxito las negociaciones de un nuevo acuerdo global con la Unión Europea, que incluye aspectos políticos, económicos y de cooperación.
Aun cuando la red de acuerdos comerciales de México reposiciona al país de una manera importante, José Luis de la Cruz considera que todavía hace falta promover políticas que permitan fortalecer la integración con todos sus socios.