México no es la promesa emergente que atrajo la atención del mercado y de los medios globales en el inicio de la administración de Enrique Peña Nieto. Sin embargo, aún con la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en puerta, el país mantiene la esencia de los fundamentos que motivaron el Mexican Moment.
A pesar de que la economía mexicana está envuelta en una narrativa de pesimismo sin precedentes desde la Gran Recesión de 2009, la confianza de los inversionistas globales en el país se está recuperando de manera gradual.
Joel Virgen, subdirector de análisis de mercados financieros en Citibanamex, estima que, entre diciembre y febrero, entraron al país 10.2 mil millones de dólares en flujos de capitales. En términos mensuales, esto representa la mayor entrada de capitales en renta fija y renta variable desde enero de 2015.
El regreso de inversión en cartera al país marca un punto de inflexión que cierra un ciclo de salidas de capitales y de depreciación del peso frente al dólar que inició a mediados del año pasado.
El consenso de analistas argumenta que las condiciones macroeconómicas de México son de mejor calidad que la mayoría de los países emergentes. La inflación aún se encuentra relativamente controlada, el nivel de déficit fiscal y deuda pública es mucho menor que el de países como Rusia y Brasil, las perspectivas de recesión son un escenario de muy baja probabilidad y el país está implementado las reformas estructurales aprobadas en la primera parte de este gobierno.
Esto contrasta con la percepción negativa de la economía que inauguró el triunfo electoral de Donald Trump, en la que se conjugaron factores internos y externos para dar lugar a un escenario adverso: deterioro de expectativas de inflación, incapacidad para controlar el creciente nivel de deuda pública, el recorte consistente de los pronósticos de crecimiento económico, la fragilidad de las finanzas públicas, la potencial implementación de un impuesto de ajuste fronterizo en Estados Unidos y una renegociación del TLCAN abocada a contener el déficit comercial que la economía de Estados Unidos mantiene con México.
Señales mixtas
El choque de estas narrativas envía señales mixtas al mercado y a los agentes económicos respecto del futuro de la economía mexicana. Por un lado, la fuerte depreciación del peso contra el dólar que inició el 8 de noviembre, fecha de las elecciones estadounidenses, se detuvo cuando Trump asumió el poder el 20 de enero. Desde entonces, la moneda mexicana ha ganado el 10.32 por ciento de su valor en relación al dólar.
Por otra parte, este mes, la agencia calificadora Fitch emitió un reporte en el que expresa preocupación por el bajo crecimiento de la economía de México y su efecto sobre la capacidad del gobierno mexicano para controlar el nivel de deuda pública, cuyo monto equivale a 50.5 por ciento del producto interno bruto.
En el 2016, las tres principales agencias calificadoras redujeron las perspectiva de calificación de deuda soberana de México de estable a negativa. Aunque los bonos soberanos del país todavía cuentan con grado de inversión, el riesgo país (medido a través del precio de la permuta de intercambio crediticio, CDS) de México es mayor que el de otros países emergentes como Perú, Colombia e Indonesia.
El consenso de analistas espera que la economía mexicana crezca 1.49 por ciento en el 2017, una cifra muy por debajo de la tasa de expansión anual promedio de 2.3 por ciento de los últimos 30 años.
Estrés superado
A pesar de ello y a pesar de que la retórica proteccionista del nuevo gobierno de Estados Unidos (destino del 80 por ciento de las exportaciones mexicanas) no ha cambiado, México ha superado el punto de estrés más álgido de sus mercado de deuda local.
Luis de la Calle, un economista independiente, argumenta que el mercado ya se ha dado cuenta de que la capacidad de la nueva administración estadounidense para afectar sustancialmente a la economía mexicana y al TLCAN es limitada. Esto no sólo se ha vuelto patente en la reciente apreciación del peso contra el dólar, sino en una recuperación de la tenencia de valores del sector público en manos de extranjeros, que en noviembre tocó su punto más bajo en los últimos dos años.
Entre noviembre y enero, la tenencia de valores del sector público en manos de residentes del exterior se incrementó en 73.7 mil millones de pesos, de acuerdo a cifras del Banco de México.
Rompiendo la tendencia
La relación inversa entre el tipo de cambio y la tenencia de valores del sector público de residentes en el exterior se quebró en enero. Pese a que el peso siguió depreciándose, los inversionistas de cartera regresaron al país después del valle alcanzado en noviembre, cuando se llevó a cabo la elección presidencial de Estados Unidos.