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Las crisis que actualmente viven diversos mercados emergentes alrededor del mundo ofrecen una lección importante: hay que diversificar la actividad económica o de lo contrario sufrir las consecuencias de la sobredependencia sobre un sector.
Entre el 2000 y el 2011, el valor de los commodities (mercancías como el petróleo, metales y productos agrícolas, entre otras) aumentó más de 113 por ciento, según datos del Banco Mundial. En gran parte esta alza de precios se dio gracias a la mayor demanda proveniente de potencias emergentes como China e India.
Esta alza de precios impulsó fuertemente a los países que son exportadores netos de estos productos, los cuales principalmente son mercados emergentes. La revista The Economist señala que este impulso dio pie a la creencia de que “el futuro le pertenecía no a las lentas y envejecidas economías avanzadas, sino a los mercados emergentes”.
Sin embargo, desde su pico histórico en abril del 2011 hasta la fecha, el valor de los commodities ha caído más de 48 por ciento, según muestra un índice de precios de estos productos creado por Bloomberg.
Tras una década de buena fortuna construida sobre el éxito de los commodities, los problemas ya se sienten en los países emergentes, que registran crecimiento económico desacelerado, fugas de capital, y una fuerte depreciación en sus monedas.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) actualmente prevé que el 2015 sea el quinto año consecutivo de desaceleración económica en los mercados emergentes. “Éstos son por mucho los años de las vacas flacas después de la década de bonanza”, dijo recientemente Carmen Reinhart, economista investigadora en la Universidad de Harvard, en entrevista con Bloomberg.
Pero este revés de fortuna no le pesa a todos por igual. Aquellos países, como México, que han invertido en la diversificación de su actividad económica hoy no sufren consecuencias tan severas como los que aún dependen de forma preponderante de la exportación de commodities para crecer, como es el caso de Brasil.
Historia de dos economías
La comparación entre Brasil y México, las dos mayores economías de Latinoamérica, es útil para ver la importancia de la diversificación económica.
Entre 1988 y 1999, en medio de una depresión en los precios de los commodities, Brasil registró un crecimiento económico promedio de sólo 1.8 por ciento anual. Durante el mismo periodo, y a pesar de la crisis de 1994, México creció a un ritmo promedio anual de 3.4 por ciento – casi el doble que el de Brasil.
En contraste, entre el 2000 y el 2011, el boom en los precios de los commodities impulsó el crecimiento económico promedio de Brasil hasta el 3.7 por ciento anual – casi 70 por ciento mayor que la cifra mexicana de 2.2 por ciento registrada durante el mismo periodo.
Sin embargo, hoy la historia es otra. En los últimos tres años, el desplome en el valor de los commodities arrastró consigo el crecimiento brasileño, que en promedio fue de sólo 1.5 por ciento. México, por otro lado, se ha mantenido estable con un crecimiento promedio de 2.5 por ciento en el mismo periodo.
Mauro Guillén, investigador en la Universidad de Pennsylvania, señala que en parte esta diferencia en desempeño tiene que ver con la diversificación económica. A medida que México se ha industrializado, sus exportaciones se han vuelto menos dependientes sobre los commodities y más sobre la manufactura (sobre todo vehicular y de equipo electrónico).
De hecho, actualmente sólo dos de los 10 mayores productos de exportación mexicanos son commodities: el petróleo y el oro (que ocupan 13.4 y 2.4 por ciento del valor total de las exportaciones, respectivamente). En cambio, Brasil aún mantiene una proporción mercantil mucho más alta: nueve de sus 10 mayores exportaciones son commodities.
Resistentes, pero no inmunes
Apesar de que la diversificación económica ha reducido el impacto de la crisis de los commodities para México, el país no se encuentra inmune ante estos problemas.
Además de golpear las ganancias de empresas en sectores vinculados con estas mercancías, como en el caso de las mineras, el desplome de los commodities presiona a las finanzas públicas mexicanas, que aún dependen en casi un tercio de los ingresos petroleros.
Estos efectos negativos han contribuido a la depreciación de casi 30 por ciento que el peso ha sufrido desde 2011 frente al dólar estadounidense. Sin embargo, otras divisas como el real brasileño o el rublo ruso, cuyas economías dependen más de la exportación de commodities, han visto una depreciación mucho más severa.
Otro factor que pesa sobre México, igual que sobre otros mercados emergentes, es la expectativa cada vez mayor de un alza de tasas de interés por parte de la Reserva Federal (Fed), el banco central estadounidense. Un alza de tasas volvería más atractivos los activos estadounidenses, lo cual resultaría en fugas de capital y más depreciación para los emergentes.
Gabriel Casillas, director general de análisis económico de Grupo Financiero Banorte, considera que el debilitaiento del peso se debe, en un 30 por ciento a la caída petrolera, y un 60 por ciento a la expectativa de un alza de tasas por parte de la Fed.
Con esto en mente, los máximos históricos que se han visto recientemente en el tipo de cambio del peso frente al dólar pronto podrían verse rebasados.
Las mercancías mexicanas
Aunque actualmente sólo dos de las 10 mayores exportaciones mexicanas son commodities (petróleo y oro), éstas no son las únicas mercancías en donde México se destaca.
En consecuencia, no es sólo en lo relacionado con estos dos productos que el país se ve afectado negativamente por el desplome mercantil.
De los 22 componentes del índice de precios de commodities de Bloomberg, 18 han registrado caídas de más de 20 por ciento desde sus recientes picos de valor, lo cual las coloca en un mercado bajista.
Dentro de estos 18 productos, en siete de ellos México es un líder global, formando parte de los 10 mayores productores del mundo.
Un ejemplo de esto es la plata, donde México es el productor número uno del planeta: desde su último pico alcista, el valor de este metal ha sufrido un desplome de más de 40 por ciento hasta la fecha.
Otros ejemplo se ven en el cobre, donde México es el décimo productor mundial y cuyo valor también ha caído más de 40 por ciento desde su último pico alcista, y en el zinc, donde el país es el sexto productor mundial y cuyo valor registra una caída de aproximadamente 20 por ciento.
Fuera de los metales, las mercancías más golpeadas han sido el café, donde México es el séptimo productor global, y el azúcar, donde el país ocupa la sexta posición mundial: respectivamente, han caído 44 y 41 por ciento.
Dentro de las exportaciones más valiosas del país, el oro y el petróleo no se han salvado del desplome, ya que registran caídas de 42 y de más de 25 por ciento, respectivamente.