La economía mexicana parece estar condenada a seguir creciendo a la misma tasa de los últimos treinta años. El pronóstico promedio de expansión del producto interno bruto (PIB) estimado por los economistas del sector privado consultados por Banco de México (Banxico) es de 2.44 por ciento.
Los críticos de la política económica actual insisten en que la estabilidad macroeconómica se ha obtenido a costa de un crecimiento mediocre.
Recientemente, el economista Rogelio Ramírez de la O, argumentó en su columna del diario El Universal que “será difícil encontrar un equilibrio satisfactorio entre crecimiento, tipo de cambio, inflación y déficit externo. Si éste no va a aumentar, el gobierno tendrá que sacrificar el crecimiento”.
Sin embargo, la actividad económica ha entrado en una dinámica que podría amenazar al de por sí bajo crecimiento.
El Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) de abril registró una caída mensual desestacionalizada de 1.2 por ciento, la mayor contracción desde enero del 2009. En ese entonces, la economía real de México comenzó a resentir los efectos de la crisis global de 2008.
Golpe externo
La caída del IGAE coincide con una desaceleración del sector externo de México, responsable de un tercio del PIB.
La debacle de los precios petroleros que inició en el 2014 tuvo un efecto directo en las exportaciones mexicanas. No obstante, las exportaciones manufactureras, particularmente las del sector automotriz, continuaron expandiéndose, convirtiéndose en el pilar más importante del crecimiento económico.
Ahora, la coyuntura ha cambiado. La exportación de manufacturas inició una tendencia decreciente desde finales del 2015. En abril, éstas cayeron 7 por ciento en términos anuales.
Pese a esta desaceleración, la economía mexicana mantuvo su dinamismo gracias al fortalecimiento del mercado interno, uno de los componentes que tradicionalmente mostraban un desempeño en línea con la anémica tasa de crecimiento del PIB.
Aunque se ha argumentado que el consumo del mercado doméstico podría actuar como sustituto de un sector externo en declive, el grueso de los trabajadores del país no cuentan con los ingresos salariales suficientes para sostener el auge del consumo interno en el largo plazo. El 78 por ciento de las personas ocupadas reporta un ingreso de apenas hasta 3 salarios mínimos.
Perspectiva complicada
En un contexto en el que la Reserva Federal, y consecuentemente Banxico, se encuentran en un ciclo de alza de tasas de interés, la caída del IGAE podría representar un punto de inflexión peligroso para la economía mexicana.
El sector servicios, el otrora componente más dinámico del IGAE, cayó 1.2 por ciento en abril en términos mensuales desestacionalizados. Asimismo, el componente de actividad industrial del indicador se contrajo 0.7 por ciento.
Por otra parte, la desaceleración podría exacerbarse si la depreciación se traduce en presiones inflacionarias y el Banco de México decide incrementar la tasa de interés de referencia antes de lo esperado.
Además, la conjugación de estos factores ocurre en un momento en que el gobierno anunció un recorte fiscal de 307 mil millones de pesos para este año y el siguiente.