En el discurso, Donald Trump se ha convertido en el presidente anti inmigración por excelencia. Durante su campaña vendió la idea de que el flujo de migrantes mexicanos y centroamericanos representaba uno de los principales problemas de Estados Unidos.
Sin embargo, el diagnóstico del presidente no sólo está equivocado, sino que las soluciones que propone son, en el mejor de los casos, innecesarias. Ayer, el Instituto Brookings presentó un documento de investigación de la Universidad de California San Diego que concluye que las medidas anti inmigración de Trump representan un anacronismo.
El documento está firmado por los economistas Gordon Hanson, Chen Liu y Craig McIntosh; quienes argumentan que el dilema que enfrenta Estados Unidos no yace en cómo frenar los incrementos en la oferta laboral provenientes del exterior, sino en cómo prepararse para un futuro de baja migración.
El estudio detalla que el avance de la automatización, referido como el fenómeno responsable del desplazamiento de empleos en el sector manufacturero de Estados Unidos, se intensificará en los sectores de agricultura, construcción y de servicios; industrias en las que los migrantes cuentan con una participación significativa en la fuerza laboral.
“La inmigración futura de fuerza laboral joven con cualificaciones bajas tenderá a desacelerarse rápidamente, independientemente de que se implementen o no políticas draconianas para controlar la inmigración”, señala el documento.
El avance de la automatización obedece en gran medida a una desaceleración de los flujos de migrantes que cruzan por la frontera sur. De acuerdo a datos del Pew Research Center, el monto neto de migrantes mexicanos que entran a Estados Unidos se volvió negativo en el 2007. Esto quiere decir que hay más personas regresando a México de las que se van.
Hanson, Liu y McIntosh sostienen que la tendencia de los flujos de migración ha cambiado debido a que las economías de México y Centroamérica han crecido de manera consistente.
La presión que este fenómeno ejerce sobre el mercado laboral estadounidense incentiva una mayor inversión en procesos y tecnología de automatización, la cual, eventualmente reemplazará los empleos de un gran número de inmigrantes de manera permanente.
Promesas vacías
En ese sentido, la promesa emblema de Donald Trump, la construcción de un muro fronterizo, es puesta en tela de juicio por el estudio de la Universidad de California. Negociar el financiamiento del proyecto de infraestructura más grande desde la ampliación del sistema de carreteras que realizó el presidente Eisenhower se vuelve más difícil si existe evidencia de que la migración no representa un problema prioritario para Estados Unidos. La bancada del Partido Demócrata en el Congreso amenaza con provocar el cierre del gobierno si la administración de Trump no desiste en la construcción de un muro cuyo costo asciende a 21.6 mil millones de dólares, según la estimación del Departamento de Seguridad Interior.