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El término emergente tiene una connotación aspiracional. El concepto es comúnmente asociado con altas tasas de crecimiento económico y rendimientos atractivos para los inversionistas globales.
Sin embargo, el actual escenario económico ha enfrentado la expectativa con la realidad: las economías emergentes viven un duro panorama que se ha reflejado en una deprecióacin generalizada de las divisas frente al dólar, una desaceleración de la actividad económica, reducción del comercio global y un desempeño mediocre de los mercados de valores de estos países.
Las monedas emergentes no habían tocado un punto tan bajo frente al dólar desde 1999. Las ganancias en capital de los bonos denominados en estas divisas en los últimos cinco años fueron borrados con la depreciación.
Los efectos que ha generado la inminente subida de tasas de interés en Estados Unidos, la caída profunda en el precio de la mayoría de las materias primas (motor de exportación emergente) y las dificultades de China para mantener su ritmo de crecimiento han hecho estragos en los países emergentes.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que las economías emergentes crecerán 4.2 por ciento en el 2015. El pronóstico para los países desarrollados es de 3.3 por ciento. La diferencia de apenas 0.9 puntos porcentuales entre estas tasas de crecimiento es la menor desde 1999.
En los años más dramáticos de la Gran Recesión, las economías emergentes fungieron como el motor económico global. Mientras que los países desarrollados enfrentaron fuertes contracciones y una anemia generalizada, economías como la de Brasil y Rusia sacaron a flote la frágil demanda mundial.
Ahora la situación, si bien no se ha revertido, presenta un cambio de tendencia. El signo más evidente de la recuperación de los países desarrollados se encuentra en el eventual abandono de tasas de interés cercanas a cero por parte de Estados Unidos.
Esto contrasta con la debilidad emergente, que encuentra en Rusia y Brasil, las otrora estrellas de la economía mundial, los casos más representativos del fenómeno de auge y caída.
Brasil, que recientemente subió su tasa de interés a 14.25 por ciento para hacer frente a la alta inflación y a la salida de capitales, sufrirá una contracción del 1.5 por ciento de su Producto Interno Bruto, de acuerdo a estimaciones del FMI. El pronóstico de contracción para Rusia, el país con la divisa que entre 2012 y 2015 ha sufrido la peor deprecación contra el dólar, es de 3.4 por ciento.
Fuga de capitales
La fragilidad de los países emergentes puede ser exacerbada cuando se ejecute la primer alza de tipos de interés en Estados Unidos. Richard Iley, economista en jefe para mercados emergentes de BNP Paribas, argumenta que la salida de capitales podría acelerarse en ese momento dado que los mercados no han reflejado este cambio inminente en el precio de los activos.
Iley explica que países como Perú, Colombia, Indonesia y Turquía, que cuentan con relativamente altos niveles de inflación y déficits de cuenta corriente que no han sido financiados adecuadamente, son particularmente vulnerables. Asimismo, aquellos países donde existe gran parte de sus activos está en manos de extranjeros, como es el caso de México, corren un riesgo significativo.
De acuerdo a datos del Instituto Internacional de Finanzas (IIF), el flujo de capitales foráneos hacia países emergentes ha sufrido un descenso desde 2014. En junio de 2015, únicamente ingresaron a estas economías 4.2 mil millones de dólares, debajo del promedio mensual de 22 mil millones de dólares de los últimos diez años.
A pesar de que la tasa de crecimiento de los países emergentes ha descendido, el riesgo permanece. Por ello, desde el 2013, el índice MSCI para mercados emergentes ha perdido el 10 por ciento de su valor, frente a un avance de 50 por ciento del índice MSCI para mercados desarrollados en el mismo periodo.
Menos crecimiento, más resistencia
Analistas han expresado que el bajo crecimiento emergente no es exclusivamente coyuntural. La debilidad económica de estos países es una condición estructural.
No obstante, a pesar de estar sumidos en un estancamiento secular, las principales instituciones financieras y administradores de activos consideran que el grueso de estos países están lejos de caer en una crisis como la de los tigres asiáticos de los noventa o la crisis de deuda de América Latina de los ochenta.
Blackrock, la firma que administra 4.7 billones de dólares en activos, considera que los cambios en la política monetaria de Estados Unidos representan la distorsión de mayor magnitud en la economía global. Anteriormente, estos cambios (política restrictiva de alza de tasas) han provocado una serie de crisis de deuda en la periferia.
Ahora, concluye Blackrock, la mayoría de los países emergentes se encuentra mejor preparada para estos choques dado que presentan menores niveles de deuda, sistemas financieros más resilientes y cuentan con un mayor margen para incentivar el crecimiento a través de la política monetaria y fiscal.