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Albert Einstein decía que lo más difícil de entender en este mundo es el impuesto sobre la renta. Aunque algunos pueden no estar de acuerdo, las políticas en México se esfuerzan porque esto sea verdad.
Alrededor del 60 por ciento de los trabajadores en el país laboran en la economía informal. Esto significa que no pagan impuestos, pero tampoco forman parte del seguro social y difícilmente tienen acceso a un crédito.
Una de las principales causas que alimentan a la informalidad es la complejidad de las disposiciones fiscales.
Las personas que quieren pagar impuestos se ven obligadas a contratar contadores públicos, y como quiera no tienen la seguridad de que en un futuro no se les requiera por algún error y tengan que pagar una multa.
La primera idea que viene a la mente cuando se habla de informalidad son los miles de puestos que invaden las banquetas públicas.
Este tipo de comercios no genera muchos ingresos, los impuestos representan una carga excesiva para ellos, los trámites burocráticos les quitarían una gran parte de su tiempo y los beneficios por entrar en la formalidad son muy pocos.
Coqueteo gubernamental
Ante la situación, el Gobierno Federal presentó la semana pasada el programa Crezcamos Juntos, que ofrece incentivos para regularizar negocios.
Entre las principales propuestas para los informales que se quieran regularizar, se encuentra una excención del Impuesto al Valor Agregado (IVA) e Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS) durante 10 años para los que tengan ventas menores a los 100 mil pesos anuales.
Aquellos que vendan entre 100 mil y 2 millones de pesos anuales no pagarán IVA o IEPS el primer año, y tendrán una tasa reducida los siguientes 9 años.
De manera similar, se reducen hasta en un 50 por ciento las cuotas del seguro social en los primeros años y otros subsidios para conseguir créditos ante el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit).
Al igual que se premia a los morosos con recortes de deuda con tal y que paguen algo, los informales reciben ayuda del gobierno por encima de los cumplidos.
Con el tiempo los beneficios terminarán, por lo que es probable que el sector informal no muerda el anzuelo del gobierno.
Críticos de la medida argumentan que se necesita una solución a largo plazo. Simplificar el régimen fiscal es el primer paso, pero también se necesita distribuir equitativamente la carga tributaria. La reforma fiscal que entró en vigor este año tuvo como efecto exactamente lo contrario.
Combatir la informalidad es esencial para el desarrollo económico de México, pero difícilmente se solucionará con más dádivas gubernamentales.
Informales e ineficientes
Una de las razones por las cuales la informalidad frena el crecimiento económico del país es la gran diferencia de productividad y eficiencia entre las empresas formales y las informales.
El Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC) reporta, tomando datos que van del 2004 al 2012, que en promedio un trabajador en la economía formal es 2.3 veces más productivo que un trabajador en la economía informal.
Además, mientras que en las grandes empresas de la economía formal el crecimiento promedio anual en la productividad desde 1999 ha sido de 5.8 por ciento, en las pequeñas empresas de la economía informal este indicador fue negativo durante el mismo periodo, cayendo a un ritmo de 6.5 por ciento por año.
Esto resulta preocupante al considerar que, según reporta la consultora McKinsey & Company, para alcanzar un objetivo de crecimiento económico de 3.5 por ciento sería necesario que el nivel de productividad de México fuera tres veces mayor al actual.
Un factor que explica esta brecha de productividad tiene que ver con el tamaño de las empresas.
Mientras que el sector informal incluye mayoritariamente empresas pequeñas (con 10 ó menos empleados), el formal incluye una mayor participación de empresas grandes (con 500 ó más empleados).
Gracias a mayores capacidades tecnológicas y logísticas, las grandes empresas mantienen un nivel de productividad 50 veces mayor que el de las pequeñas empresas.
Además de representar un lastre para el crecimiento, la informalidad vuelve más difícil el combate de la desigualdad en el país.
Esto debido a que las empresas pequeñas e informales tienden a pagar salarios mucho menores que los de las grandes empresas, además que al pagar en efectivo evitan contribuir a los servicios públicos de salud y de pensiones.
A esto se agrega el que las empresas informales tienen mayores probabilidades de fracasar y dejar sin empleo a sus trabajadores, y que son más vulnerables a extorsión por parte del crimen organizado y de autoridades corruptas.