¿Recesión a la vista?
El día que se destapó al candidato del PRI a la presidencia, el diario The Wall Street Journal publicó un reporte en el que se preguntó si México está encaminado hacia un episodio de contracción económica. Las señales macroeconómicas más recientes así lo sugieren
Rodrigo CarbajalLa administración de Enrique Peña Nieto fincó sus expectativas económicas en las reformas estructurales. De acuerdo a Luis Videgaray, el ahora canciller que arrancó el sexenio como secretario de Hacienda y jefe de facto del gabinete económico, dijo en el 2014 en un evento público en Madrid, que México podría crecer a tasas de alrededor de 5 por ciento para finales del sexenio.
Eran los tiempos del Mexican Moment. Sin embargo, hoy la realidad es otra:
El consenso de analistas coincide en que las reformas elevarán el potencial de crecimiento económico de México, pero no en este sexenio. Sus efectos, como ya lo reconoce la administración de Enrique Peña Nieto, son de largo plazo.
Lo que aún no se reconoce abiertamente en el discurso oficial es que la economía mexicana podría estar al borde de la recesión.
La semana pasada, el día que el presidente Enrique Peña Nieto “destapó” a José Antonio Meade como candidato presidencial del PRI, el diario The Wall Street Journal publicó un breve reporte sobre la economía mexicana en el que se planteó una simple pregunta: “¿México está en recesión?”
El cuestionamiento se realizó a partir del análisis de cuatro variables que son vitales para hacer un diagnóstico del estado coyuntural de la economía: el crecimiento trimestral, el IGAE, las ventas minoristas y la inflación. En todos estos rubros se presentaron resultados peores a lo esperado por una encuesta que The Wall Street Journal realizó a un grupo de especialistas en economía del sector privado.
El dato más reciente del crecimiento trimestral desestacionalizado del producto interno bruto (PIB) fue negativo, de -0.29; el de las ventas minoristas registró una caída anualizada de 0.33 por ciento; el IGAE mensual decreció 0.5 por ciento y la inflación se ubicó en 6.59 por ciento, cerca de máximos históricos.
Narrativa de riesgo
Esta narrativa de desaceleración se suma a un contexto de incertidumbre marcado por el riesgo político inherente al proceso electoral de 2018 y a la renegociación del TLCAN
El Fondo Monetario Internacional proyecta que la economía mexicana crecerá 1.9 por ciento este año y 2.1 por ciento en el 2018. De hecho, el escenario base del grueso de las instituciones financieras no contempla una recesión de escala completa en 2018.
No obstante, las señales macroeconómicas recientes advierten de un estancamiento coyuntural que podría ser exacerbado por factores visibles relacionados con el riesgo político y el riesgo del entorno.
Meade y la desaceleración
José Antonio Meade ha sido un factor fundamental para explicar la coyuntura de desaceleración de la economía mexicana. Gerardo Esquivel, un economista independiente con estudios en Harvard y en el Colegio de México, refiere que cuando Meade llegó a la secretaría de Hacienda, en septiembre de 2016, la tasa de crecimiento trimestral desestacionalizada era de 1.2 por ciento. En los trimestres subsecuentes, explica, esta variable presentó un evidente deterioro, de acuerdo a las cifras publicadas por el INEGI: 1 por ciento en el cuarto trimestre del 2016, 0.6 por ciento en el primer trimestre del 2017, 0.3 por ciento en el segundo trimestre del 2017 y una tasa negativa de 0.29 por ciento en el tercer trimestre de este año.
A partir de las cifras de crecimiento, deuda y finanzas públicas; así como de sus intervenciones públicas, se puede inferir que la prioridad del mandato de Meade en la Secretaría de Hacienda fue asegurar el diseño e implementación del Paquete Económico de 2018 en línea con altos estándares de austeridad fiscal.
La carta de presentación del discurso público del secretario de Hacienda fue que se lograría consolidar un superávit fiscal primario (excluye intereses e inversión en paraestatales) para el cierre del 2017.
El objetivo se cumplió. Sin embargo, en palabras del propio Meade, se tuvo que sacrificar el crecimiento de corto plazo para consolidar un marco de estabilidad macroeconómica.
En ese sentido, la principal herramienta utilizada para asegurar un superávit fiscal primario fue un agresivo recorte a la inversión pública, el segmento del gasto público que propicia el efecto de estímulo más significativo a la demanda agregada.
La intensificación de una política fiscal austera se conjugó con un ciclo alcista en la tasa de interés de referencia de la política monetaria. Desde la Secretaría de Hacienda y el Banco de México se procuró un enfoque restrictivo cuyas consecuencias en la economía real se han vuelto evidentes en las variables que miden la actividad económica coyuntural.
La desaceleración en cifras
A partir de los últimos datos de crecimiento presentados por el INEGI, el consenso de analistas se pregunta si México se acerca a un episodio recesivo
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