Cuando Ixchel Anaya fundó Ecopipo, empresa de pañales ecológicos reconocida a nivel internacional, percibía la sorpresa de proveedores o inversionistas al ver que al frente de su negocio estaba una mujer. A pesar de los desafíos a los que se enfrentan, puesto que la falta de recursos económicos, la discriminación de género y el tiempo invertido en las labores del hogar aún permea en la sociedad, el emprendimiento por mujeres ha generado que otras más se inspiren y se unan con tal de obtener su propia libertad financiera.
Las redes de poder femeninas permiten que exista un apoyo mutuo, está demostrado que dos de cada tres mujeres son contratadas por mujeres, es decir que por cada hombre que se integra a un negocio se suman dos de ellas, según datos presentados por Tania Pimentel, fundadora de Women Index, plataforma de visibilización y promoción de trabajo que reúne a mujeres de todas las profesiones.
“El 90 por ciento son mujeres, en una empresa de una mujer con una plantilla de mujeres, también hay flexibilidad para las mamás que son trabajadoras, entendemos que puede ser una limitante en muchos países el ser mamá, pero hay que tener esta flexibilidad”, aclara Ixchel Anaya, dueña de Ecopipo.
La fuerza laboral de las mujeres en el país coadyuva a la economía, al día se estima una aportación de 37 mil millones de pesos, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Existen diversas razones por las que deciden dar paso al emprendimiento, las principales son para no depender financieramente, el poder compartir gastos, a raíz de necesidades propias, por falta de empleo o para aumentar su calidad de vida.
“En un inicio quise emprender porque me di cuenta que para muchas empresas no era lo importante saber cómo estaban sus empleados ni sus familias que dependían de ellos, entonces quise hacer algo al respecto, preferí que más gente se viera beneficiada, era parte de hacer un cambio, de ofrecer algo bueno a la comunidad”, comenta Anaya.
Cerca del 86 por ciento de las personas contratadas por mujeres permanecen empleadas todo el año, su tipo de liderazgo resulta más empático y efectivo, puesto que al rotar a los empleados en periodos cortos se tiene que capacitar más y no se termina por conocer al equipo de la empresa, refiere Pimentel.
La visibilidad es parte fundamental, tanto para las redes de mujeres existentes como para la exhibición del trabajo que realiza cada una de ellas. Si bien el emprendimiento ha tenido avances, aún hace falta mucho por conseguir, se estiman 250 años para alcanzar la paridad económica y laboral entre mujeres y hombres, de acuerdo con el Foro Económico Mundial.
“Se ha hecho comunidad entre mujeres donde nos apoyamos con mentorías, con este networking que se ha hecho, donde una se siente apoyada y siente que sí se puede, también hay estímulos económicos especiales para una mujer emprendedora, creo que es un buen momento para decidirte a emprender”, dice Anaya.
En el caso de las mujeres emprendedoras de los establecimientos pequeños y medianos (MIPyMES) son propietarias de un tercio, es decir, un 36.6 por ciento, conforme a información del Inegi.
Barreras del emprendimiento para las mujeres
Al comenzar un negocio, se presentan algunas dificultades “la primera era la parte económica, definitivamente no contaba con un apoyo económico, con ahorros suficientes o un capital semilla como actualmente ocurre en los emprendimientos, hace 12 años México estaba en pañales en este tema del emprendimiento y era complicado”, explica Ixchel Anaya.
Además, la falta de algunos conocimientos dificulta los inicios, puedes emprender con toda la pasión y ganas pero puedes carecer de formación relacionada a la administración y contabilidad, que es necesaria y que en un principio no se considera.
Otro factor es que aún se considera que con que la mujer es la principal encargada de llevar a cabo labores domésticas.
“Todavía (te encuentras) con situaciones poco agradables en las que se minimiza el trabajo de la mujer o el creer que puedes ser dueña de una empresa, a mí me pasó que llegaban proveedores buscando al dueño de la empresa, los recibía yo y (preguntaban por el dueño), les decía que era yo, entonces no sé si querían ver a mi esposo o a un hombre, llegué a ver situaciones así”, expresa Anaya.