Después de la bonanza, vienen los años de vacas flacas. Y en Latinoamérica, una de las regiones más desiguales del mundo, nadie siente esto tanto como quienes viven en pobreza.
En la década entre el 2000 y el 2010 las materias primas (metales, petróleo, productos agrícolas), que son las principales exportaciones de la región, experimentaron un fuerte boom que resultó en un incremento de más de 100 por ciento en sus precios durante este periodo, según datos del Banco Mundial.
Este aumento vertiginoso se vio alimentado por el creciente consumo de China y de otros grandes mercados emergentes, y trajo consigo una ola de inversiones a Latinoamérica. El resultado fueron mayores tasas de crecimiento económico, caídas en las tasas de desempleo, y el crecimiento de los ingresos promedio para quienes más lo necesitan.
Entre 2003 y 2008, los ingresos promedio del decil más pobre de la población latinoamericana creció a una tasa anual de 7 por ciento – más del doble que el 3.2 por ciento al cual crecieron los ingresos del decil más rico durante el mismo periodo, según reporta el Banco Mundial.
Este crecimiento en los ingresos resultó en una reducción de 7.7 por ciento en la tasa de pobreza latinoamericana, y en una caída de 8.9 por ciento en el coeficiente de desigualdad de la región.
Pero hoy la historia es otra, y los éxitos latinoamericanos se han convertido en decepciones. La desaceleración económica de China, y el colapso resultante de las materias primas (sus precios han caído más de 48 por ciento desde el 2011, según datos recopilados por Bloomberg) ha golpeado fuertemente a la región.
A diferencia de lo ocurrido en la década anterior, entre 2010 y 2013 el crecimiento anual de los ingresos promedio de la población más pobre de Latinoamérica fue de sólo 3.9 por ciento.
Dado que durante el mismo periodo el crecimiento anual de los ingresos de los más ricos de la región fue casi igual, a una tasa de 3.8 por ciento, la desigualdad se ha mantenido estancada y se están perdiendo los avances previos en el combate a la pobreza.
Intervención necesaria
El portal Quartz y el Banco Mundial reportan que una intervención gubernamental significativa sería necesaria para reducir la pobreza y desigualdad latinoamericanas, dado que el factor que más aportó a las reducciones del pasado fue el mayor crecimiento salarial para la población más pobre y no las políticas de redistribución de ingresos.
La diferencia de impacto entre estos dos factores de hecho es de más del doble, ya que entre 2003 y 2008 el crecimiento económico resultó en una reducción de 7.7 por ciento en la tasa de pobreza latinoamericana mientras que la reducción correspondiente a las políticas redistributivas fue de sólo 2.8 por ciento.
Con el crecimiento en retroceso, los gobiernos de la región tendrían que incrementar significativamente el gasto que asignan a la redistribución de ingresos para evitar que la pobreza siga creciendo.
Sin embargo, este escenario es poco probable en un entorno en el cual estos gobiernos ya se ven presionados fiscalmente por el menor crecimiento y por la fuga de capital que sus países han experimentado en los últimos años.
México: Sin avance
La actual crisis de crecimiento de América Latina ha puesto de relieve que México es una economía diferente al resto de la región.
Sin embargo, durante el foro Mexico Summit 2015 organizado por la revista The Economist, donde se resaltaron las cualidades de la economía mexicana, el expresidente Carlos Salinas dijo que “estamos mejor que otros países de América Latina, pero algunas de estas naciones tuvieron años de crecimiento muy buenos que no tuvimos”.
Más allá del bajo crecimiento estructural de la economía mexicana, el país se quedó fuertemente rezagado respecto al avance que ha presentado América Latina en el combate a la pobreza y a la desigualdad en la última década.
La reducción anual de pobreza en México fue de 1.5 por ciento entre 2003 y 2008, y de apenas 0.6 por ciento entre 2008 y 2013, de acuerdo a la CEPAL. Esto contrasta fuertemente con la cifras que se presentaron en Brasil y en el Cono Sur para los mismos periodos, los cuales rondan el 7 por ciento anual y el 10 por ciento anual respectivamente.
En términos de desigualdad, México no logró reducir su coeficiente de Gini entre el 2010 y el 2012. En cambio, los países de América del Sur tuvieron avances significativos en el periodo.
México gastó 850 mil millones de pesos en el 2013 para combatir la pobreza. No obstante, el Coneval reporta que el número de pobres se incrementó en el país en dos millones de personas entre el 2012 y el 2014, para alcanzar una tasa de 46.2 por ciento de la población.