El peso se ha convertido en el aspecto central de la política monetaria de México. La depreciación de la divisa mexicana frente al dólar, que alcanza el 12.51 por ciento en lo que va del año, se ha citado como un riesgo para el desajuste de las expectativas inflacionarias.
En el 2016, Banco de México ya ha incrementado su tasa de interés de referencia en 100 puntos base para detener la trayectoria descendente del peso. Sin embargo, las presiones, externas e internas, continúan apilándose sobre la moneda mexicana, que registra el peor desempeño en el último mes entre las divisas de mayor operación en el mundo.
A un día de que se lleve a cabo la siguiente reunión de política monetaria de la Junta de Gobierno de Banco de México, aún no existe consenso sobre la decisión que tomará el banco central.
A pesar de que el comportamiento del tipo de cambio es señalado de manera unánime como el reto más urgente para el Banco de México, las proyecciones de analistas de la tasa de interés de referencia son divergentes.
Reuters realizó una encuesta a 21 analistas sobre la dirección que tomará la política monetaria en la siguiente reunión del banco central: siete esperan que la tasa de interés se mantenga sin cambio, dos auguran un alza de 25 puntos base, 11 pronostican un incremento de 50 puntos base y un analista proyecta un aumento de 75 puntos base.
La decisión de Banco de México ocurre en un momento en el que el peso mexicano se encuentra cerca de su menor nivel en la historia. Ayer, después del debate entre los dos candidatos punteros a la presidencia de Estados Unidos, el tipo de cambio interbancario rebotó desde los 19.93 pesos por dólar a los 19.58 pesos por dólar.
Más allá de representar un indicador de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, esto puso de relieve la susceptibilidad del peso frente al cambio de sentimiento por parte de los inversionistas.
¿México débil?
Es comúnmente referido que México se ha convertido en víctima de su propio éxito. La política económica del país ha priorizado el mantenimiento de fundamentos macroeconómicos sólidos.
No obstante, la respuesta del mercado no ha sido acorde a esta narrativa. El costo para asegurar un bono mexicano a cinco años, medido a través de la prima de riesgo de una permuta de intercambio crediticio (Credit Default Swap, en inglés), es mayor que el costo para asegurar un bono de Panamá, que cuenta con una menor calificación crediticia.
Asimismo, las posiciones netas en corto del peso en el mercado de futuros de Chicago, es decir las apuestas contra la divisa mexicana, alcanzaron su mayor nivel en la historia en la semana que acabó el 20 de septiembre. Esto es una continuación de la tendencia de depreciación del peso frente al dólar de los últimos dos años, la cual ya rebasa el 44 por ciento.
A finales de agosto, S&P rebajó la perspectiva de calificación de la deuda soberana de México desde estable a negativa. El movimiento puso de relieve la debilidad de las finanzas públicas, la carga fiscal que representa Pemex, así como el bajo crecimiento estructural.
“Tienes que preocuparte por Pemex, necesitas recortar el gasto público, y encima de todo esto, tienes que preocuparte por Trump”, dijo Gerardo Rodríguez, ex subsecretario de Hacienda y administrador de inversión en Blackrock, al portal Bloomberg.
Instrumento de cobertura
Pese a los problemas internos, la posición macroeconómica sigue siendo mejor que la de la mayoría de sus contrapartes emergentes. Esto ha llevado a inversionistas a cuestionarse por qué los activos de países que enfrentan déficits, recesiones e incluso golpes de Estado presentan un mejor rendimiento que los activos mexicanos.
“Es como un pájaro que no puede volar” dijo a Bloomberg Alejandro Silva, director de inversión del fondo de 180 millones de dólares Silva Capital Management.
El consenso de analistas señala que el peso presenta tales niveles de depreciación porque se ha convertido en un indicador de riesgo emergente. La fuerte liquidez de la moneda mexicana le permite ser utilizada como instrumento de cobertura cada vez que el sentimiento del mercado se torna adverso.
En ese sentido, el discurso de la Reserva Federal de Estados Unidos, el banco central más influyente del mundo, de que elevará gradualmente su tasa de referencia ha pesado de manera particular sobre los activos mexicanos.
Ahora, frente a la incertidumbre generada por la retórica disruptiva de Donald Trump, candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, los inversionistas están utilizando al peso como cobertura para este riesgo.
La aceleración reciente en la depreciación del peso coincide con un incremento en las preferencias electorales de Trump en el último mes. El promedio de encuestas nacionales del sitio Real Clear Politics ubica al candidato republicano en empate técnico con la candidata demócrata, Hillary Clinton.
Un reporte de la firma DBS señaló: “Los mercados emergentes temen que el comercio global pueda desacelerarse con Trump. De tal suerte, el peso mexicano es considerado como un barómetro para el riesgo de mercados emergentes”.
Esto tiene implicaciones directas para la decisión de política monetaria de Banco de México. Joel Virgen, subdirector de Estudios Económicos de Banamex, argumenta que un alza de 75 puntos base en la tasa de interés de referencia es inminente.
Andrés Jaime, analista de Barclays, no está de acuerdo. Jaime considera que el banco central hará uso de un instrumento que dio a conocer en febrero: vender dólares durante episodios de estrés significativo.
La postura de Barclays refiere que un aumento en la tasa de interés será poco efectivo dado que la coyuntura de depreciación obedece a factores externos y no a fundamentales económicos del país.