https://youtu.be/CF2gOY-HB7c
El candidato del Partido Republicano a la presidencia de los EU, Donald J. Trump, parece tener como objetivo devastar a la economía mexicana con sus propuestas que frenarían significativamente el crecimiento económico de México.
Quizá la más famosa de estas propuestas es la construcción de un muro fronterizo, a cargo del erario mexicano. El muro de Trump no sólo presionaría las ya deterioradas finanzas públicas de
México, sino que probablemente agregaría costosas demoras al tránsito comercial fronterizo.
A ésta se agrega la amenaza de cancelar el TLCAN, el cual Trump considera “el peor acuerdo comercial firmado en la historia” de su país. La eliminación del acuerdo norteamericano tiene el potencial de causar severos estragos para el sector exportador mexicano, que destina el 80 por ciento de su producción a EU.
Finalmente, Trump planea deportar masivamente a los trabajadores mexicanos que han emigrado ilegalmente, y congelar el envío de remesas.
Con las encuestas apretándose y sólo tres meses restantes en la contienda presidencial, México debe esperar que el ‘President Trump’ no se vuelva realidad.
Guerra comercial en puerta
Las propuestas de política económica de Trump rompen con los estándares de libre comercio que han caracterizado a la plataforma del Partido Republicano en los últimos 35 años.
El primer afectado de este cambio de paradigma es México, un país que ha apostado por la liberalización como centro de su modelo económico y el tercer mayor socio comercial de Estados Unidos.
El discurso de Trump ha sido claro al referir que los socios de Estados Unidos han tomado ventaja de los acuerdos comerciales bilaterales. Para el candidato del Partido Republicano, el déficit comercial de 52 mil millones de dólares que guarda Estados Unidos con México es prueba suficiente para determinar que el TLCAN representa un mal negocio para los norteamericanos.
Si ha habido una constante en la postura de Trump, ésta es su promesa de renegociar el TLCAN e imponer una tarifa arancelaria de 35 por ciento a la entrada de bienes no petroleros provenientes de México.
El consenso de analistas refiere que, aunque se necesita que dos tercios del congreso estadounidense aprueben la renegociación del TLCAN, el siguiente presidente de Estados Unidos podría imponer aranceles unilateralmente y pelear estas medidas en tribunales internacionales.
A pesar de que México podría recibir un fallo favorable y recibir una compensación, la inversión quedaría paralizada durante un largo tiempo por la incertidumbre generada.
En promedio, el 40 por ciento de los componentes de las exportaciones manufactureras de México provienen de Estados Unidos. Esto explica gran parte del hecho de que México sea el segundo mayor destino de las exportaciones estadounidenses.
La ventaja geográfica y arancelaria que le otorgó a México el TLCAN generó un cambio estructural en la economía y dio lugar a que las exportaciones nacionales aumentaran en una razón de siete veces desde que el tratado entró en vigor en 1994.
Donald Trump ha expresado su intención de iniciar una guerra comercial que podría tener consecuencias catastróficas, tanto para México como para Estados Unidos. La firma calificadora Moody’s estima que esto provocaría una reducción de las exportaciones estadounidenses de 85 mil millones de dólares anuales.
Sorpresa Trump
Estados Unidos de América es el país que es gracias al dólar, a la Coca Cola y al dominio tecnológico, financiero y monetario que tiene sobre el resto del mundo.
Toda su historia se ha constituido sobre la base de expandir, expandir, expandir y comerciar, comerciar, comerciar. Abriendo las puertas y las ventanas a aquellos que llegan a su territorio con hambre y dispuestos a hacer todos los trabajos que los estadounidenses no quieren hacer por sí mismos.
Ahora Donald Trump como si fuera un deja vu nos obliga a un retroceso en el que busca posicionar al imperio del norte como si estuviera viviendo a principios de 1900, es decir, en una realidad de fronteras cerradas, muro con México, esclavos de Oriente y el regreso de las grandes empresas en donde ya no leeremos “Made in China” sino “Made in USA”.
¿Y para lograr todo eso con qué cuenta? Cuenta con todos aquellos que se sienten fracasados y que sienten el desafío de los nuevos tiempos como una hipoteca directa sobre sus cabezas.
Porque Trump en plena era de la globalización apuesta por la insularización. Trump en la era de la movilización de las personas apuesta por cerrar las fronteras. Trump cree y promulga la violencia interna y externa como sistema de política exterior, y sacrifica desde la Coca Cola hasta
Apple ofreciendo un mundo basado en las armas y en la fuerza.
Amenaza con convertirse en el mayor socio de Putin y denunciar a la OTAN. Pero sobre todo proclama una y otra vez que su mundo no es de códigos, ni de valores, donde más bien se perfila como el reflejo de los esclavistas de 1800, que como un mundo del siglo XXI.
Trump aterroriza a los suyos y a los de afuera. El problema es que hay muchos otros Trumps aterrorizados que no saben donde meterse, porque ahora lo que genera más pánico en el resto del mundo es que si este empresario neoyorquino llega a la Presidencia de la potencia mundial dependerá en gran parte del papel del ISIS.
Ya que el éxito de Donald Trump depende en gran medida de que el ISIS decida desencadenar un atentado en territorio estadounidense o de cualquier loco que mate a un número considerable de policías, para confirmar que el mundo salvaje que él vende es realmente el que domina la escena política de los Estados Unidos de América..
Contagio inevitable
México ha procurado una política de estabilidad macroeconómica que le ha garantizado una estabilidad relativa en los últimos veinte años. Sin embargo, cuando hay un impacto significativo para la economía mexicana, éste siempre proviene de la misma puerta de entrada: la de Estados Unidos.
En el 2009, cuando México resintió los efectos de la crisis financiera global que se gestó y desarrolló en Estados Unidos, la economía mexicana registró una contracción de 4.7 por ciento de su producto interno bruto.
En un momento en el que la economía mexicana se encuentra a la defensiva, patente en la política de austeridad fiscal, la fragilidad de la inversión privada, la desaceleración reciente del mercado interno y el fin del auge exportador; una guerra comercial que paralice la entrada de inversión extranjera sería el catalizador de una recesión.
Por otra parte, la firma calificadora Moody’s publicó un estudio firmado por el economista Mark Zandi en el que se proyectan las consecuencias macroeconómicas de la aplicación cabal de las
políticas económicas de Donald Trump.
El reporte ubica tres pilares fundamentales en la baraje económica de Trump: un recorte significativo de impuestos, la deportación masiva de 11.3 millones de inmigrantes ilegales asentados en Estados Unidos y el inicio de una guerra comercial con dos de los tres principales socios comerciales del país.
Moody’s dibuja un escenario poco alentador para la economía estadounidense: pronostica que el país caerá en una larga recesión que iniciará con una contracción de 1.5 por ciento del PIB en 2019 y un estancamiento económico en el 2020. Asimismo, proyecta que el desempleo escalará de un nivel actual menor a 5 por ciento a un nivel de 7.3 por ciento en el 2021. También se espera que un repunte en la inflación y un bajo nivel en la tasa de interés de referencia, condiciones que inhabilitarán la efectividad de la política monetaria para estimular la economía.
Aunque la mayor parte de este efecto recesivo se debe a un repunte del déficit derivado de las políticas fiscales de Trump, la deportación masiva de inmigrantes y la guerra arancelaria son citadas como los principales factores que presionarán un aumento en el nivel de precios .
Moody’s concluye que, después de cuatro años de una presidencia de Trump, el ingreso real de una familia estadounidense promedio permanecerá sin cambio. Un estancamiento pesará inevitablemente sobre la dependiente economía mexicana.
La importancia del muro
Probablemente, la propuesta de Trump que ha tenido mayor resonancia mediática es la construcción de un muro en la frontera entre México y Estados Unidos que será pagado por el gobierno mexicano.
Esto se ha convertido en parte central del discurso y de la campaña del candidato republicano. La
construcción del muro se mencionó desde el primer discurso en el que Trump anunció su deseo de obtener la candidatura a la presidencia. La campaña no se habría desarrollado de la misma manera si no se hubiera hecho esta referencia.
Sin embargo, a pesar de la importancia del muro para la candidatura de Trump, la medida fue rápidamente descartada por analistas y por rivales políticos. Un editorial de la revista Newsweek calificó la construcción del muro como impráctica, imposible y políticamente irrealizable. Hillary Clinton, la candidata del Partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos, dijo que esto era “sólo una fantasía”.
En México, el mismo presidente Enrique Peña Nieto rechazó públicamente la noción de que el gobierno pagaría por la construcción del muro. Luis Videgaray, secretario de Hacienda, hizo un señalamiento similar, haciendo énfasis en el hecho de que las finanzas públicas se encuentran presionadas por la caída del precio del petróleo.
En un momento en el que el gobierno mexicano ha determinado un recorte al gasto público de 307 mil millones de pesos para este año y el siguiente, resulta difícil creer que existirá voluntad política para que México pague por el mayor proyecto de infraestructura estadounidense desde el programa de construcción de carreteras del presidente Dwight D. Eisenhower.
A pesar de que Trump estima que el costo de la construcción del muro será de 12 mil millones de dólares, la cifra ha sido desestimada de manera generalizada. El diario Washington Post publicó una investigación en la que se citan ingenieros civiles y economistas en la que se concluye que el costo de la obra será de al menos 25 mil millones de dólares, esto sin contar la tecnología de vigilancia y las tarifas de mantenimiento.
Remesas en riesgo
Casualmente, el costo de 25 mil millones de dólares de construir el muro equivale a la entrada de remesas que registró México el año pasado.
En ese sentido, el equipo de Donald Trump ha elaborado un plan de inmigración que se basa en la confiscación de remesas para incentivar al gobierno mexicano a que pague por el muro.
El plan de Trump también hace referencia a un incremento en el precio de las visas temporales de directivos y diplomáticos mexicanos, en las licencias para cruzar la frontera, en las visas para trabajadores estipuladas en el TLCAN, en las tarifas de entrada a los puertos que reciben embarcaciones mexicanas, así como en un recorte a la asistencia provista a México.
A pesar de que existen obstáculos legales y operativos para la confiscación de remesas, esta propuesta pone en riesgo a uno de los sostenes de las familias más pobres de México y por ende a la sostenibilidad del mercado interno mexicano.
El INEGI reporta que el 4.1 por ciento de los hogares en México reciben remesas, de los cuales el 75 por ciento registran ingresos menores a los 9 mil 952 pesos mensuales.
El gobierno de Trump podría ordenar al Departamento del Tesoro a castigar a los bancos que procesen pagos de remesas, aplicando regulaciones similares a las de combate a lavado de dinero. En ese sentido, podrían pedir requisitos a firmas como Western Union para pedir a sus clientes que cuenten con los papeles que acrediten su ciudadanía americana.
Esta medida cuenta con un precedente legal que la podría hacer válida, pero analistas consideran que se crearía un mercado negro para el envío de remesas en el que se utilizarían herramientas de encriptación financiera como Bitcoin.
A pesar de ello, el equipo de Donald Trump ha dicho que el bloqueo de remesas es la “medida preferida” para presionar al gobierno mexicano. En un memorándum enviado al diario Washington Post, la campaña de Trump afirmó que los oficiales mexicanos protestarían por la medidad, pero probablemente accederían a final de cuentas a realizar un pago de 5 a 10 mil millones de dólares para evitar que la regulación entre en vigor: “Las remesas actúan como seguridad social de facto para las familias pobres en México. Dado que no hay una red de seguridad social sólida provista por el Estado, ésta será una decisión fácil para el gobierno mexicano.”
Por otra parte, Shannon O’Neill, experta en América Latina del Consejo de Relaciones Exteriores (Council on Foreign Relations en inglés), dijo a la revista The Atlantic que el incremento de tarifas en las visas es la única medida viable para hacer que el gobierno mexicano pague por el muro sin violar algún acuerdo internacional. Pero, en efecto, serían los ciudadanos mexicanos quienes estarían pagando por la obra.