Un acuerdo que nos ayuda

En lo que pareciera ser un milagro prenavideño, líderes legislativos de ambas cámaras del Congreso de los Estados Unidos anunciaron esta semana un acuerdo fiscal bipartidista que contempla incrementar el gasto público estadounidense para reducir los efectos de los recortes automáticos que se implementaron a partir de este año.

Rolando Hinojosa Rolando Hinojosa Publicado el
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Billones de dólares es el presupuesto de egresos contemplado en la propuesta bipartidista
Un análisis de Bank of America Merrill Lynch Global Research indica que el débil crecimiento económico de Estados Unidos fue uno de los principales lastres para la economía mexicana en este año
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En lo que pareciera ser un milagro prenavideño, líderes legislativos de ambas cámaras del Congreso de los Estados Unidos anunciaron esta semana un acuerdo fiscal bipartidista que contempla incrementar el gasto público estadounidense para reducir los efectos de los recortes automáticos que se implementaron a partir de este año.

Aunque los analistas y medios estadounidenses reconocen que el alcance del acuerdo es modesto, representa una tregua temporal en el desacuerdo fiscal que ha paralizado al país desde el 2011, y esto le dará espacio al Congreso para lidiar con las causas profundas de la deuda estadounidense.

Y no solo en Estados Unidos debería celebrarse el acuerdo, ya que la señal de progreso hacia la resolución del desacuerdo político estadounidense también es un buen augurio para México. Un análisis de Bank of America Merrill Lynch Global Research indica que el débil crecimiento económico de Estados Unidos fue uno de los principales lastres para la economía mexicana en este año. 

Por lo tanto, una mejoría en la situación de Estados Unidos traería consigo mayor crecimiento económico en el país.

El representante Paul Ryan y la senadora Patty Murray, presidentes de los comités presupuestarios de la Cámara de Representantes y del Senado, respectivamente, anunciaron el martes que llegaron a un acuerdo que incrementará el gasto público en cuestiones militares y de infraestructura durante los próximos dos años, compensando esto con recortes en otros programas gubernamentales durante la próxima década. 

Los legisladores estadounidenses buscan así contrarrestar el efecto negativo que han tenido en su economía los recortes automáticos en gasto público que resultaron de cruzar el precipicio fiscal a finales del 2012. 

Al presentar el acuerdo, tanto Ryan como Murray prometieron poner fin a la incertidumbre política y a la tendencia a gobernar pasando de crisis a crisis, por lo menos por un año. 

Sin embargo, el acuerdo no removió la posibilidad de usar el levantamiento del techo de deuda como un arma de negociación, lo cual sigue representando un riesgo de otra crisis fiscal, y una mucho más significativa, cuando se alcance la fecha límite del techo de deuda en febrero del 2014.

El nuevo presupuesto

El acuerdo bipartidista propone un presupuesto federal que financiaría al gobierno estadounidense hasta el 30 de septiembre del 2015, eliminando en el proceso 63 mil millones de dólares en amplios recortes a programas domésticos y militares. 

Pero no todo sería aumento en gasto, ya que 23 mil millones de dólares del déficit serían reducidos al extender hasta el 2023 un recorte de 2 por ciento a los proveedores del programa de salud pública Medicare.

Los incrementos de gasto propuestos serían en parte cubiertos también por un incremento en los impuestos cobrados a las aerolíneas por la seguridad de los aeropuertos, además de mayores contribuciones, por parte de empleados del sector público y empleadores del sector privado, a los fondos de pensiones federales.

El presupuesto incluido en el acuerdo contempla un nivel de egresos destinados a gastos militares y domésticos de 1.012 billones de dólares, lo cual rebasa los 967 mil millones de dólares que serían asignados si los recortes automáticos entrarán en vigor el próximo mes. En el próximo año fiscal el gasto incrementaría aún más, llegando a los 1.014 billones de dólares.

Es importante apuntar que el monto de gasto propuesto cae entre la cifra aprobada por la mayoría demócrata del Senado a inicios de este año, de 1.058 billones de dólares, y la aprobada por la mayoría republicana de la Cámara de Representantes, de 967 mil millones de dólares. 

Y aunque detractores de ambos lados han criticado la propuesta, el consenso apunta a que es una importante muestra de negociación entre ambas partes, que tuvieron que ceder en parte de sus objetivos para lograrla.

El techo de deuda

Aunque, si se aprueba el acuerdo revelado esta semana, esto parecería eliminar la amenaza de que Estados Unidos caiga en otra suspensión parcial de operaciones de su gobierno al llegar al 15 de enero del 2014, cuando expire su actual presupuesto federal, esto no quiere decir que los días de caos fiscal en el país hayan desaparecido.

De entrada, a pesar de su apoyo bipartidista y bicameral, la posibilidad de que la propuesta no sea aceptada y no llegue a concretarse como ley sigue existiendo. 

Y aun más preocupante es la posibilidad de que una facción radical de los republicanos apruebe este presupuesto, pero de todas formas elija utilizar el techo de deuda como arma de negociación al llegar febrero del 2014.

Bajo el acuerdo que puso fin al shutdown que ocurrió en Estados Unidos en octubre de este año, el techo de deuda quedó suspendido hasta el 7 de febrero del 2014. Si el techo no se levanta al llegar esta fecha, el Departamento del Tesoro no podrá emitir más deuda para pagar los gastos previamente aprobados por el Congreso, y se estima que Estados Unidos caería en incumplimiento de pagos sobre su deuda pública en marzo del 2014. 

No levantar el techo de deuda tendría efectos catastróficos para el sistema financiero del mundo, y la facción radical de los legisladores republicanos sabe que esto representa una valiosa arma de negociación. 

Si el acuerdo propuesto esta semana pondrá fin a este tipo de ambiciones o no es algo que sólo podrá saberse al acercarse la fecha límite. 

El actual acuerdo es una tregua, mas no debe tomarse como una paz conclusiva en la batalla fiscal estadounidense.

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