Los gobiernos han tenido grandes retos en diseñar reglas fiscales que permitan tener estabilidad en las finanzas públicas domésticas y a su vez logren tener espacio para su manejo de política fiscal.
En un reporte del Fondo Monetario Internacional, se analiza la trayectoria histórica que han tenido las reglas fiscales en distintos países, así como la nueva tendencia y los retos que tendrán en la situación postcrisis.
Para empezar, sería bueno revisar exactamente qué son estas reglas fiscales. Como define el FMI: “Una regla fiscal impone una restricción de larga duración en la política fiscal a través de limitar numéricamente los agregados presupuestales”.
El tener reglas fiscales ayuda a que los políticos no gasten de más en asuntos no necesarios, de objetivos dudosos o que el gasto no vaya directamente en beneficio de la población.
Esto ayuda a que el gobierno no termine con endeudamientos más allá de lo que pueda responder en los periodos de maduración de la deuda.
Es decir, no tendríamos las deudas impagables que tienen que solventarse a base de impuestos improvisados, léase el ejemplo de la actual deuda de Nuevo León y varios estados y municipios.
Estas reglas pueden tener la flexibilidad necesaria para que en tiempos de desaceleración económica exista la posibilidad de que los gobiernos puedan generar los estímulos necesarios.
Elegir una categoría
El reporte del FMI continúa por definir cuatro tipos de reglas que los países utilizan, algunos utilizan más de una.
La primera categoría es la Regla de Deuda, la cual expone explícitamente un límite o una meta para la deuda pública como porcentaje del PIB.
Estas reglas evitan que los países caigan en crisis de deuda, como algunos de los países de la Eurozona, en los cuales la deuda sobrepasa el 100 por ciento de su PIB.
La segunda categoría se enfoca en cuestiones de gastos, ya sean totales, primarios o corrientes. Esta se encarga de que no haya gastos extraordinarios sin razones importantes.
La tercera habla de balance de presupuesto y la cuarta se refiere a topes o pisos en ingresos, esta se encarga de prever impuestos excesivos o de fomentar ingresos en caso necesario.
Elegir una regla tiene sus costos de oportunidad, por lo que muchos países toman en cuenta dos o más de ellas.
Algunos ejemplos de países que tienen solamente una son México, Estados Unidos y Chile. Por su lado, España, Suecia y Francia tienen dos. Los más rigurosos son Dinamarca, Israel y Lituania con tres reglas, con diferentes combinaciones.
México sigue una regla de presupuesto con una cláusula de escape que se rige bajo lo siguiente: si los ingresos no petroleros están por debajo de su potencial débito a una brecha negativa en la producción, puede haber un déficit equivalente a la caída.
El futuro de las reglas
Las reglas de la nueva generación combinan objetivos de sustentabilidad fiscal con más flexibilidad en caso de golpes negativos a la economía.
Esto es difícil de diseñar, ya que al mismo tiempo buscas rigor en el control de gastos para que no se llegue al punto de deudas impagables, pero sí más capacidad de maniobra.
Los problemas que subrayan son la dificultad de explicar y monitorear. El primero tiene que ver con la comunicación por parte de las autoridades fiscales a los votantes.
Aumentar los impuestos y reducir el gasto para cuidar la sustentabilidad es algo difícil de digerir para los ciudadanos.
Por otro lado, tener un regimen flexible que permita operar cuando se necesite estimular la economía, puede ser riesgoso con políticos que abusen de su capacidad de aumentar el presupuesto de egresos a su propio beneficio.
Asunto de seriedad
Una de las conclusiones del reporte del FMI es que aunque el manejo de política fiscal había sido distinto en cada país, las reglas han estado convergiendo al mismo sistema. Esto fue un problema grave en la Eurozona, pues a pesar de compartir la misma moneda, las políticas fiscales no eran similares.
Casos de endeudamientos exagerados, como el de Grecia, en contraste con Alemania, es uno de los problemas que más aquejan en la incapacidad de convergencia en el estado de las economías pertenecientes a la ZonaEuro.
En respuesta a la crisis, los gobiernos han tomado más en serio las reglas fiscales, aunque algunos tuvieron que tomar medidas extremas.
Tal es el caso de España, donde el primer ministro anunció recortes severos y la gente ha salido a las calles a protestar.
Tanto la crisis financiera del 2008 en Estados Unidos como la crisis de deuda en la Eurozona han logrado que los políticos tomen más en serio el manejo de las finanzas públicas, ya que ambas siguen teniendo y tendrán consecuencias incalculables.