El sueño Frustrado de Bolívar
Con Fidel Castro muerto y Venezuela en estado de excepción, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) llegó esta semana a su 12 aniversario sin nada que celebrar y mucho que lamentar.
En La Habana se reunieron los presidentes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, en el peor momento para los países de este bloque que fue encabezado en su momento por los desaparecidos comandantes Fidel Castro Ruz y Hugo Chávez Frías, líderes de las revoluciones cubanas y venezolana, respectivamente.
Andrea Montes RenaudCon Fidel Castro muerto y Venezuela en estado de excepción, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) llegó esta semana a su 12 aniversario sin nada que celebrar y mucho que lamentar.
En La Habana se reunieron los presidentes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, en el peor momento para los países de este bloque que fue encabezado en su momento por los desaparecidos comandantes Fidel Castro Ruz y Hugo Chávez Frías, líderes de las revoluciones cubanas y venezolana, respectivamente.
En la reunión el presidente cubano, Raúl Castro, y su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, se comprometieron a consolidar su alianza y fortalecer la cooperación económica para seguir trabajando juntos por el desarrollo social de sus países.
Además, dijeron estar comprometidos con las ideas y principios fundadores de la organización, pues la manifestación también coincidió con la primera reunión que sostuvieron en 1994 el exlíder revolucionario Fidel Castro y el expresidente de Venezuela, Hugo Chávez.
“En tiempos de dificultades y retos cada vez mayores, la solidaridad y el consenso de ideas y la unidad de acción es lo que nuestra América necesita hoy”, dijo el presidente cubano durante su breve discurso.
Y recalcó que Fidel y Chávez habían trazado las metas, exponiendo las ideas y señalando el camino, “correspondiendo a todos hacer de sus legados las trincheras invencibles para la defensa de la patria americana”, subrayó Raúl Castro.
Así, el General del Ejército cubano aprovechó la ocasión para saludar a las “naciones hermanas del ALBA-TCP” y destacó los resultados alcanzados por la cooperación regional.
“Cuatro países se liberaron del analfabetismo y avanzaron en la escolarización de sus pueblos, millones de latinoamericanos recibieron salud gratuita y más de un millón 700 mil latinoamericanos recuperaron la visión”, sintetizó el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba.
Y “enfatizó que desde la creación del ALBA-TCP, un comercio justo se comenzó a abrir paso en la región”, insistiendo en la actitud altruista de los venezolanos que impulsaron mecanismos solidarios para compartir sus riquezas petroleras, y sin las cuales “muchos países no hubiesen resistido la crisis económica”
La historia de ALBA
Cuba, Bolivia, Ecuador, Granada, Nicaragua, Antigua y Barbuda, Dominica, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, Surinam, San Vicente y las Granadinas y Venezuela, son los países que dan vida al ALBA-TCP.
El ALBA surgió oficialmente el 14 de diciembre del 2004, para hacer frente al Tratado de Libre Comercio para las Américas, considerado por los líderes de la región “como un plan imperialista de sometimiento que profundizaba la pobreza de los pueblos del área, al promover el libre albedrío de las transnacionales y el mercado”.
Hasta el momento se han efectuado 13 cumbres, y los países miembros se han beneficiado gracias a iniciativas como la Misión Milagro, el Fondo Cultural ALBA y la Escuela latinoamericana de Medicina de Cuba.
Si bien el ALBA vincula a los gobiernos socialistas y socialdemócratas en América Latina con el objetivo de fortalecer la integración económica regional, durante todo el año 2016 la izquierda latinoamericana ha sufrido de dolorosos reveses.
Modelo en decadencia
La caída inició en diciembre del 2015 con la elección de un político de centro-derecha en Argentina, Mauricio Macri, tras 12 años de gobierno peronista.
Luego continuó en Venezuela, con la aplastante victoria de la oposición dentro del Congreso, que está detrás del referéndum revocatorio del gobierno chavista encabezado por Maduro.
Y se perpetuó durante el 2016 con la salida de la presidenta Dilma Rousseff, en Brasil; con el fallido referéndum lanzado por su colega Evo Morales, en Bolivia, por el derecho a presentarse un cuarto mandato; y la creciente impopularidad de sus homólogos, Michelle Bachelet, en Chile, y Rafael Correa, en Ecuador.
El declive culminó con la muerte del líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, el pasado 25 de diciembre a la edad de 90 años.
¿Por qué fracasó la izquierda sudamericana?
La primera razón de su declive está relacionada con la erosión del poder.
A menudo, la izquierda se imponía prometiendo el cambio.
Aunque terminaba por aplicar las mismas políticas convencionales. Esta erosión del poder también se reflejó en un aumento progresivo de la corrupción.
El fenómeno terminó por ensuciar a una figura tan respetada en el mundo como el expresidente de Brasil, Lula da Silva, por el escándalo de Petrobras.
Para entender el declive de la izquierda en el continente también se podría invocar a la falta de talento de los herederos de los grandes líderes.
En toda Sudamérica, la conquista del poder fue realizada por personalidades muy fuertes, cuyo carisma ganó el apoyo de las masas.
Hoy, a más de uno de estos sucesores les ha quedado grande la herencia. El caso más sintomático es el de Venezuela, donde el popular Hugo Chávez dio paso a un Nicolás Maduro incapaz de estar a la altura de la Revolución bolivariana.
Maduro ha sumido a Venezuela en una profunda hiperinflación económica y la ha transformado en un país sin derechos, en donde oponerse o incluso cuestionar al gobierno es un crimen castigado con cárcel.
Se trata del conjunto de la izquierda sudamericana que llegó al poder hace 15 años con la misma potencia con la que hoy se está viendo derrocada.
Y el cambio político que se está dando en el continente evidencia la debilidad persistente de los regímenes del siglo pasado instalados en América Latina.