En 2019, El Salvador le abrió las puertas a una nueva política, a un joven de nombre Nayib Bukele que tenía sobre la mesa un plan para impulsar a este país e igualarlo con las grandes potencias latinoamericanas.
Sin embargo, con el paso del tiempo, su imagen tan popular empezó a distorsionarse. El presidente fue señalado de querer adueñarse de todo el poder salvadoreño, como ya ha pasado en países como Venezuela o Nicaragua.
Dicha postura comenzó a formarse cuando el partido político de Bukele, Nuevas Ideas (NI), arrasó con las elecciones legislativas y municipales de su país en mayo pasado, dándole un evidente poder al mandatario.
Pero no sólo eso, durante su corto mandato se ordenó la destitución de los magistrados de la Sala Constitucional de la Suprema Corte de Justicia de Nicaragua, así como el cese del fiscal general, una acción que remarcó sus intenciones de llegar a un poder absoluto.
Al respecto, es la maestra Blanca Elena Gómez, del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Iberoamericana, quien explica que, aunque se puedan ver algunas acciones similares entre Bukele y Daniel Ortega, por ejemplo, lo cierto es que el jefe de Estado salvadoreño es mucho más inteligente para evitar una situación parecida a la nicaragüense.
“Si bien podemos encontrar a un Bukele con un perfil muy similar, él está observando que no es tan sencillo poder imponer su voluntad. Él está aprendiendo, está viendo cómo se están tejiendo estas alianzas internacionales y de cooperación, y pienso que puede ser más sutil, más inteligente en la forma en la que puede ir dirigiendo el poder”, opina.
Bajo ese panorama, Norma Soto Castañeda, internacionalista y académica de la Universidad La Salle, comparte que entre las acciones que Bukele podría realizar para quitarse esa imagen de autoritario es, por ejemplo, conciliar intereses con empresarios y con las fuerzas políticas que estén en su contra, así como difundir un discurso a su favor.
“Creo que podría decir: ‘Sí, esta estructura estuvo en mi gobierno, pero estoy considerando a los partidos opositores para algunas disposiciones’, o ‘la ciudadanía tuvo estos conflictos, sepan que estoy pensando en ellos para realizar una mejora’. Eso generaría una nueva expectativa entre los ciudadanos e incluso invitaría a los empresarios a negociar”, señala Soto Castañeda.