En la región más peligrosa del mundo, donde la mayor parte de las fuerzas policiales son consideradas incompetentes y/o corruptas, un ejército de casi 4 millones de agentes privados genera una industria que crece a un ritmo del 9 por ciento anual y que para el 2016 podría mover 30 mil millones de dólares, según proyecciones.
En América Latina (AL), la relación entre guardias privados y policías es muy superior al promedio mundial de dos por uno. En Brasil hay cuatro agentes privados por cada policía, en Guatemala cinco y en Honduras casi siete.
Si bien las organizaciones de seguridad privadas florecen en todo el mundo, en Latinoamérica ese boom está relacionado con un aumento en las tasas de homicidios, secuestros y extorsiones, a tal punto que n ya desplazó a África como la región con la tasa de asesinatos más alta del mundo.
¿Y los pobres?
Los guardias privados son parte de la vida diaria en las ciudades de AL, pero no son la solución para la delincuencia desenfrenada. Ofrecen protección a los ricos y a sectores de la clase media.
Los pobres se las arreglan como pueden: forman organizaciones comunales de vigilancia o le pagan a los maleantes para que no los molesten.
“Hay mucha desconfianza en la gente, actúan en forma independiente”, declaró Fernández de Castro, coordinador del equipo que produjo el informe del año pasado de las Naciones Unidas sobre la seguridad en América Latina. “Eso genera un terreno fértil para el crimen organizado”. (Fuente: AP)
