El adiós a la paz de Netanyahu
El 4 de noviembre de 1995, el extremista israelí Yigal Amir abrió fuego contra Isaac Rabin, entonces Primer Ministro de su país.
Amir, un judío ortodoxo de extrema derecha se oponía a la firma de los Acuerdos de Oslo, los cuales buscaban una solución permanente al conflicto en la franja de Gaza y pavimentaban el camino hacia la autodeterminación de Palestina.
Sergio Almazán
El 4 de noviembre de 1995, el extremista israelí Yigal Amir abrió fuego contra Isaac Rabin, entonces Primer Ministro de su país.
Amir, un judío ortodoxo de extrema derecha se oponía a la firma de los Acuerdos de Oslo, los cuales buscaban una solución permanente al conflicto en la franja de Gaza y pavimentaban el camino hacia la autodeterminación de Palestina.
Tras el éxito internacional que había provocado la firma de esos acuerdos – Rabin, Shimon Peres y el líder palestino Yasser Arafat recibieron el premio Nobel de la Paz en 1994 – y al terminar un mitin para celebrar el avance de los procesos de paz, Amir terminó no sólo con la vida del ex Primer Ministro sino con la esperanza de una paz duradera en Israel.
A 20 años del magnicidio, las voces radicales se han multiplicado y en el último mes, una brutal ola de violencia ha dejando cientos de víctimas, tanto palestinas como israelíes.
En la víspera del vigésimo aniversario de la muerte de Isaac Rabin, varios radicales de derecha salieron a la defensa de Yigal Amir en las redes sociales, y aseguran que el atentado de Amir salvó la vida de millones de judíos.
Este sector de Israel considera a Rabin un traidor que estaba armando y patrocinando a peligrosos palestinos, quienes eventualmente terminarían por provocar un nuevo holocausto contra su pueblo.
En muchos lugares, las amenazas y acusaciones de un grupo de extremistas de derecha, normalmente no son tomadas con seriedad.
Sin embargo, las recientes declaraciones de Benjamín Netanyahu, actual Primer Ministro de Israel, aunados a la situación de violencia en su país, parecen indicar que el odio contra Palestina es una política de estado.
La historia según Netanyahu
Netanyahu visitó Washington en septiembre para oponerse fervientemente al Acuerdo Nuclear de Estados Unidos con Irán.
Según el actual Primer Ministro de Israel, la propuesta de Barack Obama es una aberración que atenta contra la seguridad de su país.
Netanyahu condicionó la decisión de los congresistas estadounidenses y confirmó que apoyar el acuerdo nuclear era una afrenta directa contra Israel.
Antes de esa visita, Netanyahu ya había ofrecido pruebas al Congreso de EU de que, según sus fuentes, los iraníes estaban muy cerca de poder construir una bomba nuclear.
Poco tiempo después el Mosad, la agencia de inteligencia israelí, desestimó la evidencia presentada por el ex militar y ahora primer ministro.
Esa no ha sido la única ocasión en que Netanyahu ha exagerado las evidencias para apoyar uno de sus argumentos ni tampoco la primera vez en que sus acusaciones son desestimadas.
En 2003 Netanyahu se presentó en el congreso de Estados Unidos para apoyar la guerra contra Irak.
De acuerdo con el Primer Ministro Israelí, el régimen de Saddam y sus armas nucleares debían ser destruidos para evitar la desestabilización de la zona y proteger al pueblo judío de los musulmanes radicales.
Hoy es claro que Irak no contaba con esas armas nucleares y que la invasión fue un error. El Medio Oriente, incluido Israel, vive uno de los momentos más inestables de la historia moderna y muchos culpan a la guerra contra Irak no solo de perpetuar sino de radicalizar la violencia en la región.
Netanyahu sin embargo, no se ha retractado por apoyar esa invasión con base en información errónea.
Para el Primer Ministro de Israel, su pueblo tiene el derecho de defenderse de sus enemigos islámicos y ha confirmado que no escatimará recursos para prevenir cualquier riesgo, sea de manera ofensiva o defensiva.
Hace menos de un mes, Netanyahu hizo lo que nadie pensaba que un líder de Israel podría hacer: exonerar públicamente a Adolfo Hitler por el holocausto judío de la Segunda Guerra Mundial.
En un discurso pronunciado en el 37º congreso sionista, Netanyahu afirmó categóricamente que Hitler sólo deseaba expulsar a los judíos de Alemania, pero no exterminarlos del mundo.
Netanyahu culpó a un muftí palestino de nombre Haj Amin al-Husseini, de convencer a Hitler para exterminar masivamente a los judíos. La culpa, según el premier, no fue del villano mayor de la historia del siglo XX. La responsabilidad de la tragedia, para Netanyahu, recae en un palestino.
Las declaraciones provocaron indignación y mermaron el respeto internacional a la figura de Netanyahu. Varios académicos especializados en el tema del Holocausto ya han desmentido y declarado imprecisas las aseveraciones del premier israelí.
Además, los especialistas consideran que las desafortunadas declaraciones de Netanyahu le devuelven relevancia a los neonazis de todo el mundo, así como aquellos radicales que niegan la existencia del Holocausto.
Y no sólo eso. Netanyahu reforzó la idea de que los palestinos son el enemigo más peligroso y no existe una posibilidad de lograr la paz con un pueblo cuyo principal objetivo es eliminar a los judíos.
Violencia y más violencia
La inestabilidad en todo el Medio Oriente ha permeado también a Israel.
En el último mes se ha registrado una preocupante escalada de violencia que ha dejado casi un centenar de muertos en menos de cuatro semanas.
La ONU advirtió que la mortal rivalidad entre palestinos e israelitas se está dirigiendo hacia una catástrofe de proporciones peligrosas. Pero Netanyahu no cede y ha dejado claro que los bombardeos y las ejecuciones son producto de su legítimo derecho a defenderse.
Al momento los palestinos han sido los más afectados. Los misiles disparados por sus fuerzas rebeldes contra Israel han mermado muy poco la infraestructura militar y civil de ese país. Es claro que la batalla no se da en igualdad de circunstancias.
Israel continúa teniendo el apoyo militar de Estados Unidos y sus aliados de occidente, mientras que los palestinos han salido a las calles armados con cuchillos para, sin éxito, intentar combatir a su enemigo.
A 20 años de la muerte de Isaac Rabin, la paz entre Israel y Palestina no es un objetivo a corto plazo.
El constante derramamiento de sangre, el odio, la frustración y la muerte son indicativos de que la posibilidad de un diálogo pacífico y la eventual reconciliación no son algo que esté en la agenda de estas dos naciones por el momento.
La buena noticia para la paz, es que el beligerante espíritu de Netanyahu ha mermado su arsenal político en occidente y es posible que el incondicional apoyo comience a ser menos constante, abriendo así otras puertas para buscar salidas alternativas del conflicto.