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El exsecretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, causó revuelo al publicar la semana pasada su libro “Deber: Memorias de un secretario de guerra”.
El contenido de su repaso por el Pentágono acaparó la prensa porque, en sus páginas, el veterano critica al presidente Barack Obama, hace “trizas” al vicepresidente Joe Biden y al equipo de seguridad nacional de la Casa Blanca.
Pero el timing de la publicación también ha levantado sospechas en la arena política, así como criticas por parte de demócratas, e incluso de algunos republicanos por “ciertas contradicciones”, dijo a CNN John McCain.
Si criticar a su exjefe no fuera poco, Gates se embarcó en una serie de descalificaciones en contra del Congreso estadounidense, catalogándolos de “incompetentes, egoístas y poco conocedores”.
Los pasajes más críticos, y por los que la noticia se tornó escándalo, son en los que Gates argumenta que Obama “carecía de confianza en la política de su gobierno respecto a la guerra en Afganistán.
“No cree en su propia estrategia y no considera que la guerra sea suya. Para él, todo gira en torno a cómo retirarse”, explica el exjefe del Pentágono.
Robert Gates, historiador y doctor en estudios soviéticos, sirvió como secretario de Defensa entre 2006 y 2011, con los gobiernos de Obama y de su predecesor republicano, George W. Bush.
En el libro, el segundo que escribe, Gates también declara que Obama era “escéptico, por no decir que estaba convencido de que la estrategia de la administración sería un fracaso”.
El Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca respondió a las imputaciones del libro de Gates con el argumento que “se ha hablado abiertamente sobre las deliberaciones en torno a la misión en Afganistán”.
El organismo destacó en un comunicado que Obama “aprecia profundamente” el servicio de Gates como secretario de Defensa y “da la bienvenida a las diferencias de opinión entre su equipo de seguridad nacional, que ayudan a mejorar las políticas del Ejecutivo”.
En el texto, el también exdirector de la CIA, acusa a Obama de desconfiar de los militares que le asesoraban sobre las guerras de Iraq y Afganistán y concluye que su gestión tal vez fue “la más centralizada, desde Nixon y Kissinger”.
El funcionario incómodo
Aunque siempre existieron rumores sobre peleas entre Gates y el equipo de seguridad nacional de Obama, incluyendo al vicepresidente Joe Biden, el servidor público continuó elogiando públicamente el liderazgo del presidente.
Sin embargo, el libro expone a detalle que se trató de algo más que chismes.
“Biden se había equivocado en casi todos los grandes casos de asuntos internacionales en las ultimas cuatro décadas”, asevera Gates.
“Duty” habla poco sobre el escándalo en el que el general McCrystal es citado en un articulo de Rolling Stone hablando “pestes” de Biden y otros funcionarios de la Casa Blanca, situación que le costó su trabajo.
Distintos editoriales han señalado que al interior del gobierno de Obama las criticas del general también eran secundadas por Gates, y que desde entonces fue mantenido al margen.
Robert Gates fue uno de los principales funcionarios de alto nivel que estuvo en contra de la operación en la que Osama Bin Laden fue abatido por las fuerzas especiales Navy SEALS.
También se opuso a la intervención militar que tuvo la fuerza aérea estadounidense en Libia, y ha criticado, entre contradicciones, el rol que desempeña Estados Unidos en la guerra civil siria.
El trasfondo es político
El timing de la publicación de su libro, generó controversia en el espectro político estadounidense.
Robert Gates, un republicano que durante su gestión en la primera parte de la actual administración demócrata elogió a Obama en varias ocasiones, hoy critica y cuestiona el liderazgo del presidente y su equipo.
Curiosamente, el único personaje que se libró de las críticas fue la ex secretaria de Estado Hillary Clinton.
Durante sus gestiones fue bien documentado que ambos llevaban una estrecha relación de amistad. Se ha dicho que Hillary Clinton era quizás la única aliada de Gates en el gabinete de Obama.
Con elecciones intermedias el próximo noviembre, y con los destapes para las elecciones presidenciales de 2016, se ha especulado sobre la dura censura a Joe Biden, quien hasta ahora es virtualmente la única competencia para Hillary al interior del partido demócrata.
Asimismo, se habla de que algunos funcionarios de la Casa Blanca, que ya han dejado sus puestos para aspirar a un curul en el congreso, recibieron fuertes reproches en el libro.
Y aunque es poco probable, no se descarta que el propio Robert Gates aspire a buscar la candidatura republicana a la presidencia.
“El secretario de los soldados”
El Pentágono se refiere al secretario de la defensa con la clave SECDEF, pero Robert Gates se hizo llamar el “secretario de los soldados”, pues dijo que su prioridad eran los hombres y mujeres en uniforme antes que cualquier otra cosa.
Un veterano de Washington con más de 35 años de servicio público, Gates de 70 años de edad inició su carrera en la CIA en los años 60.
Ha servido a ocho presidentes, desde Nixon hasta Obama, con excepción de Bill Clinton.
Conocido por ser sumamente estricto, disciplinado y con “poco tacto” en el trato con las personas, Robert Gates ha sido reconocido como uno de los mejores secretarios de defensa en la historia de Estados Unidos.
El propio Obama lo indicó así en su ceremonia de despedida, en la que le entregó una de las medallas más solemnes.
Gates pasó la mayor parte de su carrera en la CIA, escalando posiciones hasta convertirse en director de la agencia en la administración de George H.W Bush en 1991.
El originario de Kansas, presenció desde los niveles de gobierno más altos el fin de la guerra fría.
Luego de que Bill Clinton asumiera la presidencia, Gates fue electo como presidente de la universidad de Texas A&M.
Inmerso también en los consejos de administración de varias empresas, Gates regreso a la vida pública en 2006, cuando George W. Bush lo reclutó para sustituir a Donald Rumsfeld, el controversial secretario de defensa que le vendió a Bush la idea de invadir Iraq.
Desde su proceso de confirmación ante el congreso, Robert Gates robó reflectores al criticar la estrategia de seguridad nacional y defensa que Bush había seguido.
Fue el primer nominado a ser secretario de Defensa en decir públicamente que Estados Unidos iba perdiendo una guerra.
Distintos analistas y artículos periodísticos han señalado a Gates como el personaje que salvó la guerra en Iraq.
Tuvo tanto éxito que cuando Barack Obama ganó las elecciones de 2008, le pidió a Gates que se quedara para administrar las guerras en Iraq y Afganistán.
La estrategia de contrainsurgencia (COIN) que lideró Gates en Iraq fue replicada en Afganistán.
Él recuenta que reformar el Pentágono ha sido el mejor y el peor trabajo que ha tenido, pues lidiar con la burocracia del organismo es como enfrentar la burocracia de varios países combinados.
Indicó que la institución esta mal diseñada, pues funciona para planear en caso de guerra, pero no para pelear una guerra.
Asimismo, se hizo de numerosos enemigos en la industria armamentista al cancelar miles de millones de dólares destinados a proyectos de investigación y desarrollo de nuevos sistemas defensa.
“Cualquier secretario de la Defensa que en el futuro vuelva a aconsejar al presidente de que envíe miles de tropas para pelear otro país, debería ser revisado de la cabeza”, manifestó en su último discurso como secretario de Defensa en la universidad militar West Point.
Tras dejar el cargo, fue elegido como canciller en la prestigiosa universidad de William and Mary, y hace un mes pasó a formar parte del consejo de administración de la cadena de café Starbucks.