A menos de una semana de que los franceses acudan a las urnas, cuatro candidatos presidenciales mantienen un empate técnico en los sondeos de intención de voto, presagiando la que podría ser una de las contiendas más cerradas en la historia de Francia.
Todo parece indicar, por lo ajustado de los números, que será necesaria una segunda vuelta electoral en mayo entre los dos aspirantes más votados, donde el pronóstico es totalmente reservado para determinar al sucesor de François Hollande.
Las encuestas ponen a la ultraderechista Marine Le Pen, al conservador François Fillon, al centrista Emmanuel Macron y al izquierdista radical Jean-Luc Melénchon con posibilidades reales de convertirse en el próximo presidente de Francia.
Según el último sondeo dado a conocer por el diario Le Monde el pasado viernes 14 de abril, Le Pen y Macron obtendrían un 22 por ciento de los votos, Melénchon un 20 y Fillon un 19 por ciento, una diferencia dentro del margen de error, y con números similares al de otras encuestas.
Para añadir más incertidumbre al proceso, los sondeos revelan un alto porcentaje de votantes indecisos, que sumado a la poca diferencia que hay entre los cuatro aspirantes reflejan la fragmentación que vive hoy ese país.
La fecha crítica se acerca, y la única certidumbre es que no hay nada para nadie, nada es seguro, cualquiera de las combinaciones de resultados ya dejó de ser inesperada, y ningún resultado sería sorpresivo.
La importancia de la cita electoral es de suma importancia incluso más allá de las fronteras francesas, pues dependiendo de los resultados, Francia, uno de los pilares de la Unión Europea, podría replantear su relación con el organismo, impactando en la política continental.
Es por ello que muchos especialistas han calificado estos comicios como los más relevantes de todos los procesos electorales que se llevan a cabo en Europa.
Esta cita será también un termómetro del avance del populismo en el continente, y una dura prueba para el proyecto europeo, que enfrenta serios cuestionamientos sobre su viabilidad, y en pleno proceso de divorcio del Reino Unido.
Escenario no deseado
Dos de los aspirantes que llegan con probabilidades de llegar a la ‘Gran Final’ del próximo 7 de mayo son abiertamente eurófobos, y encarnan el resurgimiento de los movimientos populistas y antisistema en Europa.
Se trata de Marine Le Pen, quien desde hace meses se ha colocado a la cabeza de las preferencias, y de Jean-Luc Melénchon, quien ha tenido un importante crecimiento en las últimas semanas convirtiéndose en una opción real para llegar al Palacio del Elíseo.
La posibilidad de que estos dos candidatos puedan llegar a disputar la segunda vuelta de las elecciones en mayo es el escenario que más preocupa a la comunidad europea y también a los mercados internacionales.
Aunque se encuentran en los extremos opuestos de la doctrina política, Le Pen representando a la ultraderecha y Melénchon a la izquierda más radical, han puesto al centro de su programa político la celebración de un referéndum para la salida de Francia de la Unión Europea.
Además, ambos, desde sus diferencias se han propuesto a romper con el paradigma político de la república francesa e incluso la abolición del actual sistema de gobierno. Son los candidatos de la ruptura.
Si solo uno de ellos llegara a la segunda vuelta, sus posibilidades de acceder a la presidencia se verían minimizadas -sobre todo en el caso de Le Pen- pues sus propuestas radicales podrían unificar a la oposición y volcar el apoyo a su contrincante.
Pero en caso de que se conviertan en los dos candidatos finalistas, las repercusiones son imprevisibles. Los ojos de Europa y del mundo están puestos sobre Francia.
Reina la incertidumbre
Otro de los datos que arrojan las recientes encuestas preelectorales en Francia es un cierto hartazgo de los franceses hacia la clase política, no solo por lo que consideran la mala gestión de gobierno, sino incluso por algunos escándalos judiciales que han salpicado a los candidatos.
A menos de una semana de la primera vuelta de la votación, hay muchos franceses que aún no saben a quién le darán el voto y muchos otros que no piensan ejercer ese derecho.
Los sondeos más pesimistas estiman que pueda presentarse una abstención en los comicios mayor al 32 por ciento, es decir, casi un tercio de los electores franceses podrían no votar lo que sería un récord negativo para la democracia francesa.
El último caso de una abstención similar fue hace 15 años, en los comicios de 2002, cuando Jean-Marie Le Pen y Jacques Chirac fueron los dos candidatos con mayor votación en la primera vuelta. En ese entonces la abstención fue del 29 por ciento.
A excepción de esos comicios, en los últimos 40 años, desde las votaciones de 1974, la participación ciudadana ha superado el 80 por ciento en cada cita electoral.
Otro factor que, por lo cerrado de la contienda podría ser definitorio en el resultado final es el número de indecisos que prevalecen a unos pocos días de las votaciones.
Según ha informado la agencia EFE, solo un 66 por ciento de los electores franceses tiene totalmente decidido salir a votar el próximo 23 de abril. La clave está en ese tercio restante, muchos de los cuales seguramente se abstendrán, pero habrá otros que aún no saben el sentido de su voto y ese día podrían ser el factor para decantar el resultado.
Encuestas revelan…
Según el último sondeo dado a conocer por Le Monde, cuatro candidatos tienen casi la misma probabilidad de ser el próximo presidente de Francia:
>> 39
Por ciento Otros
>> 22
Por ciento de los votos obtendrían Marine Le Pen y Emmanuel Macron
>> 20
Por ciento para el izquierdista radical Jean-Luc Melénchon
>> 19
Por ciento para el conservador François Fillon