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La solución a la peor crisis interna que enfrenta Barack Obama podría estar fuera de Estados Unidos.
El acuerdo temporal que logró el domingo en Ginebra para restringir el programa nuclear de Irán a cambio de reducirle las sanciones económicas, acerca a Washington a recuperar el liderato en el panorama político mundial.
La prensa internacional ha calificado estas negociaciones como las más importantes para Estados Unidos luego de la caída del muro de Berlín, pues podrían significar su mayor éxito o fracaso en el rediseño de la geopolítica mundial.
En un momento en el que el presidente ruso Vladimir Putin se consolida como el líder del bloque oriental y el político más poderoso del mundo, según Forbes, un acuerdo exitoso con Irán reabriría las puertas de Medio Oriente a Estados Unidos.
“Para EU, que desde hace más de tres décadas identificó a Irán como su mayor enemigo internacional desde la desaparición de la Unión Soviética, esta es una oportunidad de reivindicar su autoridad en Oriente Medio en un momento en que es puesta constantemente en duda”, publicó el domingo El País.
Crisis de popularidad
El rezago de la reforma migratoria, las fallas del sistema de salud Obamacare, los escándalos de espionaje y la recesión económica han provocado que el mandatario estadounidense enfrente la peor crisis popularidad de su gestión, incluyendo su primer mandato.
De acuerdo a una encuesta de CNN, el nivel de aprobación de Obama se sitúa en apenas 41 por ciento, el más bajo desde que asumió el poder, por lo que el trato con Irán llega en su mejor momento.
Los analistas coinciden en que los estadounidenses pueden perdonar errores en la gestión interna si ven aciertos en la política exterior.
“Este es un momento esencial que impulsa hacia adelante la política exterior de una Casa Blanca preocupada por calamidades nacionales, y que le da a Obama la oportunidad de dibujar un nuevo rumbo en Medio Oriente”, explicó el domingo The New York Times.
Piedras en el camino
Aunque el acercamiento con Irán es un logro sin precedentes, Obama enfrentará obstáculos internos y externos durante los meses que trabajará para convertir el acuerdo temporal en permanente.
En el Congreso estadounidense, tanto republicanos como demócratas censuran el actuar del presidente por considerar que no terminará con todo el programa nuclear iraní, que no cerrará sus plantas ilegales y no impedirá que el país gobernado por el presidente Hasan Rohani desarrolle armas nucleares.
El acuerdo también ha despertado inquietud entre los aliados más importantes de Estados Unidos en Medio Oriente, como Israel, Arabia Saudita y las naciones del Golfo Pérsico.
“Hoy el mundo se ha vuelto un lugar más inseguro porque el régimen más peligroso del mundo ha dado un importante paso hacia adelante en en el asunto de tener las armas más letales”, declaró el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu tras el acuerdo.
Para los críticos, el acercamiento de Obama con Irán ha significado un retroceso porque le ha dado la espalda a Israel y Arabia Saudita.
“Durante algún tiempo no podremos saber qué tan grande será este fracaso, pero ya sabemos una cosa: en Medio Oriente, el único que celebra es Irán”, sentenció el lunes un editorial de The New Yorker.
El aliado incómodo
El presidente de Irán, Hasan Rohani, es la pieza clave de la jugada de Barack Obama en Medio Oriente.
Al mandatario iraní se le reconoce por dar un giro de 180 grados al discurso antiestadounidense y antiisraelí, lo que le permitió conseguir lo que demandó en el acuerdo.
Pero aunque la prensa de su país lo aclama por conseguir una negociación histórica con Estados Unidos, sus vecinos regionales lo ven como una amenaza.
Miles de iraníes recibieron la noticia del acuerdo con aplausos en las calles mientras que Israel lo llamó “una amenaza histórica”.
El presidente Rohani afirma que logró imponer sus condiciones y que su programa nuclear, que ha despertado sospechas por la supuesta creación de una bomba atómica, podrá usarse con fines civiles cuando se firme el pacto definitivo.
Mientras tanto, Irán permitirá que los inspectores ingresen a las plantas nucleares y dejará de enriquecer uranio.
A cambio, no habrá más sanciones económicas para el país y se le perdonarán multas cuyo monto total es superior a 7 mil millones de dólares.