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Con el reciente “destape” de su campaña presidencial, Hillary Clinton es ícono de una nueva realidad política: mujeres que no se conforman con ser la esposa de un presidente.
El video de su lanzamiento, publicado la semana pasada, mostró que uno de sus principales mensajes será la participación de la mujer en la vida pública y privada, algo por lo que ella ha luchado desde el inicio de su carrera política.
Cuando Bill Clinton lideró la Casa Blanca, de 1993 al 2001, Hillary causó polémica al ser la primera mujer de un presidente de Estados Unidos (EU) en jugar un rol activo en la formulación y gestión de políticas públicas.
Además, ha sido la única ex primera dama de EU en seguir con su carrera política, pues en 2001 se convirtió en senadora y en el 2009 en secretaria de Estado.
Pero Hillary no es la única mujer del continente que ha recibido críticas por tener aspiraciones más allá de las de su marido presidente.
Cristina Fernández se convirtió en 2007 en la mandataria de Argentina tras la gestión presidencial de su esposo, Néstor Kirchner.
En México, Marta Sahagún recibió cuestionamientos por su protagonismo político durante la presidencia de su marido Vicente Fox, del 2000 al 2006.
La peruana Nadine Heredia suena como posible candidata para suceder en el 2016 a su cónyuge, el presidente Ollanta Humala.
Expertos explican en entrevista con Reporte Índigo que las críticas a estas primeras damas se deben a presuntos conflictos de interés, pero también al machismo.
¿Un papel machista?
“Es machista pensar que las mujeres que acompañan a sus maridos en campaña van a abandonar sus carreras profesionales para transformarse en miembros de su gobierno”, expone el politólogo y columnista chileno Cristóbal Bellolio.
“Más de alguna mujer podría desear continuar con su propia vida”.
Bellolio, Maestro en Teoría Política y Legal por la University College London (UCL), indica que Cristina Fernández y Hillary Clinton nunca fungieron como figuras decorativas y que sus intenciones políticas siempre fueron claras.
“Justamente para evitar el machismo, no me parece que podamos pedirles a ellas que se abstengan de su vocación política sólo porque el marido ya ejerció el poder”.
Aunque reconoce su valor protocolar, el chileno argumenta que el concepto de “primera dama” debe reinventarse.
“Lo que me parece cuestionable, en pleno siglo XXI y en fase de decidida incorporación femenina en la política regional, es conservar un cargo oficial que da por sentado que el presidente es hombre.
“Que asigna atribuciones no-políticas porque interpreta que las habilidades de la mujer son más blandas, que parte de la premisa que los jefes de Estado están casados o son heterosexuales, y que finalmente puede representar una práctica nepotista”.
Regulación necesaria
Ante presuntos conflictos de interés, lo mejor es delimitar las funciones de la pareja del presidente, señala Dolores del Mar Sánchez González, directora de posgrados de Protocolo de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, en Madrid.
“La mejor manera de evitar controversias está en establecer un estatuto jurídico para el esposo o esposa del jefe del Estado, que delimite sus funciones y evite que estas salidas de tono sean la nota comunicativa predominante”, indica.
La especialista en comunicación destaca que la primera dama juega un rol clave en el protocolo, pero que debe evitar los escándalos de abuso de influencias.
“Dentro del país es la persona más cercana a la jerarquía más alta del gobierno del Estado y tiene que ser consciente de que su papel no es ser un centro de influencias o acceso a su esposo o esposa por parte de terceros.
“Sino que forma parte de la misma institución de la Jefatura del Estado y que se espera que actúe dentro de los parámetros constitucionales y legales establecidos”.
Sánchez González coincide en que mujeres como Clinton muestran que en muchos países las primeras damas ya no son simples co-anfitrionas de eventos sociales.
“El rol tradicional ha cambiado en determinados países debido a ese mayor protagonismo en la vida pública, e indirectamente, al conocimiento de los contactos necesarios para mejorar su posicionamiento en sus propias carreras políticas”.
Rompen el protocolo
Cada vez son más mujeres las que no abandonan sus carreras sólo por ser esposas del presidente. No sólo son políticas, también son académicas y artistas.
Italia
> Agnese Landini
La prensa europea llama a Landini la “anti primera dama” de Italia. La esposa del primer ministro, Matteo Renzi, no acompañó al político en Roma para seguir con su carrera de profesora de literatura en Florencia.
Francia
> Julie Gayet
No hay primera dama de Francia. Ante la infidelidad del presidente Francois Hollande, quien dejó a la periodista Valérie Trierweiler por la actriz Julie Gayet, el cargo está vacío. Gayet no ha dejado su carrera artística.
Argentina
> Cristina Fernández
Especialistas insisten en que el sueño de Fernández es ser una versión moderna “Evita” Perón. Cristina nunca escondió sus intereses como esposa del expresidente Néstor Kirchner.
México
> Marta Sahagún
Durante la presidencia del panista Vicente Fox, Marta Sahagún recibió críticas por la presunta gran influencia que ejerció sobre su esposo. Analistas creen que ella siempre quiso suceder a su marido.