Los enfermos olvidados
Occidente tiembla de miedo ante el virus del ébola, que ayer cobró la primera víctima en Estados Unidos (EU).
Los medios se han inundado de la historia de Thomas Duncan, quien murió en un Hospital de Dallas tras convertirse el 30 de septiembre en la primera persona diagnosticada con ébola dentro de EU.
También hay conmoción por la enfermera española Teresa Romero, quien se volvió el primer caso de contagio en Europa tras auxiliar al paciente Manuel García Viejo, un misionero que contrajo el virus mientras auxiliaba a los enfermos de Sierra Leona.
Pedro Pablo Cortés
Occidente tiembla de miedo ante el virus del ébola, que ayer cobró la primera víctima en Estados Unidos (EU).
Los medios se han inundado de la historia de Thomas Duncan, quien murió en un Hospital de Dallas tras convertirse el 30 de septiembre en la primera persona diagnosticada con ébola dentro de EU.
También hay conmoción por la enfermera española Teresa Romero, quien se volvió el primer caso de contagio en Europa tras auxiliar al paciente Manuel García Viejo, un misionero que contrajo el virus mientras auxiliaba a los enfermos de Sierra Leona.
Incluso, cientos de manifestantes estallaron de indignación ayer, cuando el Gobierno de la Comunidad de Madrid sacrificó a Excalibur, el perro de Teresa, como prevención.
Pero, mientras esto ocurre, miles de niños se están quedando huérfanos en el oeste de África, donde el ébola sigue sin detenerse pese a los constantes exhortos de la OMS, que desde agosto consideraba que el mundo estaba subestimando la enfermedad.
En un comunicado, la UNICEF reportó que al menos 3 mil 700 niños de Guinea, Liberia y Sierra Leona han perdido a uno o ambos padres por culpa del ébola, desde que inició el actual brote.
Los huérfanos, afirma el organismo, se quedan sin cuidado porque sus familiares los rechazan por miedo o desprecio.
“Estos niños urgentemente necesitan atención y apoyo especial, pero muchos de ellos sufren de desprecio e incluso abandono”, advierte en el comunicado Manuel Fontaine, director regional de UNICEF para el Centro y Oeste de África.
“Usualmente, algún miembro de la familia extendida recibe a los huérfanos, pero en ciertas comunidades el miedo que rodea al ébola es más fuerte que los lazos familiares”.
Abandonados
En el brote actual del ébola, se han registrado más de 7 mil 470 casos de contagio en África occidental, lo que ha dejado 3 mil 431 muertos.
Los adultos que mueren dejan en promedio a tres niños huérfanos, estiman organizaciones internacionales.
La atención de estos menores ha quedado en el abandono, pues muchos de ellos ni siquiera saben si sus padres aún están con vida, debido a la falta de información.
“El ébola representa una nueva amenaza para los niños, con retos nunca antes vistos”, publicó ayer The Washington Post, “a algunos niños los han forzado a dejar su casa, donde parientes suyos se infectaron.
“Otros enfrentan estigmas si sus padres o hermanos contraen la enfermedad, o son marginados si ellos mismos la contraen y son afortunados de sobrevivir”.
Por ello, la UNICEF entrenará a 400 psicólogos y trabajadores sociales y a más de 2 mil 500 sobrevivientes del ébola, ahora inmunes a la enfermedad, para asistir a los menores de edad abandonados.
La organización no gubernamental Save the Children también anunció que construirá dos centros de tratamiento de ébola y 10 centros comunitarios en la región.
Las instituciones coinciden en que falta apoyo comunitario y oficial en la zona, lo que entorpece el combate a la enfermedad.
“Por cada persona que contrae ébola, más de una persona se contagia. Es lo que hay que cambiar”, expresó a Mashable Carolyn Miles, directora de Save the Children.
Simples estadísticas
Ante este panorama han surgido voces que denuncian la desatención institucional de los enfermos de África.
André Carrilho, ilustrador de medios como New York Times, New Yorker, Vanity Fair y New York Mag, lanzó una caricatura política en la que muestra cómo la gente sólo presta atención a las personas de primer mundo.
“A las personas de África las ven más como una estadística abstracta que a un paciente en EU o Europa. ¿Cuántas historias personales conocemos acerca de pacientes africanos? Ninguna. Las tratan como una muchedumbre indistinguible”, dijo Carrilho a Mic.
“En los medios occidentales hay enfermedades de primer mundo y de tercer mundo, y la atención dedicada a esta última depende de la amenaza que signifique para nosotros, no de una medida universal del sufrimiento humano”.