Mundial los pone a sudar
Faltan 10 semanas para que comience el Mundial de Futbol Brasil 2014, pero el Gobierno brasileño y sus ciudadanos ya están sudando de nervios.
La agudización de la violencia en las favelas de Río de Janeiro provocó esta semana que el Gobierno desplazara más de mil soldados al barrio de narcotraficantes de Maré, localizado al norte de la ciudad y cercano al aeropuerto carioca.
Pedro Pablo Cortéshttps://www.youtube.com/watch?v=3rmZ6iF63z8
Faltan 10 semanas para que comience el Mundial de Futbol Brasil 2014, pero el Gobierno brasileño y sus ciudadanos ya están sudando de nervios.
La agudización de la violencia en las favelas de Río de Janeiro provocó esta semana que el Gobierno desplazara más de mil soldados al barrio de narcotraficantes de Maré, localizado al norte de la ciudad y cercano al aeropuerto carioca.
Este brote de inseguridad se suma al descontento generalizado de los brasileños, quienes acusan a los policías de represores y repudian la llegada de turistas que incentivarán la prostitución, el narcomenudeo, la contaminación y el caos urbano.
Estos contratiempos intranquilizan a la presidenta Dilma Rousseff, quien está intentando proteger la imagen de su país a un par de meses de que empiece el evento de la FIFA, que teme que la organización de la Copa del Mundo esté en riesgo.
Mundial para países ricos
Los problemas hacen de este Mundial uno sin precedentes, por lo que a partir de ahora la FIFA podría encargar este evento solo a países ricos, explica Samuel Martínez, de la Asociación Latinoamericana de Estudios Socioculturales del Deporte (Alesde).
“En la medida que cada vez es más caro organizar un evento como este, cada vez es más difícil para un país en vías de desarrollo organizar un Mundial”, expone Martínez, “porque los costos son muy altos.
“Entonces lo que está sucediendo es que, seguramente, de aquí al futuro solo las naciones que tengan mucho dinero o las naciones ricas serán sedes de los mundiales”.
El profesor de comunicación de la Universidad Iberoamericana considera que incluso la organización le ha resultado contraproducente a Brasil, pues estos torneos sirven para resaltar la imagen de un país y en este caso ocurre lo contrario.
“Ha habido muchas inconsistencias, muchos problemas, porque se han retrasado las obras, no se ha cumplido el programa presentado hace unos años cuando ganaron la candidatura y eso ha afectado de alguna manera la imagen de Brasil”, precisa.
Nerviosos por las redes
Samuel Martínez afirma que las redes sociales son clave para distinguir este Mundial de los precedentes, pues han servido como un espacio para denunciar presuntos abusos, daños y corrupción de la organización hecha por el Gobierno brasileño.
“Ahora con las redes sociales y los medios digitales es más difícil tapar el sol con un dedo y ahora es más difícil ocultar los beneficios y efectos negativos del Mundial, seguramente vamos a enterarnos de muchas cosas”, subraya.
El investigador del deporte advierte que la Copa del Mundo podría decepcionar, pues a estas alturas es muy difícil para la administración de Dilma cambiar las cosas.
Lo más interesante, indica, va a ser lo que pase en las calles y no en la cancha.
“Hay que destacar que hay mucha tensión y mucho nerviosismo, no va a ser el gran Mundial que se ha prometido en relación al país del futbol”, asevera el profesor Samuel Martínez a Reporte Indigo.
Jugada desesperada
Activistas brasileños que se oponen al Mundial ven que acciones como la movilización de militares a las favelas son un acto desesperado del Gobierno por salvar su imagen.
“Esta intervención militar es más una estrategia de mercadotecnia, para la Copa y para los periodistas internacionales”, denuncia a Reporte Indigo Robson Santos, líder del movimiento “Operação #BlackoutNaCopa”.
“Está operación fue ampliamente anunciada una semana antes de que los militares llegaran a la favela, como para decir ‘nosotros vamos a llegar, salgan con las drogas y las armas porque necesitamos mostrarle al mundo que somos eficientes’”.
Otros ciudadanos, como el estudiante Pedro Forastieri Almeida, temen que el enfrentamiento entre fuerzas de seguridad y manifestantes afecte su seguridad, pues poco ha cambiado desde el inicio de las protestas.
“La situación sigue igual, hay grupos que siguen organizando levantamientos por el Mundial”, cuenta el brasileño.
“Son en su mayoría anarquistas, de hecho solo se dedican a agitar las protestas. Principalmente atacan edificios, no personas, pero se dedican a destruir cosas”, añade.
Con tres personas muertas durante la construcción de los estadios y enfrentamientos entre militares y civiles en las calles, los brasileños no solo temen por la seguridad de los turistas, sino la de ellos mismos.
“No han usado bombas hasta ahora, pero no sé qué tan preparados estarán para la Copa del Mundo”, dice Forastieri.