No es Hollywood
Ben Monroe, especialista en comunicación sobre la salud enviado a Liberia para abordar el actual brote de ébola en África occidental, sufrió en Monrovia lo que nosotros vemos en la televisión.
Letreros de “no tocar” por todas partes, cadáveres abandonados en las calles “atascando el tráfico”, trabajadores sanitarios con intimidantes trajes protectores y rostros de pánico eran la imagen de cada día.
Predeterminado del sitioBen Monroe, especialista en comunicación sobre la salud enviado a Liberia para abordar el actual brote de ébola en África occidental, sufrió en Monrovia lo que nosotros vemos en la televisión.
Letreros de “no tocar” por todas partes, cadáveres abandonados en las calles “atascando el tráfico”, trabajadores sanitarios con intimidantes trajes protectores y rostros de pánico eran la imagen de cada día.
“Esto puede parecer una película para los estadounidenses -tal vez el comienzo a una de terror en la que, finalmente, el virus asesino se apodera del mundo. Pero en Liberia, esto es la vida real”, dijo Monroe, miembro de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, a The Huffington Post.
Hace apenas una semana, la imagen de un sacerdote español infectado por el virus en Sierra Leona siendo trasladado a Madrid sorprendió por su pinta hollywoodense; el cuerpo envuelto en una cápsula transparente, rodeado por médicos cubiertos con trajes y mascarillas, en un escenario poco iluminado. A pesar de los ostentosos cuidados, el religioso falleció ayer en la capital española. Su posibilidad de vivir se había reducido, pues el suero experimental ZMapp –tratamiento que recibió el médico estadounidense que se curó de ébola en agosto– está agotado.
La Organización Mundial de la Salud advirtió el miércoles que el número de casos de ébola, que hoy supera los 5 mil 800, podría llegar a 21 mil en noviembre si no se incrementen los esfuerzos por contener el brote.