Recuperación con igualdad a los Indígenas
Los gobiernos de América Latina enfrentan el desafío de acortar las brechas de desigualdad que viven las comunidades indígenas con las estrategias para la reactivación de las economías después de la pandemia
Mara EcheverríaEl coronavirus comienza a dar tregua en algunos países de América Latina. Los gobiernos inician con el arranque de las estrategias para reactivar las actividades y dar un respiro a las economías. En esta fase, los líderes de las naciones de la región tienen la oportunidad de integrar a las comunidades indígenas, que han sido de las más afectadas por la pandemia debido a la desigualdad en la que viven al no contar con servicios básicos, como acceso a agua o atención medica.
En el estudio “Latinoamérica Indígena en el Siglo XXI”, el Banco Mundial puntualiza que en la región habitan cerca de 42 millones de indígenas, quienes hablan por lo menos 500 idiomas diferentes al español. Para el banco, a pesar del avance respecto al acceso a servicios básicos durante la década pasada, estos pueblos viven relegados en situaciones de pobreza y pobreza extrema.
Por un lado, tienen una mayor visibilidad, sin embargo, una familia indígena tiene casi tres veces más probabilidades de vivir en pobreza extrema que una que no lo es, destaca la institución en el análisis.
Si bien, las comunidades indígenas de la región han demostrado resistencia ante las vulnerabilidades que enfrentan, la pandemia hizo más grande el nivel de marginación y los ha dejado en una situación de fragilidad, por lo que los gobiernos tienen la responsabilidad de mejorar su atención a estos grupos.
Los pueblos originarios representan el 8 por ciento de la población regional, 14 por ciento de ellos son pobres y el 17 por ciento viven en extrema pobreza, lo cual se traduce en menos acceso a servicios de salud, menos recursos para comprar insumos básicos y más exposición al contagio, de acuerdo con datos del Banco Mundial.
“Los pueblos indígenas ya estaban en desventaja en cuanto al acceso a la atención de salud de calidad y eran más vulnerables a numerosos problemas de salud, en particular las pandemias. No se cumplía con los determinantes sociales de la salud, como el agua potable, una dieta suficiente y equilibrada y el saneamiento básico, antes de esta crisis”, declaró el Alto Comisionado de las Naciones Unidas en un comunicado.
Reducir la vulnerabilidad de las comunidades indígenas
Cortar las brechas de desigualdad en las que viven los indígenas en la región es posible, pero para ello será necesario incluirlos en los planes que las naciones alistan como parte de las medidas de reactivación económica.
Para la Organización de las Naciones Unidas (ONU), es necesario que los gobiernos incluyan a los líderes y representantes de los pueblos originarios en las mesas de trabajo que se instalen para delinear las acciones a ejecutar después del coronavirus.
Un primer paso para lograr este objetivo es reconocer la representatividad de las autoridades y gobiernos de los pueblos originarios, respetar su identidad y considerar sus conocimientos sobre la naturaleza y sus prácticas tradicionales que pueden contribuir a la salud, el bienestar y la recuperación de sus comunidades.
Los Estados deben reconocer los derechos y responsabilidades culturales, espirituales y religiosas de los pueblos indígenas al momento de determinar cómo será la recuperación, con el fin de no afectarlos. Parte importante en este proceso será obtener su consentimiento respecto a las acciones a emprender para salvaguardar su autonomía.
También será de vital importancia que los gobiernos consideren emprender medidas para evitar daños territoriales en los hábitats en donde se ubican las comunidades indígenas, dado que en la mayoría de estas zonas hay presencia de invasores que se dedican a actividades ilegales, como la tala o la minería.
En regiones del Amazonas y en Panamá, por ejemplo, con el regreso o el paso de trabajadores migrantes los casos de coronavirus se multiplicaron entre la población indígena. El resultado son tasas alarmantes de mortalidad entre los pobladores, sobre todo los ancianos, que suelen ser los más sabios y con mayor nivel de autoridad en sus pueblos.
Lo mismo ocurre entre quienes viven en las ciudades, aislados en barrios marginales y con empleos informales en su mayoría, por lo que tampoco existe garantía de que estén considerados dentro de las personas que reciben apoyos gubernamentales.
Como un avance hacia esta integración, las autoridades deben considerar la creación de bases de datos para conocer las repercusiones de la pandemia en estas poblaciones, lo cual permitirá definir una estrategia que esté orientada en atender y mitigar los daños colaterales de la crisis social y económica.
Por ello, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, llamó a aminorar la exclusión histórica de los pueblos indígenas y pensar el futuro de América Latina sin la discriminación, para lo que también será necesario orientar la inversión pública y privada para crear fondos destinados a atender las necesidades de los indígenas y que ayuden a restablecer sus medios de vida y sus economías tradicionales.
“Hacer realidad los derechos de los pueblos indígenas implica garantizar su inclusión y participación en las estrategias de recuperación posteriores al COVID-19. Se les debe consultar respecto de todas las iniciativas orientadas a reconstruir con más solidez y recuperarnos mejor”, puntualizó António Guterres.