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Como un Bush mejorado, el exgobernador de Florida Jeb Bush lanzó ayer de forma oficial su campaña rumbo a la Presidencia de Estados Unidos (EU).
En su lanzamiento, Jeb intentó desmarcarse de su hermano el expresidente George W. Bush y de su padre, el exmandatario George H. W. Bush, quienes no asistieron al evento.
“He decidido: soy candidato para ser presidente de los Estados Unidos de América”, declaró en el Miami Dade College, en Florida.
“No es el turno de nadie. Es un examen para todos y está abierto ampliamente, exactamente como una competencia por la presidencia debería ser”.
Sin embargo, Jeb ha recibido críticas porque, a pesar de su distanciamiento público, tiene políticas similares a las de sus parientes en temas como intervencionismo en el extranjero.
Además, sus oponentes señalan que usa la misma red de donadores y consejeros de la familia.
De hecho, en su discurso, Jeb hizo referencia indirecta a los tiempos en los que sus familiares presidieron el país.
Asimismo, señaló que él tiene mejor experiencia que sus rivales republicanos que sólo han servido en el Congreso porque él gobernó una entidad, como su hermano George hizo en Texas.
“Tomaremos el control de nuestro futuro una vez más en este país”, manifestó, “levantaremos nuestras miradas otra vez, haremos que la oportunidad sea común otra vez, haremos que los eventos del mundo se muevan a nuestro modo otra vez.
“Sacaremos a Washington, la estática capital de este dinámico país, fuera de los asuntos que causan problemas. Nos pondremos otra vez de lado de la libre empresa y libre gente. Sé que podemos arreglarlo porque ya lo he hecho”.
¿Un Bush diferente?
Consciente del doble filo de su apellido, Jeb ha sido prudente desde un inicio.
“Quiero a mi papá y a mi hermano. Admiro su servicio a la nación y las difíciles decisiones que tuvieron que hacer, pero yo soy mi propio hombre y mi perspectiva está formada por mis propios pensamientos”, afirmó en un evento público el 18 de febrero.
Incluso, el presidenciable usa un logo sin su apellido: “Jeb!”.
Pero los críticos advierten que es casi imposible desligarse del apellido Bush, una de las dinastías políticas más trascendentales de la época contemporánea.
“Como el tercer miembro de su familia en buscar el puesto público más alto de la nación, él trae a la contienda un apellido que al mismo tiempo brilla y mancha, al evocar la nobilidad del servicio público y la profunda desconfianza en el privilegio político”, publicó The New York Times.
Jeb tiene 11 por ciento de las preferencias de los republicanos, en empate técnico con sus más cercanos rivales: el senador Marco Rubio y el gobernador de Wisconsin, Scott Walker.
Políticas similares
Liberales lanzaron el sitio web jebwbush.com en el que denuncian las políticas y consejeros que el exgobernador de Florida comparte con el expresidente George W. Bush.
La página señala que entre las visiones compartidas destacan el intervencionismo en Iraq, la negación del cambio climático, oponerse a los derechos civiles de la comunidad LGBT, aumentar la edad de retiro y recorte de impuestos a los ricos.
“Las políticas de Jeb ‘W’ Bush son un regreso a las fallidas políticas de su hermano”, acusa el sitio.
“Jeb ‘W’ Bush está atascado en la sombra del legado de su hermano y es justo ahí donde quiera estar”.
Mismos donantes
Aunque en términos de popularidad el apellido Bush podría ser una desventaja, a la hora de conseguir donativos es un beneficio.
Gracias a los mandatos de su padre y hermano, Jeb tiene acceso a una red de fieles donadores que le ayudarían a recaudar más de mil millones de dólares para la campaña presidencial.
“Él ha hecho al menos 10 eventos en su estado natal de Florida y cinco en Texas, donde pude usar la red de donantes creada por su padre y hermano”, reportó ayer el medio Politico.
“La habilidad de Bush para conectar, al compartir la narrativa de su familia y su propio trabajo en el gobierno y el sector privado, le ha permitido ganar apoyo rápidamente”.