Talibán prohíbe producción de amapola en Afganistán

Los agricultores de Afganistán no podrán cultivar la flor roja por orden del Talibán; en 2020, el país produjo el 83 por ciento de esta planta a nivel mundial
Indigo Staff Indigo Staff Publicado el
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El Talibán anunció que queda prohibida la producción de amapola en Afganistán, a pesar de que los agricultores de todo el país ya comenzaron a cosechar la flor roja y de que, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), en el país el cultivo de opio permite a las familias rurales adaptarse a los desafíos sociales y económicos.

La orden advierte a los productores que sus cultivos serán quemados y pueden ser encarcelados si continúan con la cosecha.

La prohibición recuerda el Gobierno talibán de fines de la década de 1990, cuando la milicia prohibió la producción de amapola. En ese momento, la prohibición se escalonó y se implementó en todo el país en dos años.

Sin embargo, después de la expulsión del Talibán en 2001, se reanudó la producción de amapola, la principal fuente de ingresos de millones de jornaleros.

+6 mil
toneladas de opio produjo Afganistán en 2021

Hoy, Afganistán es el mayor productor de opio del mundo y en 2021 produjo más de seis mil toneladas, que según la ONU podrían producir 320 toneladas de heroína pura.

Casi el 80 por ciento de la heroína producida a partir de la producción de opio afgano llega a Europa a través de Asia Central y Pakistán.

Afganistán produce más opio que todos los países productores combinados y el año pasado fue el sexto año consecutivo de cosechas récord. Estados Unidos gastó más de ocho mil millones de dólares tratando de erradicar la producción de amapola afgana durante su guerra de casi 20 años, que terminó con el regreso de los talibanes en agosto del año pasado.

En un Afganistán desesperadamente pobre, donde el 95 por ciento de los afganos no tienen suficiente para comer, la prohibición de la producción de amapola empobrecerá aún más a la población.

La producción de amapola y los ingresos se utilizan a menudo como una forma de banca entre los más pobres de Afganistán, que utilizan la promesa de la cosecha del próximo año para comprar alimentos básicos como harina, azúcar, aceite de cocina y combustible para calefacción.

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