Xenofobia en casa
El terror que causa el virus del ébola es tan fuerte que los seres queridos de las víctimas han optado por botar sus cuerpos sin vida a las calles de Liberia, uno de los cuatro países africanos más afectados por la enfermedad.
Y mientras que autoridades de África occidental discuten cómo frenar el brote que ha matado a más de 900 personas en los últimos siete meses, los cadáveres se están descomponiendo a la vista de los transeúntes, incluyendo niños.
Indigo StaffEl terror que causa el virus del ébola es tan fuerte que los seres queridos de las víctimas han optado por botar sus cuerpos sin vida a las calles de Liberia, uno de los cuatro países africanos más afectados por la enfermedad.
Y mientras que autoridades de África occidental discuten cómo frenar el brote que ha matado a más de 900 personas en los últimos siete meses, los cadáveres se están descomponiendo a la vista de los transeúntes, incluyendo niños.
El lunes, el Gobierno liberiano anunció que todos los cuerpos deben ser incinerados. La orden llegó después de que trabajadores de Salud trataron de enterrar a más de 20 víctimas del ébola en las afueras de la capital Monrovia.
Advirtió además que muchas de las víctimas que han contraído el virus se habían infectado al tocar los cuerpos de otras víctimas, como es tradición en los funerales.
Por su parte, las familias han manifestado que al sacarlos de sus hogares esperan evitar ser puestos en cuarentena por las autoridades, quienes el domingo comenzaron a rastrear a la gente cercana a los infectados.
¿Emergencia global?
Después de revelar que la cifra de muertos de ébola ascendió a 932, la Organización Mundial de la Salud (OMS) inició ayer su evaluación para dictaminar si el brote actual constituye una amenaza para la salud pública internacional.
El número creciente de casos se produce al tiempo que autoridades reconocieron que no trataron al estadounidense Patrick Sawyer como paciente de ébola y tardaron 24 horas en aislarlo tras su arribo a Nigeria el mes pasado.
También el miércoles, un sacerdote español que residía en Liberia ingresó a un hospital en Madrid después de contagiarse.