El titular de la nota decía: “Casi 80 al día, la peor cifra en dos años”, en referencia al número de homicidios que se cometieron diariamente durante mayo.
Así lo registran las estadísticas de seguridad del Gobierno federal que apuntan a que mayo es el mes más violento en lo que va del año, con las peores cifras y las más altas desde 2020.
En mayo se contabilizaron un total de dos mil 472 homicidios dolosos, y pese a ello, la campaña de “abrazos, no balazos” sigue sin rectificarse aunque tenga un tufo de impunidad.
Del 1 de diciembre de 2018 al 30 de abril 2022, suman 118 mil 712 los homicidios dolosos y los feminicidios, y se atreven a decir que no pasa nada.
En lo que va del sexenio se tiene registrado que son ocho los estados en donde se ha presentado desplazamiento forzado por la violencia de los grupos criminales. Familias enteras que tienen que dejar sus hogares, sus tierras, sus municipios ante las amenazas, las extorsiones y el miedo infundado.
El acoso de la delincuencia organizada ha movilizado a más de 60 mil personas procedentes de Guerrero, Michoacán, Sinaloa, Sonora, Chihuahua, Guanajuato, Jalisco y Zacatecas, pero para el titular del Ejecutivo federal “son pocas, muy pocas regiones en donde hay desplazados, no es el tiempo de antes”.
El 24 de mayo fue el segundo día más violento en este sexenio cuando se contabilizaron 118 homicidios dolosos, y la respuesta del Presidente fue: “no vamos a cambiar la estrategia, al contrario”.
Decir que la inseguridad y la violencia por parte del crimen organizado es “heredada”, es justificar una estrategia que fomenta la impunidad y protege a los criminales, es deslindarse de la responsabilidad que le compete y de los malos resultados que se tienen cuando proteges a los delincuentes.
En mayo asesinaron a tres periodistas, dos en Veracruz y uno en Sinaloa; mataron a cuatro niños en Juchitán, Oaxaca; en Nuevo León se registraron los feminicidios de Debanhi y Yolanda; y en Michoacán, miembros del Ejército fueron perseguidos por un grupo criminal.
Estamos viviendo el fortalecimiento del crimen y de la delincuencia organizada porque no se está ejerciendo el Estado de Derecho ni se está llevando a los criminales ante la ley, tampoco se están cuidando a las familias mexicanas.
La violencia parará cuando se aplique la ley, se deje de cuidar a los criminales, y se deje de dar abrazos, porque esa es la primera tarea del Gobierno.
Un país con 80 muertes al día es una tragedia que debe parar, decir que no pasa nada, es negar la realidad, y peor aún, es una licencia para que los criminales sigan actuando sin que a ellos les pase nada.
