Si no por las reformas, al menos por los temblores, México sí se está moviendo en serio, sobre todo en el Estado de Guerrero y en el Distrito Federal.
El secretario de Hacienda Luis Videgaray lanzó una gran convocatoria para tratar de convencer a tirios y troyanos, pero quizá más al presidente Peña Nieto, de que México no está en recesión, como andan diciendo por ahí algunos de sus malquerientes.
Sin embargo, para su mala fortuna, cuando el secretario de Hacienda apenas empezaba a exponer su optimismo respecto de nuestro futuro económico, el Palacio Nacional empezó a moverse.
Como la alerta sísmica nunca sonó, cuando se sintió el movimiento el doctor Videgaray tuvo a bien dar por terminada súbitamente su exposición.
Y patas pa’ qué son.
“Si les parece bien hacemos una pausa porque está temblando. Salimos con orden todos, por las puertas hacia el patio central, por favor”, dijo impávido el secretario de Hacienda.
A partir de ese momento el Palacio Nacional y medio México empezaron a moverse en serio.
‘Charoléo’ para aparentar
Para taparle el ojo al macho, casi 300 partidarios de Gustavo Madero fueron el miércoles a una cena, para tratar de justificar que el financiamiento de la campaña proviene de donativos.
Obviamente que lo recaudado tendrá un tratamiento contable muy diferente al que se hizo con las aportaciones del gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, para financiar un acto al que fueron acarreados más de 35 mil poblanos para aplaudirle a Gustavo Madero.
Torpe defensa
Los que creen que podrán desprestigiar a Carmen Aristegui en el caso del “príncipe de la basura”, Cuauhtémoc Gutiérrez, están cometiendo un grave error.
Más le valdría a Gutiérrez De la Torre y a sus defensores mediáticos emprender la retirada.
Pareciera que olvidan cómo le fue a Felipe Calderón y Alejandra Sota cuando fallaron en su tentativa de apagar la voz de Aristegui.
Antes de que cante el gallo
Fausto Vallejo volvió a reiterar que nunca se dio cuenta de lo que andaba haciendo su secretario general de Gobierno, Jesús Reyna, y aclaró que de haberse dado cuenta, tampoco se hubiese convertido en su cómplice.
Haría falta que alguien le explique a Fausto Vallejo, que si se hubiera dado cuenta, como él dice, su obligación habría sido denunciar a su secretario de Gobierno, de otra forma el gobernador habría incurrido en el delito de encubrimiento.
