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Amar sin amor

¿Qué es el amor? ¿una palabra? ¿un sentimiento? ¿una ilusión? La fuga en el otro, vaciarse en alguien más que a su vez se pierde en el sujeto ajeno, el constante escape de nuestra realidad sin enfrentar las consecuencias y, ¿para qué? A veces es solo mejor desaparecer. El cineasta ruso Andrey Zvyagintsev expone en […]

¿Qué es el amor? ¿una palabra? ¿un sentimiento? ¿una ilusión?

La fuga en el otro, vaciarse en alguien más que a su vez se pierde en el sujeto ajeno, el constante escape de nuestra realidad sin enfrentar las consecuencias y, ¿para qué?

A veces es solo mejor desaparecer.

El cineasta ruso Andrey Zvyagintsev expone en su quinto largometraje “Sin amor” incógnitas que nos lanzan hacia esas reflexiones: creemos amar, cuando en el fondo tal vez solo es un autoengaño para dejar de enfrentarnos al eterno miedo del ser humano, la soledad.

En una sociedad actual, que cada vez acrecienta más su distopía en el lenguaje, es como se teje esta ficción en la que el cariño prevalece, siempre y cuando se tenga un respiro para una selfie, un ‘whatsapp’ o revisar infinitamente el timeline de Facebook.

El escenario, una gélida Rusia ensombrecida por su paisaje monocromático. Los personajes, una pareja divorciada que lo único que espera es vender su departamento para tomar caminos que se bifurcan. El resultado, un hijo de 12 años que llora el duelo sintiéndose culpable sin saber por qué cree ser el responsable del desamor.

Y simplemente una mañana huye sin retorno, sin paradero, sin dejar rastro de su propia existencia.

Este drama confronta al cinéfilo hasta las entrañas, yendo tras los demonios que nadie quiere desafiar: la costumbre, la moral, el compromiso, la imagen ante la sociedad, pero sobre todo tomar las decisiones que pueden marcar un trayecto sin retorno.

El desinterés y la apatía son también parte fundamental de “Sin amor”, ya que las autoridades policiales se deslindan de involucrarse cuando el pequeño se va de casa, mientras que los padres discuten sin resolverse en como proceder ante la búsqueda del menor, distanciándose aun más de su relación.

Los realizadores querían hacer un retrato de Rusia, su ciudadanía y la vida que llevan, pero que fuera un reflejo universal, claramente lograron hacer un contraste que es válido en cualquier frontera del globo.

Entonces el amor ¿es solo momentáneo? ¿una promesa? ¿una manera de retener a alguien hasta que nos hartamos de ella?

Sin duda preguntas que causan escozor en tiempos de Tinder, de Snapchat, de Instagram, donde la realidad se vuelve falsa y todo se monta en una máscara de doble filo, que solo aparenta felicidad.

Amor, donde no hay a quien amar.

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