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Amores radicales

“Dicen que cuando te encuentras con el amor de tu vida, el tiempo se detiene, y eso es verdad. Lo que no te dicen es que cuando se reanuda, se mueve más rápido para emparejarse de nuevo”. Ed Bloom – El gran pez (2003) Romper la barrera del silencio, tomarse ese instante en el que […]

“Dicen que cuando te encuentras con el amor de tu vida, el tiempo se detiene, y eso es verdad. Lo que no te dicen es que cuando se reanuda, se mueve más rápido para emparejarse de nuevo”. Ed Bloom – El gran pez (2003)

Romper la barrera del silencio, tomarse ese instante en el que se cruzan las miradas y se tiene que articular palabra, aunque sea un “hola” o un saludo informal, después de eso nunca hay marcha atrás, lo que suceda a continuación, ya sea una sonrisa, un beso o una réplica, jamás volverá a ser igual, ahí terminará el momento que por lo que más deseas habrías jurado que es eterno.

Con un título bastante desatinado en inglés, pero mejorado en español How to talk to girls at parties o Como enamorar a una chica punk, la cinta muestra una historia bastante fuera de lo ordinario y que se aplaude por el mérito de romper la cotidianidad fílmica de hoy en día.

Lo primero que resulta curioso es que en México está clasificada como ciencia ficción o comedia y esto intriga aun más al cinéfilo común.

La premisa es sencilla y su título en inglés o en español lo explica bastante bien: Enn, Vic y John son jóvenes en una Inglaterra de 1977, tierra en donde el círculo underground era dominado por el punk y las tocadas clandestinas.

El trío de chavales se cree intrépido por vagar en una bicicleta y colarse en una fiesta en la que piensan que localizarán gente de su clan, pero resulta que quienes están en ese lugar son hombres y mujeres que distan mucho de comprender el punk, pero Enn aprovecha para conocer a Zan y lograr una conexión especial.

La cinta es el sueño que todo adolescente quisiera tener, tropezar con una chica sin filtros, ser espontáneos y pasar juntos 48 horas para simplemente vivir y saberse en el mundo compartiendo experiencias que resultan gratificantes por el sólo hecho de estar con el otro.

El cineasta John Cameron Mitchell supo impregnarle la esencia de la escena musical estridente sin tener que acudir a temas o grupos reconocidos del movimiento, además de que el filme se siente en ese presente que hoy es pasado.

La película toma el cuento del escritor de novela gráfica Neil Gaiman, extendiendo la ficción hacia un romance juvenil que dentro de su ingenuidad se da la oportunidad de ser auténtico y verdadero.

Tal vez eso es lo que hace falta en la era moderna, aventar los smartphones, retornar a la insurrección, transgredir la realidad para redescubrir a un amor primigenio, que se vuelve radical y original.

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