Cuando sonaba “La culebra” en Lomas Taurinas —vaticinando con su letra lo que estaba por venir—, un disparo fulminante entró en la cabeza de Luis Donaldo Colosio Murrieta, para luego ser rematado en el abdomen y ahí murió el candidato presidencial del PRI, la esperanza nacional de cambio y la ideología de un nuevo poder político, así nació la incertidumbre del magnicidio irresuelto, ahora a 25 años de distancia.
El homicida confeso, Mario Aburto Martínez, entre varias de las contradicciones que llegó a decir en sus declaratorias oficiales, expresó que matar a Colosio fue un accidente, porque lo que él quería, era disparar a los pies.
Aprovechando el momento mediático de este episodio negro en la vida de México, Netflix sacó Historia de un crimen: Colosio, serie que dramatiza los sucesos reales, que de por sí ya son confusos para la ciudadanía, ahora se presenta una versión tergiversada de la verdad.
Las inconsistencias inician desde el principio de la serie, ya que Diana Laura Riojas viaja desde la Ciudad de México en avión para alcanzar a su marido en Tijuana después de su mitin, al llegar al aeropuerto fronterizo, la trasladan al hospital de manera inmediata.
Según el testimonio de Norma Meraz, amiga y confidente de Riojas, recién publicado por la revista Proceso, Diana estuvo el 23 de marzo desde temprano en Tijuana, sólo que ella se quedó en el hotel, sin acompañar al político a la escena trágica donde ocurrió el atentado.
Hay valores de producción que resaltan, como el tener vehículos, guardarropa y propaganda política de época, pero así como esto luce, también brillan errores básicos que se notan por igual a cuadro.
Zonas abiertas como los aeropuertos y calles, muestran el paso de la modernidad actual. Ni qué decir del supuesto aeródromo de Tijuana, donde las cabinas telefónicas son de Telmex, cuando allá existe la empresa hermana de telecomunicaciones Telnor.
Otro error garrafal es que el “héroe” de la serie, el jefe de la policía municipal de Tijuana, Federico Benítez, murió acribillado el 30 de abril de 1994, pero por claros motivos narrativos, el personaje sigue vivo al momento del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu el 28 de septiembre del mismo año.
El programa de ocho capítulos se siente atropellado, para quienes conocen la historia, es inverosímil. Aunque es una ficción, cumple con entretener, más no con informar del Caso Colosio.
Como Aburto que excusa un percance inintencionado, esta serie fue un balazo en el pie.