¡Al fin! Después de tres años de demora, de cambiar de director, y ahora tener condiciones sanitarias que lo permitan (esto último está en duda) llega a cines Sin tiempo para morir (2021), la vigésimo quinta película del 007, la última de Daniel Craig como el emblemático James Bond y lo que definitivamente será un cierre nostálgico para quienes lo vimos en este personaje durante 14 años.
Cabe recordar que también es el quinto largometraje que Craig estelariza en la franquicia, ahora como un espía retirado, pero que se ve obligado a volver al campo de acción por las células remanentes de Spectre, este grupo del crimen organizado comandado por Ernst Stavro Blofeld.
Reconozco que, en un inicio, el actor rubio no tuvo mi venia y predilección cuando apareció en Casino Royale (2006); sin embargo, con el paso del tiempo y con el desarrollo de su personaje, demostró ser un Bond a la altura de Sean Connery, el primero y hasta ahora favorito 007 del público.
Ahora Craig rompe el récord de ser el actor que más tiempo ha estado enfundado en un tuxedo y bebiendo martinis agitados, no revueltos; y vaya que las filmaciones le han pasado factura, al punto en el que, sí, amigos, esta es “la última y nos vamos” de él como el agente al servicio de su Majestad.
Afortunadamente, el filme de Cary Joji Fukunaga cierra pendientes que venían desde la primera interacción de Craig como Bond en 2006 y también concluye con Blofeld y Spectre.
Tal vez el único “pero” en esta historia es que tenemos una cinta de casi tres horas de duración y que su villano principal, Lyutsifer Safin, carece de peso argumental en la interpretación de Rami Malek.
Otro detalle que el público notará es que las chicas Bond, ahora han pasado a ser unas “femme fatale” empoderadas y están lejos de ser un objeto para el agente secreto, claras repercusiones de lo que han dejado los movimientos #MeToo y Time’s Up en el mundo.
Pero la pregunta del millón es ¿acaso este es el cierre que merecíamos y queríamos para el Bond de Daniel Craig? Creo que sí, porque desde que inicia la producción audiovisual, notamos que este es un “So Long, Farewell” al mero y clásico estilo de la familia Von Trapp, y los productores Michael G. Wilson y Barbara Broccoli se aseguraron de eso y de cuidar todos los detalles para que esta fuera una despedida memorable.
Tal vez por eso Danny Boyle abandonó el proyecto, porque su irreverencia creativa no tenía del todo cabida con el formalismo del 007, y Fukunaga, que viene de una trayectoria más seria, le daba un peso firme al capítulo final de esta época Bond.
En todo caso, este es el réquiem del agente encarnado por el actor de Chester, Inglaterra, una oda al ícono que representó por más de una década y el ocaso de un espía que se ha vuelto entrañable para quienes amamos esta saga inspirada en los libros de Ian Fleming.
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