“Las puertas del infierno están cerradas desde adentro”
C. S. Lewis
¿Sirve de algo el arrepentimiento? ¿Acaso es demasiado tarde para cambiar el curso de la marea? ¿El destino marca nuestro rumbo hacia una perdición?
Joseph Campbell expone el claro trazo de cómo surge un protagonista en su libro El héroe de las mil caras y como está destinado a cursar distintos periplos para seguir adelante, esta fórmula es prácticamente desarrollada en cualquier película hollywoodense de aventuras, inserte aquí su saga favorita fílmica (o literaria), llámese Star Wars, El Señor de los Anillos, Harry Potter, entre otras.
Pero prácticamente nadie se atreve a ver el otro lado de la historia, aquellos que están en el rumbo de la derrota, de los que volaron tan alto como Ícaro que casi alcanzaron el Sol y quemaron sus alas sin importar la caída o como Prometeo que después de robar el fuego de los dioses quedó sublevado al fracaso.
Así es en parte el caso de Mickey Rourke, quien fue exitoso como boxeador amateur, persiguió una carrera actoral, alcanzó la fama y después volvió a tomar los guantes para subir a las cuerdas y al ring.
Rourke lo tenía todo en la vida, pero el ajetreo entre lo deportivo y lo histriónico lo fue alejando cada vez más de los reflectores porque las peleas en el cuadrilátero fueron desfigurando su rostro.
Hace 10 años el cineasta Darren Aronofsky se acercó al histrión y le propuso hacer El luchador, cinta que retrata la decadente vida de un hombre que alguna vez fue una celebridad de la lucha libre, pero que sus días en el espectáculo están contados debido a una existencia llena de abusos.
Es con esta ficción que Rourke extirpa sus demonios internos en el personaje de Robin Ramzinski y su alter ego en la plataforma de lucha, Randy “The Ram” Robinson, donde se observa a un avejentado sujeto arrepentido por abandonar a su familia, por desperdiciar sus mejores años en un oficio que sólo le ha dejado un cuerpo deteriorado y sin futuro.
Aronofsky estrenó el filme en el Festival Internacional de Cine de Venecia, obteniendo el León de Oro, esto también le ayudó al ex boxeador a posicionarse de nuevo en la industria fílmica, logrando roles secundarios sobresalientes.
Ram a pesar de estar vencido, de haber demostrado su remordimiento a quienes ama, de saberse como perdedor, continúa hasta el final dándolo todo sin recompensa, entendiendo que lo único que le quedaba era enfrentarse a su destino final, la muerte al borde de las cuerdas.