Celuloide: Apocalipsis ahora, Vol XII
El mundo convulsiona poco a poco, Estados Unidos está a tope con su racismo y es incontrolable la demanda social por erradicar esto, lo que ha detonado sinergia por parte de países europeos como Reino Unido y Francia. Y América Latina ¿para cuándo? ¿Acaso no nos sentimos indignados con nuestro propio clasismo y discriminación? Vaya […]
Hidalgo NeiraEl mundo convulsiona poco a poco, Estados Unidos está a tope con su racismo y es incontrolable la demanda social por erradicar esto, lo que ha detonado sinergia por parte de países europeos como Reino Unido y Francia.
Y América Latina ¿para cuándo? ¿Acaso no nos sentimos indignados con nuestro propio clasismo y discriminación? Vaya que aquí estamos peor en esos tópicos, pero nadie hace nada, porque visión de los vencidos.
Anonymous sale de nuevo a librar batalla, queriendo filtrar pruebas de una red de pederastia que podría alcanzar hasta el máximo Donald Trump, mejor momento no pudo suceder esto, así se va sumando cada vez más el furor por un descontrol, ¿Guasón (2019) estás ahí?
La bella y gran cereza de este caos irremediable, el ébola tiene nuevos brotes en el Congo y de paso una banda de primates se roba muestras de sangre con covid19 en India, ufff, Doce monos (1995) aquí vamos.
Pero bueno, México para nada canta mal las rancheras, porque al día dos de lo que pretenden que sea la vuelta a la vida ordinaria (¿?) con el paulatino levantamiento del cerco sanitario, los puesteros denotaron su clara urgencia para ganarse el pan: quesadilleras, ambulantaje y demás oficios irregulares se lograron ver en toda la CDMX, vaya que esta economía es más que miserable, es decrépita, completamente lejana al primer mundo.
Vivimos en una pornomiseria silenciosa, perpetuada por los cineastas colombianos Luis Ospina y Carlos Mayolo en Agarrando pueblo (1978), reflejo de ello es la gente que cada vez se encuentra más en las calles, estirando la mano, pidiendo comida, sufriendo la pandemia.
Me pregunto… cuanto tiempo pasará para que veamos cuerpos inertes en las calles y seamos indiferentes ante eso, cual Segunda Guerra Mundial en donde ya se prefería mejor ignorar a las pilas de personas esperando ser incineradas mientras eran cubiertas con cal.
Pero ¿qué tal las cerveceras volviendo a producir? Mágicamente la cheve apareció en los anaqueles de varias tiendas y supermercados a partir del primero de junio, y ¿realmente quieren que nos traguemos el cuento del desabasto? Mejor revélate como paternalista, gobierno que controla el flujo de mercancías etílicas, deja que la incompetencia de la gente salga a relucir, pero nadie necesita a un Estado que controle sobre el poder de decisión de sus ciudadanos, era OBVIO que nunca existió la falta de alcohol, lo que sí sucedió fue este sesgo y falta de distribución.
En fin, mientras el mundo arde, a ver cuando sucede algo que realmente indigne a los mexicanos para salir a las calles y romper a la desobediencia civil, tal vez tengan que aumentar el kilo de tortillas a 100 pesos y ni así creo que estén dispuestos a protestar, primero resignarse y doblegarse, que aguantar el fuego como Cuauhtémoc.
Por debajo del agua
Esta semana prestaré mi atención a una sola producción, así de importante es esta situación, que debería de ser indignante para el mundo entero e irreversible en su saber una vez conocida la historia, así es, para todos aquellos que vivimos en la modernidad de una civilización y consumimos algo tan básico como una cazuela, sartén o producto hecho con teflón.
En 2019 en Estados Unidos, se estrenó Dark waters, en México fue titulada como El precio de la verdad, allá salió en noviembre 22, en una corrida limitada, después el seis de diciembre tuvo su estreno nacional, y ni su gran reparto e historia basada en la vida real le hicieron llegar a las grandes premiaciones, esto es indicativo, de que claramente se prefiere ocultar lo que es cierto.
Durante años, el abogado Robert Bilott (Mark Ruffalo) ha estado peleando en Estados Unidos, indemnizaciones para la gente de Parkersburg, Virginia Occidental, debido a que su agua y alrededores han sido contaminados por la compañía Dupont, específicamente con el ácido perfluorooctanoico (PFOA por sus siglas en inglés), también llamado C8 y perfluorooctanoato, pero para los mundanos es conocido como teflón.
Si después de haber leído lo anterior, o haber visto la película, se reacciona al igual que Bilott en una escena en la que escandalosamente despierta a su esposa de madrugada, porque está echando a la basura todas las vasijas e incluso la alfombra, guardemos la calma, creo que es lo que cualquier ser humano con real conciencia haría, pero la gran bronca es… que según se estima el C8 ya se encuentra dentro de nuestro cuerpo (al menos en el 99 por ciento de la población global) y es un componente que una vez en nuestro organismo no hay nada que pueda erradicarlo o desecharlo.
No es tampoco ninguna sorpresa que el presupuesto estimado de esta cinta fue de 20 millones de dólares, y apenas logró reunir 21.6 millones de dólares en taquilla, y lo peor de todo es que este largometraje estaba programado para estrenarse durante estos meses en Latinoamérica, pero porque coronavirus solo ha llegado al mercado casero, una verdadera y vergonzosa lástima.