En octubre pasado, a una semana de la contienda presidencial estadounidense, explicaba que era de suma importancia dar seguimiento a las elecciones, por cómo es que esto podría definir el futuro del cine, y esto se demuestra ahora en 2021.
Las grandes ciudades de Estados Unidos tienen las salas de proyección cerradas, sin fecha de reapertura, y máxime con lo que ayer sucedió en Washington D.C., este escenario “de película” deja mucho de qué hablar de aquel país, que además de tener una crisis sanitaria como todos, también presenta la gestación de una distopía.
México tampoco canta mal las rancheras, de hecho, las canta mejor que cualquiera, el regreso al inevitablemente semáforo rojo, sólo vino a ser una limitante risible de cómo es que ya nadie respeta la ley.
Supermercados llenos y abiertos 24:00 horas (sí, así es, en ciertas partes de la ciudad los hay) filas para entrar (sin distancia) a bancos, y el tránsito despavorido, como si la vida siguiera igual que siempre, mientras que los negocios que más palidecen son siempre los del ramo gastronómico, cultural y claro, los del arte y el entretenimiento.
Volvió el apocalipsis, o tal vez nunca se fue, aquí en la capital nos quedamos sin cines, y lo mismo pasó en Puebla, Nuevo León, Estado de México y las entidades siguen y siguen, todo con la promesa de que el 10 de enero se estima podrían reaperturar, pero sabemos que en el fondo esto sólo es una esperanza en falso.
Si los estrenos de películas no llegan a Estados Unidos, menos llegarán a México, este es el espejo que debemos observar, y los dos intentos/cartas fuertes de Warner Bros. del 2020, se cayeron a pedazos.
Tenet apenas logró recuperar su presupuesto en taquilla, aunque el público la sintió como una cinta complicada, y Mujer Maravilla 1984, no alcanzó a cubrir con boletaje su costo total de 200 millones de dólares, y sus críticas han sido mixtas.
En México, definitivamente tiene mucho que ver que las audiencias están encerradas casi de manera forzada, y que salir es de por sí ya acosador por parte de las autoridades en la capital, (escanear un código QR es DISCRIMINATORIO gobierno de la CDMX, no todos los mexicanos pueden pagar un Smartphone) y de paso embadurnándonos de antibacterial cada dos minutos a la entrada de un negocio.
¿Cambiaría la taquilla y oferta nacional fílmica de estar abiertas las salas? No lo sabemos, pero al menos teníamos una opción para quienes deseamos este esparcimiento. La novela de noficción, todavía continuará.