Celuloide: En espíritu de libertad
Hace 150 años, el que una mujer fuera independiente, tuviera aspiraciones personales y soñara con emanciparse del rol masculino era algo impensable, y ya ni hablemos de su derecho al voto o a la igualdad de género; es por eso que en la osada novela Mujercitas, de Louisa May Alcott, cuando Josephine “Jo” March descubre […]
Hidalgo NeiraHace 150 años, el que una mujer fuera independiente, tuviera aspiraciones personales y soñara con emanciparse del rol masculino era algo impensable, y ya ni hablemos de su derecho al voto o a la igualdad de género; es por eso que en la osada novela Mujercitas, de Louisa May Alcott, cuando Josephine “Jo” March descubre que su hermana Amy ha quemado el manuscrito de su libro, estalla en rabia y decide distanciarse de ella.
Sin embargo, Amy sufre un accidente y “Jo” es la única que puede ayudarla, por lo que se cuestiona a sí misma de sus acciones, su ira y su carácter, lo que deja al descubierto con su madre Margaret “Marmee” March.
“Cuando me apasiono, puedo ser tan salvaje que puedo herir a cualquiera y disfrutarlo”, le dice “Jo” a su progenitora, quien le responde: “Me recuerdas a mi misma”, algo que le extraña a la joven, ya que nunca ha visto molesta a su mamá.
– Estoy enojada casi cada día de mi vida.
– ¿En serio?
– No soy paciente por naturaleza, pero con casi 40 años de esfuerzo he aprendido que eso no toma lo mejor de mi.
– Haré lo mismo entonces.
– Espero que en verdad lo hagas mucho mejor que yo. Hay algunos temperamentos demasiado nobles para romperlos, demasiado grandiosos para doblegarlos.
Esta escena toma la esencia primordial de Mujercitas en la nueva adaptación fílmica de Greta Gerwig, quien toma el coraje, la perseverancia y el dolor que el género femenino ha tenido que guardarse durante milenios, para ahora comenzar a tener un poco de espacio para sí misma y sus iguales en el mundo moderno.
Incluso hay otra secuencia de la película que, por sugerencia de Meryl Streep, quien interpreta a la Tía March, se cambió el diálogo y se expandió, donde años más tarde Amy habla con el mejor amigo de la familia, Theodore “Laurie” Laurence, y le explica que las mujeres son prácticamente esclavas de su destino.
“No soy poeta, solo soy mujer. Y como mujer no tengo forma de ganar dinero, no lo suficiente para ganarme la vida y mantener a mi familia. Incluso si tuviera mi propio dinero, que no tengo, le pertenecería a mi esposo en el momento en que nos casáramos. Si tuviéramos hijos, le pertenecerían a él, no a mí. Serían de su propiedad. Así que no te sientes allí y me digas que el matrimonio no es una propuesta económica, porque lo es. Puede que no sea para ti, pero sin duda es para mí”.
Mujercitas merece estar nominada a todas las premiaciones dedicada al séptimo arte, pero es lamentable que seguramente pasará de noche en las designaciones principales, aún cuando Greta Gerwig haya sembrado esta bella oda con espíritu de libertad, que seguro germinará en el futuro femenino.