A sus 68 años perdió la vida. Olga murió de forma instantánea por un disparo en la cabeza. La atacó su esposo. El testimonio de su hija indica que la mujer tenía décadas viviendo una situación de abuso y violencia intrafamiliar, hasta que su pareja, de 72 años, le arrebató la vida.
En sus declaraciones, él aseguró que habían discutido porque supuestamente Olga le había sido infiel, y en medio de la disputa le disparó con un revólver.
La hija de ambos añadió que su madre le había llamado para pedirle ayuda, pero desafortunadamente al llegar al domicilio de sus padres, su mamá ya no tenía pulso.
Mientras que su hermano aseguró que su padre reaccionó así porque padece esquizofrenia.
El cuerpo de Olga fue encontrado en la cocina. Lo halló la policía luego de que los vecinos llamaran a los números de emergencia tras escuchar el disparo. El presunto homicida se encontraba en su recámara, recostado en la cama, ahí confesó todo.
La historia que usted lee no es producto de mi imaginación, es verídica. Varios diarios de circulación nacional la difundieron el pasado 17 de enero de este año.
Noticias como las de Olga ocurren diariamente en el país, la violencia hacia nosotras no se detiene, el machismo todavía no llega a su fin.
De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), de enero a noviembre del año pasado, los feminicidios en todo el país crecieron 2.5 por ciento, al pasar de 865 a 887.
El acoso sexual aumentó 25.7 por ciento, de cinco mil 172 a seis mil 502; mientras que el abuso sexual subió 23.5 por ciento, de 20 mil 693 a 25 mil 565.
Las carpetas de investigación por violación simple pasaron, de 11 mil 374 a 13 mil 998, un incremento de 23 por ciento; en tanto que el hostigamiento sexual en el país creció 17.1 por ciento al pasar de mil 629 a mil 908.
La violencia de género en el país no cede pese a la labor de autoridades federales, estatales y municipales; del trabajo de las organizaciones, de las alertas de género y de las movilizaciones
Alzar la voz para que las mujeres tengamos una vida libre de violencia no es suficiente mientras la impunidad, el pacto patriarcal y el machismo sigan protegiendo a los homicidas, a los agresores.
Ojalá la historia de Olga fuera producto de mi mente, o una nota de hace medio siglo, pero no, ocurrió apenas hace unos días, en un domicilio de la alcaldía Tlalpan en la Ciudad de México.
Todas las mujeres exigimos que lo que le ocurrió a Olga no le suceda a ninguna otra mujer. Que cada día sean más los hombres que practican una nueva masculinidad. Una masculinidad donde la violencia no existe, donde el pacto patriarcal se ha terminado, y donde la equidad y la igualdad de género es la constante.
No se trata de ser perfectos, se trata de reconocernos como sujetos de derechos y respetarlos, y que cuando éstos se violen, se aplique la ley sin impunidad.